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martes, 30 de noviembre de 2021

Tócate

Tócate, anda. Tócate la cara, los brazos. Tócate el pecho y las piernas. Siente el calor que todavía conservas. Si quieres, toca a quien esté a tu lado, a quien te acompañe. Toca un árbol, mete la mano en un río, los pies en el mar. Asegúrate de que todavía conservas tu lugar en esta vida porque en cualquier momento no lo podrás hacer; y si en ese momento todavía estás vivo, te quejarás, con agrio pesar, de lo que ahora das por sentado y desperdicias sin temor. Estadística insalubre… impelable.

viernes, 26 de noviembre de 2021

Decidí ser distinto

Decidí ser distinto. Seré distinto a toda esa gente mal influenciada. Voy a adoptar toda la indumentaria, el colorido de los diez mil distintos, de los exclusivos, de los únicos. Seré parte de esa minoría que peleará hasta ser mayoría para finalmente tomar venganza y poner abajo a quien estuvo arriba por tanto tiempo, aplastando, jodiendo, sometiendo. Militaré hasta lograr el objetivo: esa presunta justicia que manifiesto desde el más purito odio, desde la victimización, como objeto de la opresión de siempre, sin medir el costo de la radicalidad adquirida. Al final, aquí estaremos, exactamente en el otro extremo, ejerciendo el abuso al revés, tal como lo hicieron los depuestos anteriores.

Enredados en los símbolos

Y entonces, como somos tan inteligentes, creamos símbolos, representaciones de la realidad en nuestra cabeza para poder referirnos, pensar, hablar de la realidad con otros. Y ahí ocurre la catástrofe: nos quedamos para siempre enredados en esas representaciones que inventamos sin conocer, sin experimentar la realidad tal como es. Damos un paso atrás y en lugar de vivir, hablamos de la vida. Nos convertimos en eruditos de la existencia sin siquiera caminar por la calle. Nos quedamos en la palabra, en el libro, en la ecuación, en el pensamiento, en el dibujo y en los componentes de la manzana sin haber saboreado la manzana.  Nos quedamos ensartados en el dedo que señala hacia la luna.

jueves, 25 de noviembre de 2021

La mejor vida posible

Si tuviera que asegurarme de tener la mejor vida posible, tendría que esperar algunos tropiezos necesarios para obtenerla. Pude ver que no había manera de hacerlo antes, con tanto saboteo de mis emociones, de mi cuerpo, de mi falso yo echando vaina y deseando como loco cosas fabricadas por mi cabeza, muy lejos de cualquier experiencia que certifique decencia. Por eso esperaría varios años. Por eso esperaría la oportunidad, la posibilidad cierta. Por supuesto, escribo esto muchos años después que decidí, apasionadamente, emprender lo contrario.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Seré feliz, pero después

El preso dice que cuando salga va a ser feliz. El pobre afirma que cuando tenga dinero será feliz. El enfermo clama que cuando sane será feliz. El segregado establece que cuando haya igualdad será feliz. De resto, no hay novedad. Por ahí andan los demás, caminando por las calles, con aparente salud, con algún dinerito y estabilidad material y social y no saben qué hacer: siempre el mismo cuento.

jueves, 11 de noviembre de 2021

La vida siendo la vida

La vida siendo la vida. Nace la gente, muere la gente. Se ríe la gente, llora, se emociona, teme. La vida siendo la vida. Preguntas sin contestar, satisfacciones inigualables, pendientes sin resolver. Momentos de planificación, de felicidad, de logros; momentos de frustración, de tristeza, de desolación. La vida siendo la vida. Entre las dificultades y los milagros. Entre el amor y el miedo. A la deriva apasionada en la superficie o buscando la profundidad tranquilizante. Anclados en el pasado, en los pecados, en el resentimiento o viviendo cambios de perspectiva, de prioridades; cambios de opinión, de rumbo. La vida siendo la vida, pues, y si la vida te parece triste o injusta, es muy posible que estés mirando solo una parte de ella. Sal de ese hueco.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Hazte el loco

De verdad que estamos meando fuera del perol hace tiempo, ocupándonos con insistencia de temas que no tienen lugar fuera del cafecito, la cerveza y el postre casuales. ¿Qué importa si la tierra es plana o no, que si el metaverso de Zuckerberg o incluso la raída política nacional, si dejamos debajo de la alfombra el autoconocimiento, el reajuste necesario de nuestras percepciones y de lo que no tiene caso porque está fuera de nuestro control, así como la reconciliación con nosotros mismos y con nuestros seres queridos? Estos últimos sí que son temas que nos definen mientras nos quitan el sueño y son, en definitiva, el caldo de cultivo de demonios que no se combaten o se descartan con conversas ocasionales y entretenidas entre gente "culta".

