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sábado, 28 de noviembre de 2020

¡Paren esta vaina!

Traigo el impulso, la fuerza, la inercia… la carga. Los motores recalentados no se han enterado de que ya todo pasó, de que el propósito se cumplió y siguen mandando vueltas al eje. Ahora necesito que se vayan apagando, calmando y le cedan el lugar a la tranquilidad, al silencio, al espacio dispuesto para lo de antes, lo que queda tapado por el barullo, aunque preferiblemente para la nada. Necesito volver a ser yo en función de mí mismo, a sentir, a reubicarme y dejarme ser de nuevo, a caminar por mi propio camino… a ver qué cosa honesta sale.

martes, 24 de noviembre de 2020

No puedes salvarlos a todos

No puedes salvarlos a todos. Es totalmente imposible. A pesar de la necesidad que te rodea, del dolor de tu alma, tu vocación extraordinaria y de tu gran corazón, no puedes. De hecho, no debes creer que puedes. Mientras tu tendencia a favorecer a los demás se desenvuelve de una manera aparentemente ilimitada, tu mente y tu cuerpo comenzarán eventualmente a resquebrajarse, a flaquear, a negarse a seguir el camino que le has impuesto. “Amar al prójimo” no significa autodestruirse. Sacrificarse por el bien de los demás no implica abandonarse a sí mismo. De hecho, si te fijas bien y te pones práctico, los días de sufrimiento por agotamiento, enfermedad o lesión propios no permiten que puedas brindar el mejor servicio a quienes lo necesiten con la energía y la alegría necesarias. Así que ponte las pilas. Deja el frenesí por los demás y pon orden en casa antes de salir a rasgarte el pellejo en la calle.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Fuiste ejemplo

No hubo mucha interrupción en tu sufrimiento. Muy poco receso, al parecer. Nacer sin herramientas y con la consecuencia lógica de no adquirirlas durante una vida de agobio, signaron tu existencia, según reza el cuento de camino. Anécdotas sobran de tus salidas, de tus desmanes, de tus golpes a la mesa. Al parecer, no tuviste tiempo de tranquilizarte lo suficiente como para recostarte en tu conciencia siempre saboteada por el entorno y acomodar el nido. Hasta tus últimos días todavía parecían asomarse los viejos y violentos fantasmas, las condenas, la mala fama fortalecida. Sin embargo, yo disfruté de tus otros días, de tus ratos de descanso en la vejez, de tu sabiduría malhablada. Yo tengo los mejores recuerdos de tu sonrisa, esa que se escapaba de los berrinches en cuestión; de tu picardía, incluso en tus días finales. Fuiste el indiscutible ejemplo de autosaboteo, de ceguera vertiginosa, de propagación de tempestades y, al mismo tiempo, el ejemplo de quien pudo llevar adelante un proyecto que lucía imposible, invisible, pero que manquesea a carajazos, salió adelante entre nosotros. Bendición.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Fui solo un rol

 

Fui solo un rol. Fui solo un rol y ahora no encuentro qué hacer, cómo sentirme. Fui padre abnegado y cuando mis hijos se fueron e hicieron sus propias vidas, solo me quedó la frustración de no poderlos ayudar más. Fui trabajador incansable, el mejor dispuesto, pero al quedar finalmente sin empleo, solo me quedó la ansiedad y el ridículo cheque. Fui uno de los atletas más destacados de barrio, reconocido hasta en los medios locales: toda una figura. Pero al pasar de los años, el declive normal de las energías, los achaques y las dificultades me dejaron en casa sin poder ganar ni un trofeo más. También fui joven. Enérgico, apasionado, portador de la irresponsabilidad y el desdén asociados, de los sueños y las grandezas siempre pendientes por las que podía arriesgar cualquiera de mis bienes físicos o mentales. Pero ahora estoy en el atardecer de mis días, con más frustraciones que satisfacciones por haber corrido con los ojos cerrados y resistiéndome cada día a la idea dejar de ser el tipo capaz de levantar una familia o un bulto pesado al mismo tiempo. Hoy, mirando por la ventana y con la taza de café en la mano, me di cuenta de que el tiempo pasó y me atasqué en el rol más prometedor, sufriendo la confusión que deja ser un disfraz y no quien decidió usarlo.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Nunca es solo una cosa

Nunca es una sola cosa. Nunca el remedio es uno, por lo que hay que olvidar totalmente las tan cacareadas panaceas. Hasta lo más simple tiene más de un origen. Hasta el más nimio efecto tiene varias causas. No es tan simple tapar el huequito con un solo dedo, porque se comienza a chorrear por otros lados. Puede ser que haya una causa poderosa, pero no será la única y es por eso que después de “solucionar” algo con el remedio recomendado por los sabihondos, seguirán saliendo los fantasmas inexplicables. Los patrones de comportamiento de la situación revelan varios caminos a tomar, pero los genios que somos nos hacemos los pendejos y tomamos uno solo, “¡El Definitivo!”, gritamos, anticipando ridículamente el triste final, el nuevo fraude protagonizado por nuestra percepción borracha, por nuestra ilusión imbatible.

