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lunes, 1 de abril de 2024

Secuestrados del presente

Estamos secuestrados del presente. Estamos presos de otros tiempos que no tejen, que no construyen, que no hacen, que no existen. Somos las víctimas de dos carceleros, uno en el pasado y otro en el futuro que, aunque no estén ahí, aunque nunca hayan estado, nos tuercen el brazo para que no miremos el único y verdadero telar de la vida: el presente. Así se nos pasa el tiempo. Botamos semanas a la basura pensando en la culpa por lo que pasó y varias otras sintiendo la incertidumbre por lo que vendrá. Cuando se suman ese montón de semanas en las que no pudimos apreciar el tejido de la vida —la bondad del otro, el calor de un abrazo, los ojos de una madre, la energía infinita de los niños, tu salud suficiente y hasta tus pertenencias materiales—, resulta que fueron semanas en congeladas, paralizadas, muertas, en las que no construimos nada, no sentimos sino sobresalto y a final de cada año el saldo fue cada vez más triste y aparentemente más definitivo: el momento de la muerte está más cerca y, aun respirando, dejamos de caminar, de mirar, de escuchar, de acariciar; es decir, sin haberlo notado, el fin de la vida nos toca la puerta y ya no importa si queremos abrir o no.


miércoles, 27 de diciembre de 2023

¡Amor romántico mis cojines!

El amor romántico parece ser la cubierta de lo valioso que debería haber debajo. Debería, el amor romántico, ser el efecto de una verdad subyacente mucho más poderosa por real. Pero no, no lo es. El amor romántico terminó siendo, en estos tiempos de compra y venta, de vitrina y crédito, un arma peligrosísima. El ramo de flores, la tarjeta, el poema y demás especies se convirtieron en el aspaviento inicial, en el mentiroso, en el que no deja ser como soy para que caigas, en el que predica a oídos sordos que todo irá bien porque nos queremos. Solo para eso quedó: para pantalla y parcho. El engaño, la indisposición para llegar a acuerdos adultos solo para retrasar el momento final se apodera de la relación y la reconciliación se convierte en el oxígeno, en el impulso para volver a la acción, y claro, para reconciliarse, hay que pelear. Así que, ya que me di cuenta, deja la florecita barata y vacía para otro día, para otra gente.

Eterno presente

Finalmente, llego el presente constante. Ese que todos vaticinaban que llegaría por mi edad, por mis costumbres. Le llaman “enfermedad”. Resulta que ahora soy “senil”, lo cual parece, mirando la cara de los demás, algo malo. Estoy investigando eso. Por lo pronto, sentado en mi jardín, en el balcón o parado en la acera, paso las horas —algunas bajo el sol— mientras la gente pasa e intercambiamos saludos. Escucho la música, veo las nubes y los árboles, los niños y sus mamás, con novedosa maravilla. A pesar de que me siento abstraído, no siento alteraciones importantes del ánimo y gozo de tranquilidad. No hay estrés por asuntos pendientes. Alrededor, veo a los míos llorar, discutir, correr, pero no sé de qué se trata. Imagino que tienen algún problema. Por mi parte, cuando quiero comer, como; cuando tengo sed, bebo; cuando quiero ir al baño, voy. A veces estas buenas gentes me ayudan. No hay historia que recuerde. No hay proyecto encima. Soy lo que soy hoy sin saber, sin controlar. No siento miedo. Miro la hora del reloj, pero no significa nada para mí; para los demás, sí: veo que miran el reloj y corren mientras se quejan. No entiendo mucho de lo que veo o escucho, pero parece que no es importante para lo que yo necesito. A veces se dirigen a mí como si fuera un niño y me da risa. Ahí vienen otra vez. Creo que dejaré de escribir esto para seguir comiéndome este pancito con café con leche.