viernes, 5 de noviembre de 2021

El perro ladra

El perro ladra, ladra y ladra. Con todos sus pulmones ladra. Con toda su neurosis, con todo su sinsentido aparente, ladra. Como toda una alarma fuera de control y sin botón de apagado, ladra. Sin amo aparente y a falta de afecto, el perro sigue ladrando. Es tan obvio que lo trajeron para que avisara cuando los extraños merodearan, ya todo se tornó “un extraño”. Sus sentidos ya no necesitan estímulo para reaccionar. Un aturdimiento interior lo hace repicar ante cualquier señal de vida en la localidad. El abandono de años y su daño cerebral solo le permiten levantar la santamaría en la mañana, ladrar unas horas hasta que alguien de la casa —alguien con sus propios problemas, claro— le pasa por un lado, y con algún grito sordo lo mande a callar. Así pasa el día, sin la paz característica de un ser sano, sin la maravilla de percibir naturalmente su entorno natural. Finalmente, llega la noche, y con la voz resquebrajada por el esfuerzo, el perro deja de ladrar para caer en su rincón y soñar con todos los fantasmas que le hacen coro.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Se disolvió el tema

Se disolvió el tema. Ya no es un tema de conversación. Antes era una diatriba y hasta un escándalo, pero ya no: se esfumó en el aire. No fue que un argumento le ganó o cedió ante el otro; fue simplemente que dejó de ocupar un espacio en los asuntos por atender. Ya el poliéster con zapatos deportivos, por ejemplo, no tiene discusión. Como toda buena disolución, no se supo bien cuándo comenzó ni cuándo terminó. No se sabe si perdió la importancia después de una crisis existencial o mientras otros temas importantes se fueron colando. Lo cierto es que ya no despierta interés y hasta se siente extraño cuando todavía se escucha en la calle.

sábado, 30 de octubre de 2021

Lo que quiero es tu respeto

No me quiero tu honestidad, quiero tu respeto. Este no es un concurso sobre intereses, disertaciones o verdades absolutas. No me interesa lo que pienses y no te lo pregunté. Yo estaba hablando con un compañero e interrumpiste para decir airadamente lo que creías sobre el tema. No hablaba contigo. No te pedí tu opinión de cómo es que estoy equivocado o de cómo todas las variables o los controles que utilizo fallan tan estrepitosamente como lo indicas. ¡Fuera de aquí, carajo!

Solo no

Si advertirlo tanto, voy quedando solo. Después de un tiempo en estas consideraciones, siento que me alejo de lo que antes era lo principal. Voy como en cámara lenta, soltando las amarras, el ancla y solo me quedo con las velas de la embarcación. Mis apegos se van soltando de mis manos y se van convirtiendo en una referencia de bienestar cada vez más efímera, más temporal, aunque igual de encantadora y visitable: disfrutable sería la palabra. El hecho es que la soledad, aunque recibida con los ojos cerrados esperando el carajazo, no golpea si se le abre la puerta. Aceptar la soledad es como sentir que te curas mientras dejas atrás mucho de lo que antes necesitabas y que ahora espanta no necesitar más. Un huraño, un ermitaño, un sacaculo, pues. Pero no puedo hacer nada porque se va dando solo, como la aparente consecuencia natural de todo lo vivido. No sé si es madurez, no sé si es crecimiento; lo cierto es que en lugar de muerte, después de un rato, se va pareciendo más bien a un renacer.

El pasaje final

Mi madre, padres. Mis hermanos. Mis hijos. Mi abuela y mis tíos. Mis compañeras. Mis amigos. La sonrisa de un buen compañero. El color de una tarde de algún año. El paisaje amarillento grabado cuando era niño. Una canción. Mis sueños de niño, mis logros, mis miedos, mis mentiras involuntarias, mis arrepentimientos, mis descubrimientos. Todo desfila clara, aunque rápidamente, mientras los tengo a ustedes alrededor de mi cama, turnándose mis manos para estar.

Me arreché

Hoy me arreché por varias cosas. Comencé arrechándome por el tiempo oscuro con el que amaneció. Me arreché por el viento que me apagaba la vela. Me arreché también porque comenzó a lloviznar apenas salí. No pude evitar —ni quise— arrecharme también porque la lluvia fue tan fuerte que derribó un árbol, lo que ocasionó la pérdida de mi cita médica de hoy. Así fue como terminé bien arrecho. Y lo peor es que si ocurriese lo mismo mañana y pasado mañana, me arrecharía igual. Mirándome desde aquí, al parecer voy por ahí, al garete, enojándome por lo que ocurre de forma natural, sin la empresa o la mala intención de nadie, por cosas que nunca podré controlar. Pensándolo bien, eso no es de gente sensata, creo… parezco loco, ¿no?

Mis últimos zapatos

¿Qué tal si estos zapatos nuevos fuesen mi último par de zapatos? ¿Será que me seguiría enredando la vida con pendejadas? ¿Será que seguiría inventando dramas para quedar, a como diera lugar, como la víctima? ¿Será que si estos “guachicones” fuesen la última inversión en mi pies? Podría sonar trágico, pero en algún momento haremos nuestra última movida o nuestro último acomodo sin saber que son los últimos. Después de cierta edad, se comienza a pensar en ese tipo de inflexiones y rectas finales de la vida y se anima uno a pensar en el ánimo con el que deberíamos enfrentar el final del paseo, dejando atrás el tabú con el que siempre se trató el tema. Por ahora, déjame ponerme mis zapatos nuevos y caminar por el parque. ¡Nos vemos!

