No quiero que te pase nada
de lo que me pasó a mí. Te quiero protegido, te quiero mejor, te quiero a
salvo. No quisiera que ni una brizna de paja te rozara, para que puedas
dedicarte a las cosas sutiles a las que el alma tiene derecho, sin tanto
tropiezo como yo tuve. En resumen, te quiero más viejo que yo, con mejor salud;
quiero morir antes que tú. Pero a veces pienso y pienso, y me siento tan bien,
a pesar de todo, que no sabría la manera de llevarte de la mano, hacerte ver
las cosas que yo he visto, y, sin vivirlas, sientas algo parecido a las
satisfacciones, alegrías y tranquilidades que yo he experimentado. Te quiero a
salvo, pero a veces no sé lo que significa. Te quiero seguro, pero tengo malos
mensajes de algún duende malvado que dice que estoy equivocado, y que no te
estoy heredando nada que se pueda utilizar en tu defensa, si no que es el
aislamiento mismo. Temo darte encierro y que luego tomes una salida
desesperada… desesperada para huir de mí, de todo lo que he considerado durante
toda mi vida, mi mejor esfuerzo.
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