¿Bruto yo?

 

Siempre temí ser bruto, por lo que siempre me resistí, sistemáticamente, a someterme a las pruebas que lo confirmaran. Los exámenes sicotécnicos fueron un verdadero reto, no tanto por los resultados, los cuales nunca fueron tan malos como temía, sino por temor mismo a fallar durante la tarea. Cuando alguien me preguntaba si había hecho tal o cual ejercicio, el desafío de moda o la prueba pendiente requerida por el sistema, bien con una risita nerviosa o con un rotundo “no me interesa” abandonaba el grupo y me iba a ver si “el gallo puso”. Los mensajes del entorno solían ser directos, elocuentes y claro, desalentadores. Sin un tutor sicológico o un amor consciente a la mano, no había mucho sueño o proyecto que me ocupara la mente, por lo que, al margen, sí pude disfrutar plenamente de eso que llaman el ahora durante mi niñez. Pasaron los años y desde mi coraza miedosa comencé a abrirme paso entre las maneras, entre los métodos, entre mis posibilidades reales y mira, resulta que bruto no era. Sí quedaron las taras residuales de la creencia recién abandonada, como la inseguridad, pero el progreso en los logros fue aumentando hasta llegar a un nivel muy aceptable de mi parte. No es que luego fuese noticia o saliera en los comerciales o programas de entrevista, pero sí pude lograr mi estrellato íntimo como alguien capaz de hacer lo que quisiera, aún cuando “lo que quisiera” no estuviese todavía a la vista… y tal vez todavía no lo está porque el camino que escogí de viejo no fue el de la capacidad publicitable, pero no me cabe duda de que el encuentro con mi potencial, inicialmente negado, sigue siendo sumamente grato.

lunes, 9 de noviembre de 2020

No me gusta mi vida

No me gusta mi vida porque no es como quiero que sea. Y, ¿cómo quiero que sea? La verdad no sé, pero seguro no es como es ahorita y desde hace tiempo. Me enseñaron a soñar, a imaginar, a proyectar, pero nunca me dijeron cómo es que se disfruta el día de hoy, sin apuros, sin urgencias, plenamente o cómo es que se acepta lo que es como es. Fui equipado por los míos y por el entorno con los más pesados condicionamientos, con las más agringoladas creencias; y en este punto, siento que la colección imaginaria doblar la espalda y las rodillas. En medio de prejuicios, resistencias y demás tributarios del miedo, mi paso casi se paraliza mientras, aparentemente, tengo un extenso camino enfrente… dicen ellos. Me dicen que no me gusta la vida porque no he vivido, que el latir de mi pecho no significa disfrute, sino pura y simple sobrevivencia camuflada. Afirman con vehemencia que mientras vivo de un posible pasado glorioso o esperando un futuro mal prometido, todos mis “ahoras” siguen circulando y yéndose irreparablemente por la cañería, sin entrar en el álbum, sin firmar el libro de visitas… solo marcando tarjeta antes de entrar en el matadero que es cada día de mi vida.

martes, 3 de noviembre de 2020

A mis 50 años

A mis 50, lavé los platos cuando estuve dispuesto, boté la basura cuando la bolsa estuvo llena y me bañé cuando lo preferí. En el medio cupón, negocié solo lo pertinente, visité cuando quise y cedí el asiento cuando pude.  A los 50, me descubrí detrás de una pila de basura ya visible y fácil de remover. Al abrir la puerta otoñal, dije solo lo necesario. A estas alturas, pude ver que el amor no es un chorro selectivo, sino que soy la fuente abierta del amor que se vierte antes sobre mí y lo recibe quien se atraviese. A mis 50, puse a la pasión, a la culpa, al arrepentimiento y a lo que pudo ser en su santo lugar y me deslicé a lo que soy y a lo que puedo hacer. A los 50, creo que comienzo a aceptar, en lugar de resignarme.