Saquear la vida. Tomarlo
todo en lo posible. Truncar los crecimientos, el florecimiento pausado,
violentando procesos naturales, inevitables, necesarios. Pretender forzar la
cosecha sin haber sembrado semilla alguna, cuando ya no hay tiempo para el
crecimiento, para la comprensión. Vandalizar la caminata, quitando el avance y
convirtiéndolo en un desplazamiento sin sustancia, aunque artificialmente
colorido y ruidoso. Tomar atajos, pisar hombros, comprar la medalla. Pero vendrá
el nuevo amanecer, a pesar de las dudas y los falsos fundamentos. Llegó el
alba, poderosa, inexorable, majestuosa, y dejará ver el desastre de la noche
anterior, cuando algunos pensábamos que no habría más allá, que todo se
retiraría dejando el fin de la historia. Sale el sol, entonces, haciendo
preguntas difíciles de contestar por nuestra estupidez, por nuestra
precipitación, por la ceguera escogida como modo de vida. Recuerda siempre que
habrá mañana, y mientras lo haya habremos de ser pacientes, reflexivos,
festivos, pujantes, constantes. Así que quítate la máscara y las ganas de
saquear, y comienza a disfrutar del resplandor que se fabrica con el goteo
diario, y que llenará el recipiente, sin duda alguna, y dejará el botín ese que
querías al principio.
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