“Se les recuerda a los señores
usuarios que los puestos azules en los vagones están reservados para
embarazadas, personas de la tercera edad y personas con
discapacidad”. A ver, muchachos, ¿Qué tan embarazada puede estar
una chica? Tal vez, una joven de 25 años con dos meses de embarazo
tiene menos achaques que yo, por lo que darle el puesto sería,
netamente, un gesto de caballerosidad. ¿Qué tan de la tercera edad
puede ser una persona para darle el puesto? Tal vez un adulto mayor
de 65 años no tiene este tremendo dolor de espalda y talones que
cargo yo ahorita, ¿no? ¿Y qué tan discapacidad es esa del pana que
tengo parado enfrente? Seguramente por una sordera temporal no hay
que darle puesto un carajo, vale. Lo más gracioso de la vaina es que
mientras estaba yo en esta disertación mental brillante, una señora
más vieja que yo, con dos bolsas se levantó de su puesto y me lo
ofreció con mirada compasiva.
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