Una sensación me afecta el cuerpo

Tengo una sensación que me afecta. Siento que el corazón se aceleró y sacude el resto de mi cuerpo. Es el efecto de una emoción. Hace rato me conmovió una noticia e inmediatamente comenzó esto. Aunque ya mi mente se tranquilizó, el cuerpo sigue agitado. Es curioso de cómo me di cuenta de la relación entre algo que me dijeron y el malestar que siento ahorita, incluso después de identificarlo. No es la primera vez. Ya ha ocurrido antes y me produjo acidez estomacal, me mandó para el baño, me puso de mal humor o no me dejó dormir. Ahí está todavía, aunque con menos intensidad. Parece que me escuchó echar el cuento y se siente aludido. Tal vez, al sentirse descubierto, traído a la conciencia, fuera de su escondite, es como desaparece. Quizás, como dice Gualberto, es un dolor cobarde.

martes, 5 de diciembre de 2023

Las palabras esconden la verdad

Las palabras esconden la verdad. Las palabras tratan de representar la verdad, pero nunca podrán porque la única manera de saber la verdad es vivirla, no escucharla, no leerla, tampoco es repetir las palabras. Desde hace mucho tiempo, cuando llegamos a crear el lenguaje, se creó también la idea de las cosas, la imagen mental de la realidad que vendría, poco a poco, a sustituirla. Por muy detallada que sea nuestra narración, contar una experiencia —con lágrimas, con sobresalto, con emoción— a alguien nunca llegará a ser igual a la experiencia misma. Ilusamente, queremos convencer a los demás de lo que decimos, pero esto es solo lo que decimos. Incluso, si tuviésemos la verdad en nuestras manos, la única manera en la que se nos ocurriría para proporcionársela a los demás es con palabras de nuestros labios, en un papel, y el otro solo captará sonidos, verá símbolos y se hará su propia idea usando el filtro de su percepción. Las palabras, por su insuficiencia y su imperfección, solo llegan a ser el lente roto o sucio mediante el cual vemos la realidad. Las palabras parece ser, en últimas, las creadoras de las versiones de la realidad de la que cada uno es esclavo.

martes, 17 de octubre de 2023

El miedo es la verdadera tragedia

El miedo es ya la tragedia que se vive a cada momento pensando en lo que podría pasar en el futuro. Imperceptiblemente, ya no se le tiene miedo al miedo que se vive, a esa tragedia que se experimenta en cada presente, sin cesar y se va concibiendo como algo natural, incluso necesario, porque “¿cómo es que no te vas a preocupar por eso?”. Las fuerzas se van socavando, como el agua a los caminos, hasta que el suelo se hace tan fino que terminamos por caer en un abismo de dimensiones tan formidables como nuestro miedo. Nada tan frustrante como reconocer que fue nuestra capacidad para pensar y prever lo que causó el desenlace fatal sin siquiera haber dado tiempo a que sucediera la tragedia que se temió desde el principio. Nunca ocurrió. Solo existió en nuestro pensamiento y, aun así, fue tan fulminante como la emboscada prevista… si hubiese ocurrido.

Por qué creerte a ti

¿Por qué habríamos de creerte a ti, que dices que lo que dices es verdad? ¿Por qué habríamos de creerte a ti si hay tantos en esa misma guarandinga? Estas serían preguntas pertinentes al recibir presunta información de varias fuentes al mismo tiempo y sobre el mismo tema, pero también para tu caso, que te embarcaste en esta tarea tan difícil de convencer a los demás “por su bien”. No es cualquier cosa lo que decidiste, pero parece que no estás al tanto de sobre qué trata atraer la atención, la curiosidad y, finalmente, la acción del otro respecto de tu tema y con tu orientación. No es cualquier cosa y por eso te insto a pensarlo mejor porque tal vez no tienes todavía las herramientas necesarias a pesar de tu pasión y tus buenas intenciones. Seguro tu ego te explica que eres bueno y eres útil, pero si observas tus numeritos, quizás verás que no has logrado mucho… o nada. Te invito, pues, a salir de tu embelesamiento voluntario y a reconsiderar tu manera de abordar a los demás y mira, sobre todo, a averiguar si de verdad crees en lo que estás diciendo.