Disculpa mi sonrisa

Disculpa que me ría y no sepa por qué. Perdona que no digiera la inconformidad. Dispensa mi disposición a sentirme bien y desdeñar, sin querer queriendo, los malestares del colectivo sobre tal o cual tema que nos debería aquejar más, “mucho más”. Seguramente te parezco un desconsiderado que no comparte la queja de tu grupo con la vehemencia con la que me la traes a colación. Para ti debo parecer un payaso que, agarrado de frases hechas, camina por la cuadra con la intención de chocar a los demás que, como tú, pasan el día desgarrándose hasta más no poder y se van a su casa afligidos, más por su empeño de pasarla mal, que por lo que ocurra en la realidad de la calle. Te pido disculpas de verdad, porque al no conocer tu verdadera motivación al eterno malestar, solo te juzgo e igual me voy sonriendo.

¿Qué hay detrás de lo que dices?

¿Qué hay detrás de lo que dices? Ya sé que lo que sientes no siempre es lo mismo que significas. ¿Qué causa tus palabras, tus gestos, tus reclamos? Como un idiota, he reaccionado a tu expresión de una manera bastante chocante, sin considerar, siquiera, si hay algo que te apesadumbra y lo que toca es escucharte amorosamente. Debo saber lo que hay detrás de tu discurso, esas motivaciones que te hacen actuar como lo haces. Debo conocerte. Debo, con mi torpeza a cuestas, practicar la empatía, la compasión y todo lo que me lleve a apreciar tus palabras solo como un salpicón, como una manifestación afectada de cómo te sientes en realidad. Así que cuando me veas fijarme atentamente en ti, en lo que dices, no me alejes: piensa que estoy tratando de conectarme contigo… después hablamos de mí.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Conocimiento no es bienestar

Existe una creencia bastante difundida, harto aceptada y defendida de que el conocimiento conlleva al bienestar. No voy a entrar en los recovecos de esto, pero la mayor expresión del conocimiento en la actualidad es la ciencia y la tecnología. Todos se rinden ante las facilidades que tenemos actualmente a la mano que no tenían los seres primitivos, como el tratamiento del dolor de muelas, de un traumatismo, de una epidemia; los avances en la comunicación y la difusión instantánea del acontecer mundial; y así, un largo etcétera. Se me antoja que, mirando lo jodidos que estamos para aceptar nuestra humanidad, ante la lejanía creciente con la familia y el vecino en la salvaguarda de nuestros objetos queridos, ante la oferta engañosa eterna de un futuro mejor, todo este mundo de conocimiento, de progreso, es toda una falacia, un mojón gigantesco. El conocimiento nos promete una verdad “que necesitamos saber” —la tranquilidad que da saber— por un lado, mientras a la vista está que todo lo que ha dejado es el miedo, la incertidumbre y el asomo de la autodestrucción. Lo que necesitamos es la paz que trae el verdadero bienestar, la mejoría en nuestras relaciones, y está claro que, paradójicamente, mientras más sabemos, más incertidumbre surge. Pues, suerte con esa úlcera.

lunes, 25 de octubre de 2021

Muertos de miedo

El miedo es el mecanismo más efectivo en el control del otro, sin duda. Con un buen trabajo de amedrentamiento, usted podrá obtener el control sobre el terreno. Pregúnteles al padre y a la madre, al cura y al pastor, al político y al funcionario, entre muchos otros y verá en sus ojos que meter miedo ha sido una tentación ineludible. Por eso, no es de extrañar que al final de nuestras vidas muramos de miedo, lamentando el terror con el que vivimos, arrepintiéndonos de las cosas buenas y placenteras que nos perdimos por no haber sabido nunca hasta dónde llegaba el jardín que debíamos cuidar.

viernes, 22 de octubre de 2021

El engaño de la bidimensionalidad

Pueda ser que muchos estemos viviendo la ilusión de una existencia extensa, infinita ante la vista entrenada, pero que, finalmente, sea una vida plana, en solo dos dimensiones. Navegamos entre dibujos, mapas y proyectos que ofrecen solo un rendimiento instrumental, operacional, pero que pueden carecer de profundidad, de una tercera dimensión que nos afloje la soga al cuello. Tal vez por eso es que todo resulta, en últimas, aburrido, repetitivo, sin sustancia permanente. Tal vez por eso caemos en la trampa de las metas sucesivas, sin fin, recurrentes, como para que la vida tenga un sentido a juro, a ultranza, solo en el hacer. La eterna insatisfacción, la inconformidad perenne, eso de no apreciar nunca lo que se tiene a la mano, sino la práctica enfermiza de querer algo más, siempre algo más, puede lograr el enredo máximo en la superficie, en esas dos dimensiones que no bastan para darle sentido a la vida. Caminamos cada día por entre lo que unos llaman “la creación” sin fijarnos, sin ni siquiera usar los sentidos o la conciencia para saber que somos parte de algo inmenso que hasta ahora resulta invisible. El tiempo pasa y seguimos persiguiéndonos la cola como perros empeñados en tener razón en el momentico de turno, solo para darnos cuenta, poco tiempo después, de que todo va cambiando a medida que nuestras percepciones cambian, cuando en realidad en el mundo todo sigue exactamente igual. Debe haber un marco más amplio, más profundo en el que todas las cosas, los pensamientos y los comportamientos caben y se explican. Seguro vale la pena conocer al menos la puerta de entrada a tal recipiente tan magnífico y liberador de las tensiones que se dan en nuestras dos precarias dimensiones de siempre para terminar, definitivamente, en la verdadera experiencia de vivir.

sábado, 16 de octubre de 2021

¿Qué pasó con nuestra amistad?

