Idealízame siempre. Idealízame cada
día. Borra de tu mente mis más antipáticos defectos y deja lo más
acomodadito que encuentres. Déjate llevar por mis gestos elocuentes
y mis palabras enrevesadas, domingueras, contundentes. Olvida, por
favor, y en nombre de lo nuestro, mis desafueros, mis estalidos, mis
faltas al respeto, torciéndolos poco a poco hasta llegar sólo a mis
ternuras, mis pasiones, mis aciertos invencibles. Bota esa foto, y
esa, y esa. Deja estas, la del traje brillante y el peinado favorecido
por la luz de la cámara. Déjame, por un rato más, seguir siendo tu fantasía
viviente, la solución a tu problema, lo que nunca podrás encontrar
en ningún otro.
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