Soy quien no
ves, pero estoy cerquita de ti. Soy a quien dejas con el saludo. Soy a quien no
miras por más de unas fracciones desgarradoras de segundos. Soy quien te
conoce, más allá de lo que puedas recordar de ti misma. Soy el anónimo que sólo
absorbe en silencio, que se da el lujo de sufrir sin tu permiso. Soy ese ángel
guardián todavía cesante. Tal vez, a veces, puedes sentir alguna fuerza a tu
alrededor que me puede delatar, y es cuando miras alrededor como si alguien
susurrase sin dirección. Esa fuerza es la que guardo para ti. Esa fuerza es la
que se nutre de verte cada día, y lejos de disminuir, aumenta sospechosamente.
Sigue caminando; ya no pienses que algo o alguien puso en ti la semilla de la duda
de que hay algo que no sabes, que no conoces, pero que sientes como una brisa
ocasional. Sigue caminando, que de una manera casi inevitable, al tropezar,
quizás conozcas a alguien que teme, que se horroriza, de seguir siendo
invisible, aún después de ese momento mágico.
Es de mis favoritos.
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