¿Qué pasó con nuestra amistad? ¿Sí era amistad o era una excusa pa taparte el hueco de turno?, porque el turno hasta corto resultó. ¿Será que este carapacho de cómo estases y me gustas por las redes fue lo único que quedó de tu interés aparente del principio? ¿Será, chico, que esta momia petrificada que exhibo en mis conversas con otros con cierta reserva y con la etiqueta “es un buen amigo con sus propios problemas, como todos” es solo el premio de consolación por ser bastante estúpido y creer que la cosa iba en serio? La verdad es que no sé dónde quedó ese abrazo y la presencia prometida para los momentos difíciles y no tan difíciles. De hecho, todo parecía urgente, constante y hasta insistente, pero por algo que solo tengo que responder yo mismo, te alejaste disimuladamente y creo que quedamos siendo solo un retrato en alguna gaveta, en algún cuaderno, en algún baúl que oculta algún oprobio, alguna vergüenza, alguna imposibilidad. Pero tranquilo: si en algún momento decides aparecerte, hablar y sentir cosas de gente grande otra vez, espero ser lo suficientemente ecuánime para aceptarte, abrazarte y no mandarte pal carajo… otra vez.

Que no llegue la crisis

Que no llegue la crisis, por favor. No quiero ver lo que resulta cuando todos los muros de contención se derrumban y dejan salir lo que hay detrás, lo que hay dentro. Te pido que no permitas que estalle todo y, aunque parezca un paso evolutivo necesario, que demasiadas cosas se reinicien, que se desubiquen para siempre, que se cubran de una desolación bienintencionada. No quiero que se rompan los puentes que hace tanto tiempo amarré con dejadez criminal, con la esperanza de que nunca nadie se diera cuenta del parcho. Sigamos fingiendo por un rato que todavía hay recursos, que hay tiempo, que hay amigos y que todavía nos quedan algunas farsas por disfrutar. Sigue conmigo. No te quites el disfraz todavía. Sonríe a la cámara y aguantemos un poquito más para ver si aparece un inusitado salvador de mediocres, de autoengañados convencidos, de gente que se equivocó en la definición del merecimiento. Te doy lo que quieras, vale, pero que por favor no aparezca el demonio que he estado llamando desde siempre con mis silencios, con mis omisiones y mis complicidades. Anda, ¿sí?

viernes, 15 de octubre de 2021

Confort, ¿es la vaina?

Ante el llamado de ayuda, prefiero, digamos, trabajar. Ante el planteamiento afectivo a resolver, prefiero seguir poniendo ladrillo sobre ladrillo en otro sitio. Ante la demanda de herramientas un poco sofisticadas, prefiero lo seguro, lo rutinario, lo mío. Prefiero hacer algo que sepa hacer y sobre lo que tenga control fácil —aunque agote—, que meterme en vainas que seguro otros pueden hacer mejor. Pasará el tiempo y me iré alejando de lo que se necesitaba de mí, pero ante el espanto de abrir mi pecho, correré, siempre despavorido, a continuar mis manualidades de siempre, total (y con risita infeliz): "eso lo hago por ti".

jueves, 14 de octubre de 2021

Inocencia al coleto

Perdiste la inocencia y ya no te acercas a lo que ocurre con la misma ingenuidad, con la misma bondad y curiosidad. Ya no fluyes naturalmente con lo que acontece, sino que, espantado, le colocas tu etiqueta más eficiente y dejas el sitio. La habilidad que tenías para dibujar lo que tenías enfrente se dañó y en todo ves una amenaza, un borrón, un posible engaño. El pasado te maltrató tanto que tu paisaje empañó para siempre, convirtiéndote en el sospechador de oficio, en el brillante destructor de sueños que sonriente ofrece tarjetas de presentación. Date un chance.

Disfraz de vida

Mi vida comienza con mi respiración, con el latir de mi corazón. Sigue con abrir mis ojos, con lo que siento, con la luz del Sol y con saber que amanecí, que estoy en casa, donde puedo estar todo el tiempo que quiera. Poco a poco la vida se va extendiendo, hacía mis cosas, mi ambiente de confianza; hacia mi gente querida, a quienes y de quienes necesitamos intercambiar un "estoy bien". Me siento bien mirando alrededor; me siento pleno. Pero es entonces, ya supuestamente despierto, mis pensamientos se van más allá de mis humildades, conformidades y una voz imaginaria comienza a inquietarme con apuros, con pendientes, con éxitos por alcanzar. Lo bueno es que esta última parte, la imaginaria, no es parte de mi vida porque no existe; es una proyección hacia un futuro que lejos de reconfortarme, me complica. Temo que, al final de mi vida, las cosas sencillas mencionadas al comienzo, mi vida verdadera, esa que se toca, esa que da una mirada y un abrazo, haya desaparecido a causa de esta loca carrera por alcanzar logros ajenos, harto lejos de lo que verdaderamente soy.

viernes, 8 de octubre de 2021

No eres tan especial... ¿o sí?