miércoles, 4 de octubre de 2023

Negocie antes, no después

Déjese de tonterías: negocie antes, no después. Si quiere convivir con alguien más, siéntese con esa persona y negocie cómo será esa convivencia antes de que ocurra. El amor no lo puede todo, sobre todo porque el amor romántico de jóvenes no es todavía el amor que puede llegar a ser. Por eso, negocie; no imponga ni se deje imponer por aquello de que “yo soy como soy”. Si usted negocia antes tiene la oportunidad de que si el otro “es como es”, puede serlo con otra gente, no con usted. Aproveche, porque cuando se negocia antes, el otro está todavía interesado en lograr vivir con usted. Si no negocia y comienza la convivencia, ya el otro puede “ser como es” y es harto difícil cambiar eso (por no decir imposible). Negocie antes. Pique adelante. Aproveche de hablar de las cosas antes de que ocurran; quién quita que hablando de todo eso se da cuenta de que esa convivencia iba a ser un infierno. Hable de quién va a hacer qué (lavar platos, barrer, pagar), cuántas veces al día; cuántos hijos, qué religión; visitas a mis papás, a mis amigos, que si juntos o separados o ambos, así como un largo et cétera. Negocie antes. La única magia que hay en una relación es la que se construye, no la que usted lleva en su cabeza en forma de fantasía. Ahórrese el sufrimiento. Ahórrese, incluso, la alegría y el alivio de salir del infierno. Ahórrese el guayabo, porque lo que usted siente ahorita no es amor, al menos, no el suficiente.

martes, 19 de septiembre de 2023

Sensata ignorancia

El error es querer entenderlo todo. Es un error petulante e ingenuo a la vez que dicta que un ser que tiene dos segundos en el universo pretende meter en su cabeza todo el conocimiento sobre el funcionamiento de ese universo. Ese ser es muy inteligente, claro, pero lo suficiente como para desarrollar la estupidez apoyada en prejuicios. Las leyes de la naturaleza, segurito, no están al alcance de solo cinco sentidos y una mente perturbada, así como tampoco en una esperanza de vida de pocas decenas de años. Bien comprobado está que no podemos tener todas las experiencias que establezcan una verdad válida, por lo que la invitación a la sabia ignorancia está siempre abierta. Por cierto, una ley de la naturaleza que sí tenemos al alcance es la muerte, así que construyamos, pues, a partir de ello y dejemos de desperdiciar el tiempo en costosas pendejadas que solo restan tiempo y significado a nuestro, por cierto, ya cortísimo tiempo en el planeta.

lunes, 18 de septiembre de 2023

El eterno desequilibrio en el bienestar

El pobre no vive la vida que quiere porque no puede dejar  de trabajar. El millonario no vive la vida que quiere porque ya todo lo material está satisfecho, así que se muere —a veces literalmente— de aburrimiento. No es casual ni raro que ambos extremos de lo socioeconómico lleguen a consumir evasores de la realidad, el uno porque no alcanza su fantasía y el otro porque, después de quemarla una y otra vez, permanece aburrido. Son extremos de una misma calamidad. Podría ser que llegue a haber un punto medio en el que el humano medio-supere la necesidad y medio-logre cierto entretenimiento que lo mantenga caminando hacia adelante, como la zanahoria al burro, quién sabe. Lo cierto es que parece que este cuento solo suele representarse con una simple rayita con números que suben en los que la diferencia es solo el dinero o el poder, así, sin más dirección ni profundidad que un bolsillo abultado. Mirando por encimita a lo largo de los siglos cabe preguntarse: ¿será que de verdad somos tan estúpidos? …ya creo que sí.