Necesito narcotizarme. Ya basta de
tanta sobriedad y comedimiento. Quiero soltar ese cable
electrificado de la supuesta realidad por un rato. Quiero dejar de
temblar por los miedos, por los obstáculos, y conversar de ellos.
Quiero ser encimoso con una idea y debatirla hasta dejarla pulida,
lista para poner en práctica mañana. Quiero mirar para donde
normalmente esquivo y decir algunas cositas adicionales a esa
desconocida. Sin perder el encanto, claro, quisiera ser el alma de la
fiesta y hacer una dedicatoria. Voy a agarrar la pluma, el pincel o
las tijeras y sé que algo saldrá, algo con la calidad potencial que
suelo albergar. Voy a mirar con sinvergüenzura, a través del
cristal del sorbo de elixir para estudiar mi próxima movida; tal vez
sea una bailaíta. Tal vez me levante y simplemente mire por el
ventanal los presidiarios de la ciudad al volante, debajo del
paraguas, a punto de ser embarcados por otro que está en este sitio
y no se quiso enterar de las sobriedades de hoy. Pues si, creo que ya
lo estoy logrando. Mientras, mi pana, ¡Salud!
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