Si te poner a ver bien, no eres tan especial. Si le pones la lupa al tiempo de las generaciones, es casi imposible que “hagas la diferencia”. Estás atrapado entre el condicionamiento de tus ancestros y la voluntad de tus descendientes. Eres una piedrita en medio del terreno del pasado y el futuro, pretendiendo ser un agente de cambio, cuando en realidad tus elecciones que afirmas “libres” están sometidas por el equipaje que guardas en tu cabeza, de tu casa, de tus padres, de tus amigos y tus tropezones, incluso porque elegiste lo contrario a eso porque decidiste ser, de nuevo, “libre”. De pronto te podrías dar cuenta de que te pareces tanto a esos viejos que cuestionas hasta el cansancio y que a la vez no causaste los efectos esperados en los que vienen detrás. A pesar de saber en tus profundidades que sí eres especial para ti y para unos pocos más, es inevitable, en algún punto del camino en el que no sabes si es bueno o malo o no importa, que eres solo tú, con tus penas y tus glorias, igual que toda esa gente que ves pasar a tu lado.

¿Por qué a mí?

Siento siempre esa cosquilla que me llevó a hacer alguna travesura y pensar que mi mamá no se enteraría, que no me castigaría, ¿verdad? Es la misma picazón paralizante de no llevar la tarea a la escuela porque total, por una tarea no me iban a raspar, ¿verdad? No cesa la cosquilla pasados los años y se presenta al momento de estar con mi novia sin protección, total, justamente en este momento tan especial no tiene por qué salir preñada, ¿verdad? Presente siempre, como parálisis mental, como huida hacia adelante, cuando le monto cachos a mi mujer, total, ella me maltrata y eso me otorga licencia para sinvergüencear y además, ¿quién se lo va a decir, verdad? Y así siguen pasando los años y ahora dicen hay un virus letal que supuestamente afecta la vida de la gente en todo el mundo —cosa que me parece un invento—, y como las cacareadas medidas de seguridad contra el bendito virus son un fastidio: dan calor, uno no se escucha, en fin... Y en medio de esa negación enfermiza y de la invocación tardía a santos que no me paran bolas —parece que es verdad la vaina—, la cosquilla de siempre, mi salto tan arraigado al precipicio, me dice insidiosa e incesantemente que no parezca ridículo ante los demás, que no me muestre paranoico por un virus, que no me sume a esos pendejos militantes del cuidado y, en mi conseja de siempre, decido que no tiene por qué pegárseme justamente a mí, ¿verdad? Ahora, aquí, bien jodido como antes, como siempre, aunque ahora con una contundencia irreversible, valoro y lamento la tremenda equivocación que he cometido al saltar por sobre todas las soluciones y terminar, como todo buen testarudo, entre el miedo y lo guapo, padeciendo de mi castigo de turno… Qué vaina.

miércoles, 6 de octubre de 2021

Se siguen yendo

Se siguen yendo. Siguen partiendo. Con una arbitrariedad aparente, la gente de cualquier color o intención, sigue desapareciendo bajo el signo el maldito virus. Ya es hora de que quede atrás eso de que no te crees el cuento o de que no te dé la gana cuidarte. Aunque nunca se sabrá la totalidad del cuento de cada caso —la ignorancia, la incredulidad, el descuido resultante o el miedo paralizante—, alguien cercano parece siempre sospechoso de conducir el bicho. Lo importante no es juzgar quién anda regando el asunto entre los demás, pero de cierto tiene que esa ligereza puede matar a muchos otros y no solo a quien la porta. ¿Fue solo el virus o había algo detrás que el virus terminó de precipitar? Con el apuro, la escasez, la negligencia o la indiferencia manejando el autobús, nunca sabremos exactamente qué es lo que nos arranca la vida. Es frustrante que siendo tan miedosos, el susodicho miedo ni se aparezca para mantenernos alejados del peligro. Quién sabe hasta cuándo seguiremos en esta paja. Quién sabe cuántos podremos contarla. Come bien.

jueves, 30 de septiembre de 2021

La historia del Pasote (6/6)


 

La historia del Pasote (5/6)

 


La historia del Pasote (4/6)


 

La historia del Pasote (3/6)


 

La historia del Pasote (2/6)


 

La historia del Pasote (1/6)


 

Se reduce el círculo

 

Se reduce el círculo y cada vez son menos alrededor de la fogata. La atomización es un hecho: cada quien por su lado, lidiando con sus prioridades, resolviendo su diario y sus facturas, cayendo rendidos al final del día en los brazos de un Morfeo cada vez más calenturiento. Las coincidencias de intereses se reducen tanto que desaparecen sin darnos cuenta, entre el silencio, las sirenas, las noticias y las redes sociales. Los afectos se van sometiendo a los horarios y a los agotamientos mientras se congelan las cervezas y se enfría el café a falta de juntura. “No es que no quiera, pero la cosa está peluda”, reza el mensaje de texto… y eso cuando hay alguno.

