La idea se ocurrió. La idea nació.
Espectacular. La idea comenzó a crecer y a nacerle tentáculos. El
argumento se extendía, y sonriendo seguía adelante, abrazando
expresiones, dibujando tremenda portada. Sería la luz graduada, la
música, una palabra engarzada del ambiente. No sé lo que fue, pero
esta si que era una buena idea, de esas que escasean, de las que no
se idean ya. Seguro el producto, una vez asentado en el papel, será
algo de calidad ineludible. Espera que llegue a casa con este manojo
de puntos brillantes, pendiendo de mi cerebro. Mi memoria hará el
resto, dejando caer en la libreta todo el caudal de cosas que
acaricié como a bebé, mientras venía distraído.
Tres días después recordé que tuve
una idea... pero no la recordé más.
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