Una vida sencilla. Al parecer,
la mejor manera de llevar una vida sencilla es no sabiéndolo. El equilibrio en
la ignorancia parece ser espontáneo, expedito. Pero, caramba, uno se entera de
la vaina y se complica todo. Comienza la reflexión, el enredo, la frustración. Entonces
cada momento de equilibrio no se debe a causas naturales, sino al estudio, a la
observación minuciosa, a la concientización de los factores circundantes. La verdad
es que quisiera llevarme un golpe en la cabeza como en las malas historias de
TV, en las que uno se olvida sólo de lo inconveniente y así desaprender el
punto de vista complejo para ver lo sencillo, del enredo para llegar a lo
simple, de lo fastidioso para llegar a la paz.
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