martes, 28 de septiembre de 2021

Se abre el telón

Te vas abriendo y dejando ver lo más crudo de la realidad que entrañas. No hay excusa. Pasaron los años y ya esconderse resulta extenuante y bastante ridículo. El mandato final de darse cuenta y aceptar el regalo como vino llegó para quedarse. “No morirás en la inconciencia”, susurra el espanto que me mandaste esta vez. Parece que hay que comenzar a comportarse ya “como un hombrecito” mientras intento detener la inercia de la huida permanente. Siento que se rompe el cascarón con el que venía conteniendo el miedo disfrazado de rumba y mis pies descalzos al fin tocan el suelo frío. No gusta la sensación, pero la calamidad no arruina la posibilidad del indulto al aprendizaje, a la reformulación urgente, a la promesa seria —ahora sí— de un bienestar ajeno al sobresalto, sumergido en paz.

lunes, 27 de septiembre de 2021

¿El lado positivo? No, gracias

Ver el “lado positivo” de las cosas puede parecer lindo y hasta necesario. Es una indetenible conseja en los labios de muchos. De Hecho, el lado positivo podría resultar un espejismo de nuestras percepciones sobre la realidad en la que vivimos. Hay que tratar de ver todos los lados posibles del asunto, no solo el positivo. Hay que saber de qué se trata el asunto y hacerse cargo, asumir la responsabilidad que tenemos incluso en la calidad de nuestras percepciones de las cosas, de las personas y de las situaciones. Hay que dejar el comeflorismo y comenzar a sumergirnos de una vez en cosas de gente grande, de seres conscientes. Debemos ponernos en perspectiva, a la altura de la amplia dimensión de los fenómenos que desfilan delante de nosotros, cada día, y que nos susurran de cerquita: te queda menos tiempo para comprender, para darte cuenta, para vivir bien. Deja, pues, de hacerte el pendejo. Lo que no quieras ver, igual te va a arrollar.

Ama sin palabras

Ama sin palabras. Intenta, como novedad, dar amor sin usar las palabras, sin pronunciar etiquetas, sin considerar conceptos. Deja atrás esas representaciones de la realidad, de los sentimientos, de las emociones porque solo son eso: representaciones. Procura brindar afecto de una manera directa, que se haga realidad mientras lo haces. Deja de prometer, de hablar de las cosas importantes de la vida y sumérgete en la experiencia misma. Vive, de manera incontrovertible, lo que sientes, lo que das, lo que recibes. Deja de pensar en las palabras necesarias y acomete las acciones necesarias, por sencillas o irrelevantes que parezcan, incluso por ridícula que las consideres. Compartir con quien lo necesita sin caer en la trampa de esperar la palabra “gracias” cambio puede ocurrir sin abrir la boca. Besar, abrazar y acariciar a la persona de tus afectos puede abrir una puerta interesante y hermosa para vivir. Vivir no es hablar de la vida. Vivir no es describir o mostrar la experiencia o la expectativa ajena. Deja de usar palabras porque, entre otras cosas, es la mejor manera para crear mentiras.

domingo, 12 de septiembre de 2021

El adolescente de hoy

Soy el adolescente de ahora. No contesto el saludo, me quejo sin parar, berrincho sin cesar. Soy adolescente moderno. No miro a nadie fuera de mi esmar fón, no doy las gracias, no pido favores, no pido permiso ni mucho menos perdón. Así soy yo: salido de la burbuja sobreprotectora y desatinada de mi mami, quien solo quiso mi bien sin mirar a quien. Claro que soy adolescente reciente, sin pendientes, con solo dos dimensiones, sin medidas ajenas, sin conciencia del otro, sin más consideraciones. Soy yo, pues, el príncipe del nido, el futuro deprimido del cuarto de arriba, el despiadado próximo empresario, el flamante temible dirigente político. ¡Aprieta, que voy!

jueves, 2 de septiembre de 2021

Quise controlarlo todo

Me concentré tanto en controlar lo que había a mi alrededor, que perdí de vista el flujo natural de las cosas. Quise evitar los errores para no quedar mal, para conservar mi imagen, y perdí de vista el posible aporte de cada error a mis pasos futuros. Quise ayudar a los demás señalándoles el camino correcto, pero solo logré que se apartaran de mi lado, incluso triunfando a su manera. Después de tanto resistirme, de tanto intento fallido de que las cosas fuesen como mi recortado punto de vista lo dictaba, me rendí y descubrí que había desperdiciado tal cantidad de años y calorías que me sentí bastante estúpido. Pero bueno, ya después de soltar ese bulto tan pesado que traía en el lomo que me gritaba que debía intervenir, la verdad es que el camino se me hace más ligero y hasta las lágrimas salen, sin reparo, cayendo parado en cada resbalón

lunes, 30 de agosto de 2021

Fanatismo

Se sale del seno familiar con las flores y los vacíos causados. Se mira para afuera por primera vez y va encontrando uno nuevas simpatías que no siempre vienen “sin costo adicional”. Se escogen las banderas que ondearán y nos harán sus esclavos por un buen tiempo —si el tiempo lo permite— y es entonces cuando nos ponemos fastidiosos. En medio de la necesidad de una perfección imaginada por nuestras necedades intelectuales, nos pegamos, como una rémora, a una presunta y endiosada manera de ver las cosas que tarde o temprano mostrará sus costuras y nos dejará en evidencia. Es en ese momento cuando nos vemos tentados a defender algo en lo que ya no creemos por fraudulento, pero que todavía nos brinda un sentido de identidad y supervivencia importantes. Es entonces cuando saltamos de la simpatía al fanatismo, de lo interesante a lo obligatorio, de lo posible a lo irrespetuoso. Y claro, como hay grupitos así de sobra, nos empatamos en una lucha, en una resistencia eterna que nos va a servir para, al momento de morir, declarar, con la voz y la mano temblorosas, que dedicamos una vida a una causa noble. Y mira, quién sabe si hasta te hagan una estatua.

