Dicen que vivo preso, pero
aún así, me siento bien. En este espacio limitado, puedo caminar, correr, ver.
Es más, puedo pedir que alejen de mí la reja, ampliando el espacio a niveles a
los que critican mi situación, no podrían llegar. Tengo un horario, una hora de
salida, de entrada y de recreación. A veces trato de buscarle el sentido a ver
mi situación como un encierro, a lo que estoy sometido, pero tengo más que
otros, puedo más que muchos. Además, mi espacio crece entre las rejas, así que
parece que no estuviesen, que nadie las hubiese puesto. Es más, hay un sitio
desde el que no se ven rejas, aunque sepas que están… están… si están… Bueno,
me olvidaré de nuevo de mis rejas y seguiré admirando lo que me fue dado.
Seguiré entrando en el hoyo que hice, y miraré el cielo, ese espacio infinito
que nadie podrá encerrar, recoger. No hay remedio, debo seguir empujando esta
sonrisa en público y seguir jugando al rey de los argumentos.
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