Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"

viernes, 26 de junio de 2020

La Hamaca en Instagram (videos cortos)



Hola, amigos, ¿cómo les está yendo por allá?

Aquí les dejo un link para que vean los videos cortos que subí a Instagram. Se trata igual de temas que nos tocan, pero en video.
Espero que les guste el invento. 

El Faculto.

miércoles, 24 de junio de 2020

Matar por defender la vida

Me importa la vida. Sé su valor. Por eso, lucho por la vida. Cada día me levanto y me encamino en la empresa diaria de cultivar la vida en todos sus aspectos, principalmente mediante el agradecimiento y el respeto. Es difícil, pero es como debe ser. Debo seguir adelante con esto. Pero es que últimamente ha habido mucho abuso y burla y no he podido controlar totalmente el malestar que deja la emoción, la impotencia al final de la jornada de mi lucha por la vida. Hablando honestamente, más bien creo que estoy perdiendo el control con cada tropiezo en mis nobles objetivos. De hecho, ayer llegué al límite y me arreché. Te juro por este puño de cruces que más nunca pasará lo mismo de nuevo… tenlo por seguro. Es más, chico, si fuese necesario, ¡yo mataría a un gentío por defender la vida, vale!

martes, 23 de junio de 2020

La discapacidad del genio

Capacidades, malabares, resultados sorpresivos y logrados en tiempos asombrosos comparados con nosotros, los que tenemos que pensarlo mejor. Es inmenso si se aborda de cerca, pero disminuye un montón si uno se aleja lo suficiente como para distinguir la discapacidad sentenciada para estos fenómenos de la ciencia y la academia en general. Salir a la calle, conversar con la gente, desenvolverse en un entorno promedio para cualquiera de nosotros,  los privados de la excelencia fácil, son solo pocas de las tareas cuesta arriba para un genio, quien ha cultivado sus destrezas con la soledad, la oscuridad y la abstracción como cómplices principales. Todo parece tener su dificultad inherente en la vida y ni siquiera la super dote está exenta de algún impuesto; debe ser, tú sabes, pa emparejar.

sábado, 20 de junio de 2020

Despertar en la juguetería

El paso por la vida material es parecido a dejar un niño pequeño viviendo en una juguetería. Vas a disfrutar de los juguetes por mucho tiempo, descubriendo uno tras otro, creyendo que son infinitos, hasta que un día descubres que ya no quieres ninguno de los juguetes que otrora te encantaron; que ya no te entretienen, que te cansaste, que todo se convirtió en odiosa rutina… ese podría ser el momento del despertar.

No me mata el virus

No me mata el virus: me mata la soledad. No me mata el virus, sino la estampida que produce. No me mata el virus, sino el vacío que produce el encierro. El virus parece ser solo el jinete que me arrea hacia una dinámica para la que no estaba prepardo y ahí sucumbo. No estaba preparado para estar contigo tantas horas seguidas. No estaba preparado para estar con ellos tantos días sin parar. No estaba preparado para lidiar con mis ángeles, demonios y fantasmas, todos ellos controlados hasta hace poco por el horario de trabajo, la TV, el cine, las redes, la caña o la juma, pero que ahora se juntan con el resto de mis decisiones del pasado y hacen una ronda en la que siento que se burlan, que me reclaman, que establecen su punto para hacerme el único responsable. No me mata el virus, porque incluso no conozco a nadie que conozca a alguien que lo porte y se encamina la teoría de conspiración que gana terreno aquí y ahora, aunque el noticiero informe de sus estragos en otras latitudes. No me mata el virus, sino el miedo; no me mata el virus, no por la falta de vacuna, sino de herramientas para enfrentar mis realidades ocultas, mismas que ahora salen a desfilar sin piedad. No me mata el virus, pero siento que muero de tristeza, y que el mayor regalo que pueda recibir, la vida, se me escurre entre las sombras.

