Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"

martes, 25 de octubre de 2022

No quiero libertad

Siento que la plena libertad no se puede alcanzar mientras uno esté acompañado o dedicado a las responsabilidades familiares o fraternas a las que todos nos vemos obligados, muchas veces, por nuestras propias decisiones. Claro, habría que definir cuál es esa "libertad" de la que hablamos y que colocamos como un objetivo en la vida. Podría ser que no quisiéramos esa libertad en la que somos arrojados al ruedo para ocuparnos, para decidir y ocuparnos de cada aspecto de la vida. Tal vez no deseamos ese grado de soledad, de independencia y preferimos el apoyo de nuestros queridos-queridos en cada vez más cosas con las que tengamos que lidiar. Tal vez lo natural-emocional se pelea con lo intelectual-interno y termina ganando la caricia, la sensación de compañía, el apoyo, aunque tenga considerables vaivenes, altibajos, enfrente a alcanzar la autorrealización y la paz absoluta. Tal vez es una batalla perdida la de perseguir la libertad en el sentido panfletario, romántico o práctico. Tal vez es cuestión de negociar con el interlocutor permanente un espacio de libertad en el que los aspectos individuales se revitalicen y fortalezcan en lo posible, para regresar luego a un estado compartido de cada vez más perfección en estos entornos modernos antagónicos a lo estable, a lo silencioso, al gozo moderado en lugar de la pasión continua y desgastante del videoclip de moda.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Identidad regada

De niño, me identifiqué con mi madre. Ella era parte de mí. Sin ella no era nadie y el peligro de estar solo no me dejaba en paz. Pasaron pocos años y me identificaba con mis juguetes, con mis amigos, con mis juegos. Sentí que ese entorno era mío, que era mi complemento perfecto. Luego me identifiqué con mi novia, con mis compañeros del liceo, de la universidad, del trabajo; con el dinero que tanto me costó llegar a ganar. Más tarde me identifiqué con los objetos materiales tan necesarios, tan obligatorios. Últimamente, soy mi familia: mi amada esposa, mis hijos, mi casa, mi carro y mis obligaciones. Así estuvo la cosa. Cuando alguien se metía con cada cosa con la que me había identificado, dolía durísimo. Ahora, así de viejo y con tanto camino recorrido, resulta que tengo la identidad regada entre tantas cosas que no sé realmente lo que soy. Y lo peor es que, cada cosa con la que me identifiqué, ahora tiene vida propia y no puedo reclamarle la lejanía, la indiferencia, la independencia.

martes, 4 de octubre de 2022

Vivir en la desesperanza

Vivir en la desesperanza, en la condena autopropinada de no poder cambiar el curso de los días, empegostado con la tristeza que semejante escenario ofrece. Tantos años trabajando el intelecto para desarrollar cierto y terrible tipo de ceguera que no dejará ver, cuando se madure, opción alguna para las viejas y eternas necesidades. No se puede hacer nada más, dicen. ¿Qué vas a hacer si igual hay que pagar las cuentas?, sentencian. ¿Qué cuentas serán esas? ¿Qué caminos sin regreso serán esos? La cárcel actual no parece algo por lo que haya valido la pena gastarse el pellejo. No luce, mirando desde aquí, un lugar al que haya querido llegar y quedar, final y definitivamente atrapado, como un animal que no tuvo más remedio que hacer caso.

sábado, 1 de octubre de 2022

Autores y protagonistas de nuestra propia historia

Somos los protagonistas de nuestra historia, una historia de la que, como quiera que sea, somos los autores. Y como siempre ocurre con los protagonistas de las historias, nos perdemos en la trama, en los enredos, en los detalles del devenir sin, muchas veces, detectar el rumbo objetivo de los acontecimientos. Como todo protagonista, todo gira alrededor nuestro y somos nosotros quienes actuamos y somos nosotros a quienes nos ocurren las cosas; todo el resto de las cosas, de alguna manera, tienen que ver también con nosotros. Sin embargo, y como los autores de la misma historia, somos quienes imprimimos en la mente del protagonista sus ideas, sus decisiones, sus miedos, sus sueños. Como escritores de cada línea, somos nosotros quienes gobernamos el orden y magnitud de los hechos narrados esa la historia. Podría tomarse como un ejercicio todopoderoso de parte de quien, son su pluma, decide qué ocurrirá a continuación —y el placer del ego es parte de la motivación de cualquier autor—. Sin embargo, quien mueve los hilos también tiene la oportunidad de cambiar la vida del protagonista ya que puede tener la visión panorámica de la trama y saber, sin mucho análisis, cómo van las cosas, cómo se siente el protagonista y así darle un buen final a la historia. Tal vez este libro o novela ajustados antes del final no tenga mucha venta por lo enredada y fastidiosa que podría tornarse en determinado momento, pero sí que podemos estar seguros de que, tanto el protagonista como el autor, quedarán satisfechos… y eso es lo que realmente importa.