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jueves, 25 de agosto de 2022

Se rompió otra ilusión

Se rompió otra ilusión, una que tenía en el mostrador con apariencia de realidad. La convicción me hizo exigirle protagonismo, pero no respondió: se cayó y se rompió como el parapeto que era. La conciencia ganó terreno con algo de dolor, como es usual, para dejar atrás otro mito, otro prejuicio mal adquirido y se impuso, como siempre, el darse cuenta. Hoy amanecí, espero, un poquito más cerca de la verdad.

Consecuencias acumuladas

Se acumularon las consecuencias de mis decisiones y no luzco bien. Se fueron juntando, poco a poco pero imparables, los productos de mis consideraciones pasadas en un retrato que no me gusta nada. Ya no puedo defender honestamente mi posición de siempre —ya no— y me dispongo a ver qué hago con este caldo grisáceo de situaciones que me autopropiné y saber si tengo todavía posibilidades de responsabilizarme o, por el contrario, me sigo haciendo el pendejo.

martes, 23 de agosto de 2022

La libertad individual

La libertad, me parece, radica en la posibilidad de satisfacer nuestras necesidades reales. La libertad individual es difícil de apreciar, de medir, porque muchas de nuestras motivaciones son externas, no internas; nuestras necesidades no siempre son las nuestras, sino implantadas. Buscamos libertad, amor y seguridad por fuera de nosotros y eso nos deja en un grado de vulnerabilidad peligroso en el que no tenemos control sobre nuestro propio bienestar. Queremos tener dinero porque los demás, los que tienen dinero, tienen seguridad económica; queremos estudiar esto o aquello porque esa otra gente la pasa muy bien; queremos una pareja porque los demás se ven muy bien agarrados de mano en la calle; hay que ser médico, casarse y tener hijos porque… porque los otros lo hacen, claro. Y con la cabeza mirando hacia afuera, casi que no somos responsables de nada de lo que nos ocurre. Como todo viene de afuera, la responsabilidad la termina teniendo otro. En este escenario, el desastre no tarda demasiado en aparecer y la victimización se convierte en la un instrumento útil para sentirnos acompañados, considerados, aunque siempre dependientes. La única manera de averiguar cuáles son nuestras necesidades propias (y no las del grupo) es experimentando y evaluando si nuestros objetos del deseo son imprescindibles para vivir o si son solo un extra, un deseable, la guinda del trago, pues. De resto, estamos condenados a esperar las limosnas del otro y nos exponemos a morir en la prisión de las ilusiones ajenas, con la mano estirada… y vacía.

martes, 9 de agosto de 2022

El amor deberá guiar

El amor deberá ser la guía. La acción amorosa será el instructivo para hacer las cosas bien. Sin mucho análisis, sin manuales complejos, sin reglas estrictas y sin leyes más allá de una filosofía de la bondad. La bondad bien entendida como constructora del bien y no como el regalo incondicional que termina en enredo o desgracia. Claro, la capacidad de leer las instrucciones no será gratis y habrá que pagar un precio amargo en entender el significado del amor verdadero.

Me voy antes


Como ha aumentado tanto la cantidad de desconsiderados, saboteadores, apáticos, suicidas, quejosos, víctimas, evasivos y “buenas gentes” que terminan jodiéndolo todo, adelantaré los planes de la cabaña con internet que tenía planeada para dentro de 10 años. Ya es imposible transitar en la calle, en las empresas y en las relaciones sin que salga alguien con una pendejada costosa para nuestras saludes mental y física. Subiré al fin, por el caminito de tierra, hasta llegar y establecerme en mi rancho, en mi morada final que tendrá a la mano todas las comodidades que necesito —que son muy pocas— y no tendré que calarme a diario a todos a quienes, por razones justas o injustas de mi parte, cayeron en la categoría de los nocivos —que son muchos—. Lejos, seguramente disminuiré mi lista de necesidades a las que realmente tengo y no este bulto de expectativas ajenas que quiero satisfacer como loco enajenado y posiblemente podré producir lo poco que consuma y saber, entre otras cosas, si me quedarán entonces ganas de criticar el producto. La urgencia se debe, sin embargo, no tanto a la apreciación a distancia del fenómeno, sino a que más bien quiero dejar de pertenecer al selecto grupo mencionado. Me quedaría, mis amigos, pero es que no tengo plata suficiente como para vivir distraído.

jueves, 4 de agosto de 2022

Caminando por las piedritas

Caminando por las piedritas, las del río. Caminando con cuidadito, con las rodillas flexionadas y los brazos a los lados, casi como pidiendo calma. El río creció de nuevo y exige mayor atención y concentración que antes. Considero que fue poco el tiempo de satisfacción y regodeo en los logros recientes y ahora la corriente viene con todo a poner a prueba lo que les cacareaba a mi audiencia de coctel. Antes de que el agua me lleve, debo saber cómo afincar los pies en las piedras movedizas, resbalosas, unas veces de apoyo y otras como cómplices aparentes de la adversidad. No se podría negar categóricamente que la responsabilidad propia existe, pero el embate es duro; la embestida es como para coger palco. Honestamente, siento que he avanzado, pero cada prueba produce más frustración que la anterior y como que no deja tiempo para sacudirse y aclarar la estrategia del momento. En este momento, aunque veo la otra orilla más cerca y me aferro a llegarle, la verdad es que siento también un poco de frío burlón en los huesos.

Deslizándome hacia atrás

Los pies, que caminaban a buen paso, comienzan a detenerse y a hundirse. La sensación de deslizamiento hacia atrás es extraña, lenta y desconcertante. Es como barro que sale del suelo y nos lleva poquito a poco en un deslave prometedor de incertidumbre. Me dejo caer en la silla en la que solía reflexionar, analizar, llegar a conclusiones para luego levantarme y concretar el aprendizaje, pero sus patas se han sumergido ya en el torrente cenagoso que sigue su curso en bajada, en aumento. Todo se convierte en partes más pequeñas que caen y avanzan. Me muevo para ver por la ventana por la que solía asomarme para recibir la brisa de la tardecita y mirar hacia lo extenso y positivo, como para darme ánimos por cada día difícil, por cada semana difícil: pues ahora la vista da a una avalancha total que se aproxima y las paredes que antes me protegieron se agrietan poco a poco, uniéndose al resto del deslizamiento que comenzó hace ya un rato y que cumple burlona su promesa de dilución del avance que puertas adentro yo experimentaba con tremenda satisfacción. Poniéndolo todo en perspectiva desesperada, espero que todo sea otra oleada de pruebas que parecen llover de vez en cuando para que se sepa porái si uno aguanta la pela o no. Ojalá esto sea una materia difícil más en este curso infinito que no concede vacación al noble pellejo.