lunes, 15 de junio de 2020

Asúmelo como una prueba

No hay remedio. La vida va a seguir embistiendo en menor o mayor grado. Y no hay remedio porque no es una enfermedad, una anomalía; seguramente es como es y ningún autoengaño, como mera ilusión que es, tiene la fuerza suficiente para cambiar el rumbo de lo que es. Una opción puede ser tomar cada empujón como una prueba a aprobar… porque eso es. No se trata del dictado de un ser supremo, de los designios de un volcán o porque te lo dijo tu mamá: si no apruebas los desafíos, te vas a marchitar de tanto cargar, de tanto resistir, de tanto ver pasar lo que creías que era tuyo. La vida no te debe nada. Merecer no se conjuga en este tiempo. Lo único que es tuyo son tus acciones y sus consecuencias, así que levántate, ponte las pilas y mira el lado luminoso, que ahora es que queda.

domingo, 14 de junio de 2020

¿Cómo defender al espejismo?


¿Cómo defender algo que no existió cabalmente? ¿Cómo defender un proyecto que se quedó en el papel? ¿Cómo seguir adelante con una bandera descodificada a medias? ¿Cómo perder familia, amigos, comunidades, países enteros y más por perder la honestidad y acoger la pasión juvenil, la utopía no entendida, el nosequé sabrosito y bullicioso? ¿Cómadoptar como modo de respirar lo que fue, en el mejor de los casos, el proyecto personal de un valiente, de un prohombre, de un malabarista entretenido con su intelectualidad? Difícil de contestar. Pero sabemos que sí ocurre. Sabemos que hay “capitalismos” ayudados por gobiernos, “socialismos” con millonarios, “espiritualidades” que chorrean ego… y eso por nombrar pocas y lastimosas farsas. ¿Entonces, mi pana? ¿Seguiremos perdiendo mucho por poco? ¿Continuaremos, entonces, en este jueguito de necesito creer en alguien, en cualquiera? Creo que nos vendemos al mejor espejismo. Decidimos que este es un mundo en el que hay que delegar en otro la solución de las situaciones sin mirar el riesgo del interés ajeno, ladino, indolente, solo porque no hay tiempo o interés por tomar las propias riendas. No sé qué nos empuja a ese tipo de decisiones en las que parecemos desatinadas ovejas, llevando palos, pero cuidando los tesoros soñados de los pastores. La verdad, no lo sé; y tal vez, un día de estos deje de interesarme.

miércoles, 10 de junio de 2020

Un día me liberaré

Un día de estos me liberaré de algunas cadenas que me cuelgan de los tobillos y de las muñecas. En algún momento tomaré la decisión y la acción correspondiente a tan loable empresa. Voy a deshacerme de la supuesta estabilidad financiera que me recorta la libertad de ser, de decidir, de reclamar. Cortaré con los chantajes que me punzan las costillas cada vez que me quiero mover a voluntad. Me desharé de esas falsas ofertas en las que todavía creo y espero. Dejaré de pedir prestado, de actualizar Windows, de atender el teléfono, de tener malas relaciones, malos trabajos; dejaré de respetar sin admirar y esperaré las consecuencias en la bajaíta. Ya no me la calo, ya no aguanto. En algún momento debo orinar, comer y estar solo cuando me dé la gana, dejando atrás esa posposición ridícula y peligrosa de la existencia que me tiene, no sé… esperando a la muerte sin haber vivido a plenitud.

lunes, 8 de junio de 2020

Juventud, dulce enfermedad

Juventud, dulce enfermedad. Tiempo de libertad disputada, incomprendida por otros. Despliegue grosero de habilidades mentales recién adquiridas todavía en formación, pero que defendemos como si fuese la verdad última a entregar al mundo negligente, siempre opuesto. Desinterés por estadísticas de cuántos fallaron por hacer las cosas exactamente como se planean ahora. Arrojo increíble para apostar a perder porque sí, porque parecería debilidad, “porque no puedo echar patrás”. Jueces y verdugos invencibles del resto del mundo. Malabar peligrosísimo con el concepto de dignidad, amor y libertad. Gríngolas que no dejan ver para los lados, reduciendo el panorama a una necedad infinita.
Pero no me pondré fastidioso. No trataré de detenerte porque yo caminé por ese mismo camino de espinas voluntarias y ahora me parece que cada quien debe vivir de esa enfermedad que solo se quita con el pasar de los años. Como dijo Sentimiento: “Sin sombra no hay luz”.



