Voy a yacer. No haré más esfuerzos por
nada. No habrá más motivación. Habrá oscuridad voluntaria. No habrá el más
mínimo interés por aquello que pretenda fijar mis ojos de nuevo. Dilataré mis
pupilas como si lo que tuviese que ver fuese de lejos. Trataré de borrar
figuras y fondos de mi frente. Pernoctaré sólo con sonidos cada vez menos
conocidos, hasta el punto de sólo saber que fueron alguna vez. Transformaré
toda mi vida en recuerdos que pretendan rescatar algo que valga la pena, con la
infructuosidad del caso. La amnesia de mis músculos, de mis laxos reflejos no
permitirá otras perspectivas, otros paisajes distintos de estas blancas,
metálicas e indiferentes paredes. Haré
las maletas a mis esperanzas, mis sorpresas, mis sonrisas; haré de cuenta que
estoy al borde de un risco, despidiendo a estos buenos y fieles amigos, para
luego abrir los ojos en una de mis penúltimas veces y dar por sentado que todo
es finito, que todo acaba, incluso para mí, que tantas veces fui testigo ileso
de la ocasión ajena. Ahora, en este momento, sólo necesito una mano que
sostenga la mía, una caricia en la frente que niegue lo que siempre pensé de mí
mismo. Ahora, lo que necesito es algo que deje a mis párpados dejarme ir, sin
sentir que falta algo que evadí durante toda mi existencia. Ahora, lo que temo
es una sentencia mayor a la que ya tenía prevista para este momento.
Diossss, señor, cambie la foto. Entristece si quiera pensarlo.
ResponderEliminarpues le garantizo que esta garantía es la única garantizada en el futuro!
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