La aritmética de la existencia

En medio del aparente caos, ante ese gigante desorden que mis ojos y mi estómago solían catalogar como una tormenta sin sentido, como un hilo de injusticias, una tras otra, los años dejaron pasar un rayo de luz que comenzó a dejarme detallar el gran asunto. Como cuando se mueve una lámpara de su lugar de costumbre, se iluminaron algunas sombras y algunos brillos quedaron atrás. Se fueron dibujando nuevas formas, más redondeadas, más apaciguadas, sin mucha sinuosidad. Fue cayendo todo en su santo lugar. Como un rompecabezas complejo venido a menos, como un baúl de tesoros ya sin candado, se fue desvelando lo que parecía ser la fórmula de la vida. Por un lado, quedarían intactos para siempre los misterios imposibles de resolver desde un humilde y recortado punto de vista. Por otro lado, las causas y los efectos inamovibles hasta el momento, se dispondrían a ser aceptados como naturales, eliminando de una vez por todas las expectativas fundadas en caprichos, algunos de ellos vestidos de academia o sotana; y, finalmente, se avistarían los gozos y entusiasmos producidos por la paz y el sosiego, otrora temidos soldados del aburrimiento y el fracaso. Todo el panorama lucía como compuesto, inexorablemente, por una aritmética de la existencia, por esa maquinaria simple, pero firme y pesada a la vez, de acción y reacción ya más nunca temida, que tejería mis días actuales con cada vez más sentido, con cada vez más aceptación de lo que ocurre como producto del más exacto de los relojes.

jueves, 19 de agosto de 2021

Celebrar la vida

Celebrar la vida de una vez por todas. Celebrar que estamos vivitos y coleando por estas calles. Festejar este viaje en tren en el que varios se bajan, a nuestro entender, antes de tiempo. Tómate el pulso, cómete un helado o haz el amor enterándote de que hay un privilegio en eso, que no es algo que merecías un mero “golpe de suerte”. Ha de acabarse el desperdicio de momentos que podrían ser mejores si solo cambiáramos la perspectiva, manquesea dolorosamente. Pero eso no es tan fácil, dices. Déjate de vainas y ahórrate desde ahora el arrepentimiento al final del viaje en el que por fin te diste cuenta de que de unos cuantos minutos al lado de tu ser querido vale el pasaje completo.

jueves, 12 de agosto de 2021

Por favorcito


Si estás esperando que te ayuden solo aquellos a quienes una vez ayudaste, imagino que la has pasado bastante mal. Esos numeritos no cuadran, esa lógica no te da, ¿cierto? Pues bienvenidos a cómo marchan las cosas en esta realidad, en la que por un lado se te aparecen algunos ángeles inesperados, mientras se desaparece una pila de desagradecidos. Acostúmbrate a que así funciona y es perfecto. Sin obligaciones, sin forcejeos, en un flujo dinámico de acontecimientos, las cosas se sobrellevarán y, con un empujoncito, se solucionarán. Pero eso sí: tienes que pedir la ayuda. Calladito vas a seguir remordiéndote en tu soledad y te va a salir otra llaga como la que ya tienes. Muy bien. En este punto, espero que sepas ya cómo se bate el cobre, y cuando necesites ayuda, deja el drama desolado y silencioso, abandona el sufrimiento autoinfligido y pendejo para dar paso a esta novedosa manera de ver las cosas, en la que el intercambio no es de uno hacia uno, sino de todos entre todos. Deja de buscar culpables y de nuevo: deja el drama.

miércoles, 11 de agosto de 2021

Crisis existencial

Pasaron suficientes años y ya el hacer no es suficiente; los objetos no son suficientes. Sentir, sentirse bien, estar en algo pasa a ser, forzosamente lo más importante y se nos acaba de sentar enfrente a reclamar su espacio. No hay prórroga. Descubrir ese hueco oscuro que cuando éramos jóvenes que bailaban pegao con el sistema no se notaba y en medio del exceso de expectativas, de luces, de ruido, pues resulta un campanazo que amarga. Pero el espanto salió, como hacen los espantos, causando el miedo en las canas. Aparece la necesidad de que todo cuadre urgentemente, ya con la vejez y la muerte ya apareciendo en el horizonte. Los misterios y secretos de nuestras crianzas, nuestras malas decisiones y el daño infligido a los demás cubren de manera injusta a nuestros logros y querencias, a nuestros amores. “No puede ser solo esto”, parece gritar esa dimensión interna que acallamos durante años, y aunque nunca nos gustaron las verdades, en general, ahora buscamos algo que se parezca a una certeza, a un camino correcto, a la recuperación de la omisión. Por muy determinado que se luzca, ha llegado el momento de doblarse o quebrarse, de ajustar y ser honestos, o de ser porfiados y morir por dentro antes de morir por fuera. Se acabó lo que se daba, hermano. Se acabó la corredera.

sábado, 7 de agosto de 2021

El dinero es importante

El dinero es importante. Métele dinero a la comida y obtendrás un restaurante. Ponle dinero a la ayuda y obtendrás una empresa de seguros. Inyéctale plata a una reunión y obtendrás una agencia de festejos. Ponle unos cobritos a la hospitalidad y obtendrás un hotel. Ponle plata a la salud y obtendrás una corporación farmacológica. Métele dinero a un sueño y obtendrás una empresa. Ponle plata a una diferencia de intereses y obtendrás la guerra. Métele dinero al amor y obtendrás prostitución. Finalmente, métele plata a la cabeza o más dinero al dinero y obtendremos esta civilización. Obviamente, el dinero es muy importante.