sábado, 6 de junio de 2020

Sobredosis

El agobio sigue. No puedo quitármelo de encima, de mi cabeza, de mi pecho. Ya olvidé a cuántas cosas le debo este sobresalto, estas palpitaciones incesantes esta niebla en la vista. Ya me cansé de ver por la ventana, de salir a caminar por sitios lindos y frescos, de recibir visitas bienintencionadas repletas de consejos sabios… todo eso mientras mantengo por dentro el infierno ardiendo. Ya no veo, no escucho, ya no recuerdo qué estímulos me producen una sonrisa, y cuando logro verme al espejo lo que distingo es una horrible morisqueta que simula ser vida. Déjame ir ahorita a mi rincón de siempre, donde adormezco todo, donde la mente se detiene y el ruido amaina por algunas horas; donde los recuerdos felices pasan flotando en cintas de colores mientras agrego moretones a mis brazos, a mi alma. Quédate tranquilo y no te alarmes de nuevo por mis lágrimas que todo está controlado. Sin embargo, si no vuelvo, es porque tal vez sobrevino el accidente.

miércoles, 3 de junio de 2020

Amanecí vivo


Hoy amanecí otra vez. Vivo, amanecí, por supuesto. Mi cuerpo caliente y su bostezo me lo volvieron a recordar. Con cobija pal frío y con agua pal calor. Con un poquito más comida de lo necesario en la nevera y la alacena. Recién despierto de un sueño con un amigo muy querido que no veía hace años, pero con quien conversé por un momentico. Mirando el techo, me hago preguntas y este me las responde contundentemente. Sigo con el corazón latiendo. Tengo gente a quien quiero y que me quiere. En una época difícil para la palabra amor, tengo amor. En este encierro, que parece una travesura, un examen de la vida, un test para saber en qué andaba en definitiva, me froto los ojos y haciendo el inventario afectivo correspondiente, resulto ganador por dos cuerpos. No digo sin duda porque la tozudez de la queja no me abandona, lo ingrato no se me quita. Sin embargo, sin duda, el mundo afuera es un circo barato, una mala novela que pareciéramos obligados a leer, a ser su audiencia hipnotizada; a pagar la entrada forzosa. Como resultado de ese descrédito casi repentino de lo que ocurre fuera de mi piel, el mundo interno se derrumba estrepitosamente y hay que recurrir, en la emergencia, a algunos hechos objetivos para caer parados, como el gato. Ante la ridiculez del paisaje, hay que cerrar los ojos un rato y mirar para adentro. Necesario es recurrir al agradecimiento profundo, a quien pueda interesar, por yacer ahora con vida, con la luz del sol invadiendo con su calorcito en medio del frío, con cosas por hacer, con ratos por sentir, con posibilidades claras de mejoría si atino al objetivo correcto y dejo de apuntar a la fantasía, si dejo caer la carcasa que se resquebrajó y que amenaza hoy con dejarme desnudo y por mi cuenta. Tomo el reto, pero callaíto. Acepto el desafío, pero sin drama, en serio. No me quiero poner fastidioso porque sé que la paciencia ajena tiene límite nuevo. Pero todo sea por seguir en esto que muchos llaman lucha. Todo sea por navegar sin forzar la barra, sin pretensiones, usando esta nueva inteligencia que apareció inadvertidamente desde la tranquilidad; porque es que la aritmética me dice que con todo lo que está pasando ahorita afuera y adentro, queda mucho por descubrir a favor, que estoy apenas a mitad del camino y no lo sabía. Porque, de verdad te digo, vivir cualquier infamia en la caminata es mejor que amanecer muerto.