Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"

viernes, 2 de diciembre de 2022

Esta presunta vida

Vivo en esta presunta vida. Muy presunta, por cierto, porque de todo lo que afirmamos saber, muy poco podemos demostrar. Sin embargo, nuestro ego se engola y sale a contar por las calles, en el trabajo y el almuerzo lo que leyó anoche, lo que escuchó de alguien, lo que, incluso, dedujo de algo que vio. Pero realmente, ¿cuánto de lo que afirmamos con tanta vehemencia atorrante es cierto? ¿Se sabe, se cree o se quiere creer? El hombre en la luna, el político impecable, el hijo del vecino, ¿cuándo sabemos realmente? Da como un friíto pensar en que la gran mayoría de lo que afirmamos no sea verdad o, al menos, resulte muy cuestionable. ¿Cuándo podemos afirmar que sabemos algo si no contamos con las pruebas, con la verificación correspondiente? Al parecer, nos confiamos y echamos a andar lo que queremos que sea. Con el cuento de las “agencias autorizadas” y “no se ha hecho ese estudio” estamos bastante jodidos, pero, ¿qué podemos hacer? ¿Cuestionar todo? ¿Dudar de lo que percibimos o de lo que pensamos? Creo que por ahora nos quedamos tranquilitos, hablando la paja de siempre y viviendo esta vida presunta y apasionada que nos tocó.

Condenados al desespero

La alegría o el bienestar de contar con algo no es ni remotamente igual de intenso al malestar que produce su ausencia. De esa manera, que nos falte el agua, la luz, internet, por ejemplo, se convierte en un aquelarre entre los afectados, aunque el hecho de contar con esos servicios cada día no produce la suficiente alegría o la consciencia de bienestar que empareje la cosa. Viendo tal panorama, estamos condenados a la queja sin contrincante, al malestar victorioso siempre por ocurrir y a quitarnos la cara de aburridos para ponernos la de víctima inconsolable. No es justo. No hay cómo ganar. Hay que trazar una estrategia triunfadora, porque seguro que nos pasa lo mismo con la presencia y la ausencia de nuestra gente.