El comienzo de esto

No recuerdo exactamente cómo comenzó todo lo que ahora tiene diez años de edad. Sí recuerdo una figura juvenil, aunque elegante, formal, de talante introvertido, aunque con apariencia de seguridad en sí misma. De risa disimulada, se sentaba entrando al recinto laboral, inevitable de ver: oportuno aquello para engolarme al pasar con mi personalidad encorbatada y con dos descargas de colonia. Al inicio, no hubo nada… nada. Su juventud versus mis cuarenta y pico limitaba cualquier mirada que se enfilara hacia algo más allá de lo posible entre dos afables compañeros de trabajo. “¿Es usted la señorita Bolívar? La solicitan en Recursos Humanos” fue mi primera aproximación. El viaje juntos de ida y vuelta en ascensor, una conversa tan limitada como pudo y una cordial despedida para continuar la jornada laboral es lo que se pudo llamar “el primer encuentro”. Es obvio que, para los resultados actuales, ese primer encuentro fue todo un fracaso (risas). Pasó el tiempo y, entre marcar tarjeta, la tertulia durante el almuerzo, en la que se recostaba sentada de un árbol, se fue produciendo uno que otro centellazo de la mirada: algo comenzó a ocurrir. La señorita de pelo largo, negro y lacio, de ojos grandes y pícaros (cuando lo tenía a bien) fue atrayendo mi atención, teniendo en cuenta, por supuesto, la excelente ortografía (casi como la mía) y el buen hablar como bono extra.

Así comenzó la historia: esta historia.

viernes, 6 de agosto de 2021

Como una metra en un embudo

Como una metra en un embudo, seguirás dando vueltas con todo ese impulso invencible que muestras ahora. Continuarás argumentando en contra del agujero del centro con la vehemencia que te caracteriza, con esa prestancia, con toda la juventud que te queda en el bolsillo. Negarás el hoyito que aún ves tan lejos. Propondrás teorías alternativas y jurarás sonriente y en público que eres diferente, que lo mismo no te pasará a ti. Pero de repente, sentirás que tus patrañas y tu entretenimiento van perdiendo fuerzas. Indefectiblemente, irás acercándote al centro en medio de tu novedosa desesperación. Ya no hay argumento brillante. Ya no quedan cartas en la manga y ya te notas enfilando hacia la derrota, confundido en si fallaste en hacer algo más para estar al borde del plato permanentemente y no enfrentar ahora este momento que te lanza, sin piedad, en la estadística balurda esa que tanto criticaste. 

Gente misteriosa

Gente misteriosa. Gente que no responde el saludo. Gente que no contesta el teléfono. Gente que no llega, que desaparece cuando debe estar. Gente que no opina, que enmudece. Gente que produce un vacío en lugar de dejar un aporte. Gente sospechosa. Gente reñida con la compasión, que perdió la capacidad de responder naturalmente a una circunstancia. Yo temo que ellos crean que de alguna manera son “interesantes”, cuando realmente son solo un manojo de nervios.

jueves, 5 de agosto de 2021

Inocencia vulnerada

La persona feliz es la persona inocente. La persona que organiza el bienestar del grupo no puede ser tan inocente, así que se prepara en habilidades prácticas y es cuando "descubre" que lo inocentes son inocentes y cree, por algún acto de autoseducción, que puede sacar ventaja del otro que permanece en su inocencia. Comienza entonces a hacer daño desde su destreza y su ilusión de avance, extrayendo la buena energía de la inocencia a su alrededor y dejando, a quienes no tienen sus mismas herramientas para defenderse, en la más completa, temerosa paralizante vulnerabilidad.

sábado, 31 de julio de 2021

Me voy volando

Otro día de mierda más. Otra jornada interminable más. Llego finalmente a mi sitio, a mi refugio, donde me siento protegido, aunque todavía con el sobresalto y la miseria quemando mi piel. Aunque me siento agotado, no quiero comer. Quiero relajarme, salirme, escaparme de esta presunta realidad en la que vivo. Tomaré un poco de esto, me meteré algo de aquello, de lo que me hace volar fuera de esta oscuridad de facturas, moral y horas de oficina; de humillación, de negociación inagotable de mi dignidad. Volaré como antes, pero esta noche ocurrirá algo muy distinto. Esta noche, antes de que al sol se le ocurra salir, no sé, por un error de cálculo, por una ligereza bien costosa, no volveré. Me iré. Me quedaré, con los ojos abiertos y perdidos, por los mismos aires por los que solía sonreír.