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jueves, 23 de marzo de 2023

¿Pa qué eternidad?

Se acabó. Ya pasó. No volverá a ser nunca más lo que fue. Duró lo que tenía que durar, se venció y se terminó. Funcionó como debió funcionar dadas las circunstancias. Lo demás no importó; la esperanza, la ilusión y "lo que pudo ser" chocaron de frente contra una realidad de fantasías, supuestos y "deberías". Después del polvero del siniestro, todos quedaron dizque sorprendidos, caídos en el suelo, enojados, frustrados, luego tristes y despechados. Todo decían no comprender lo que pasó, pero nunca se preguntaron al principio si realmente se podía y claro, del agradecimiento hablamos después.Pues, a mal presente, ¿pa qué eternidad?

lunes, 20 de marzo de 2023

Declaración de deseo

Pareciera que hay muchas, infinitas posibilidades en los caminos de la vida, pero yo creo que solo hay dos: el camino del amor y el camino del miedo. Lo que pasa es que desde que nos desbarrancamos alguna desgraciada vez y caímos en el valle del miedo y ante la ignorancia para volver al camino del amor, comenzamos a ver cómo podríamos seguir viviendo en ese valle de lágrimas sin desfallecer. Fue así como comenzamos a inventar maneras, métodos, ciencias, tecnologías y demás distractores de la vida amorosa para diversificar las maneras de vivir en el dolor sin que resultara evidentemente estúpido. Del miedo sale la ira, la frustración, la tristeza, la violencia, la ansiedad, la desesperación y el daño que causa cada desafortunada emoción mencionada. Ante la aparición de alguna de esas emociones, no es raro que la solución para sobrellevarla necesite algo igual de absurdo, como, por ejemplo, dinero, poder y aturdimiento. No importa qué se haga: si se hace desde el desbarrancamiento del miedo, nada bueno resultará aunque al principio no lo parezca. Desde el descalabro inicial, se produce la separación, la fragmentación, el egoísmo, la mezquindad y es exactamente por eso que las pretendidas correcciones serán solo paños calientes, remedios temporales al pozo sin fondo. Yo desearía volver al camino del amor, pero no sé cómo hacerlo y, al parecer, pocos lo saben. Sin embargo, seguiré rasguñando en el barranco a ver si consigo subir la cuesta y llegar, manquesea estropeado, al camino donde no tenga que cuidarme, donde no tenga que escoger un bando, donde no deba defender una posición y fingir amar al prójimo más que a mí mismo para no quedar mal. Eso deseo.