Todo comenzó por no
entender. Todo comenzó por una mirada, por un darse cuenta sin razón aparente.
Algo crujió sin sonar mucho. Noches largas de espera por algo que no tenía
nombre, que no parecía tener forma. Largas pasantías por la ventana, como
esperando, como anhelando. Al fin, el encuentro. Era todo silencio, mirada
ininterrumpida; era una especie de sueño hecho realidad, pero sin saber qué
hacer con él. Pasaban los minutos y sólo palabras sin sonido salían de sus
labios. Nudos, rubor, y al fin, llanto. Un abrazo logró decir lo que no habían
podido sus labios. Sólo un abrazo pudo sentenciar el fin de algo que no nació,
que ya tenía un nombre. Todo comenzó por no entender… y así terminó.
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