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domingo, 25 de octubre de 2015

Para ti, que tanto preguntas.

¿Qué a quién amo? Amo a quien pueda respetar, a quien admire de algún modo, a quien me adorne el derredor, a quien me haga un lugar ocasional para la intimidad, la confianza y algo de cobijo. Amo a quien, quizás con apariencia externa de prisión, brinde la fascinación permanente de la puerta abierta
¿Qué a qué lado de la política me pliego? Al lado que la que sirva sin petulancia a su razón de ser, que conlleve a una sociedad de justicia que ejerza y haga ejercer el ser ciudadano; que promueva la identidad propia de este gentío sin mucha conexión, ya sin mucho en común. Al régimen que premie al trabajo y al ingenio de propósito común.
¿Qué a qué religión pertenezco? A la que fomenta la igualdad entre los hermanos y disminuya la diferencia, la indiferencia. A la que da como muestra visible, palpable, cotidiana, la solidaridad y la compasión entre los hermanos ya regados por todos lados. A la que no tiene al bien como un elemento exótico, sino que usa el amor como causa, instrumento y fin de nuestras acciones de cada día.

Ahí está. Ahora tú, que tanto preguntas y dadas mis explicaciones, dime tú mismo, qué tendencias amorosas, políticas y religiosas te parece que tengo. Cumple con tu compulsión de encasillarme, anda.

viernes, 23 de octubre de 2015

Hipocondriacus Est

Esta mañana me desperté sintiendo un dolor de espalda algo molesto, por aquí, por el riñón derecho. Segurito me viene una insuficiencia renal en camino. Siempre lo supe, con estas molestias y los pronósticos de mi primo. Parado aquí, en el balcón de la sala, tampoco recordaba la presión en la frente que me atacó a mansalva en estos días. La verdad, no fue muy fuerte, pero todo comienza así, suavecito, y después ataca con toda la fuerza, de manera fulminante y no lo deja a uno reaccionar, despedirse de los seres queridos. Además, el dolorcito ese sospechoso que me surge ahora en mi antebrazo izquierdo: no puede ser otra cosa que el corazón echando vaina. El aceite de oliva está escaso y por eso pasan las calamidades, te lo digo. Llevo unos quince minutos tosiendo, dándome el automasaje en el pecho, salvándome de un ataque masivo que me deje tirado en mi piso de parquet recién echado. Me siento cansado ya: el fin se acerca. Las arterias que me irrigan deben estar tan cargadas de colesterol, y cuando se van cerrando la falta de sangre debe estar produciendo un yo-no-sé-qué que me tiene mortificado, que no me deja dormir escuchando cómo mi sangre tropieza con los escombros que dejé durante estos años. Mi mamá me lo dijo. Voy a sentarme un rato… ¡Ay, carajo! …esta rodilla me tiene muy pensativo. Por la parte interior de la rótula, muy seguramente —y según escuché en un programa—el menisco está sucumbiendo por uno de los lados y debe estar gastado, produciendo el roce entre el fémur y la tibia, hueso con hueso sin amortiguación alguna. Tengo la sensación de que un día de estos la pierna no me responderá y caeré como un pendejo en plena calle, de culo, despegándose para colmo uno de los riñones enfermos —ese, el de la derecha—, y con esa tremenda vergüenza, no habrá cómo evitar que se también se despegue una placa de grasa de la arteria obstruida que va parriba y me muero por un accidente cerebro-vascular. Qué destino el mío.

lunes, 19 de octubre de 2015

Quiero lo mío

Busco otro camino para ser feliz. El que tengo anotado y ejecutado desde siempre no es mío y creo que es por eso que ya no me sirve. Aun así debo agradecer que me ha provisto de tramos del recorrido con muchos colores y sonrisas, pero han sido efímeros. Efímero ya no gusta. Efímero da miedo, y con miedo no puedo avanzar adonde quiero ir. Ahora quiero algo a mi medida, que sin embargo pueda compartir a ratos. Pero quiero que se quede conmigo y distribuya los otrora ratos apasionados, brincos y escaramuzas ahora en instantes llanos de paz, de sosiego. No reniego de la carcajada, pero se va como viene. Quiero una confección que provenga esta vez desde dentro. Ya compré mucho afuera y tiene fecha de vencimiento. La solución ha de ser que recicle mis energías, mis percepciones, mis maneras de pintar el paisaje, y me convierta en ese tipo de sistemas ecológicos autosustentables que me haga el favor de producir lo que voy a consumir con gusto, sin esfuerzos retorcidos, sin turbulencias enceguecedoras: Quiero lo mío.