Lo universal. Lo universal suena como
lo elevado que se logró, desde hace mucho tiempo, en otras
latitudes. Lo universal es la referencia; de allí parten los
argumentos, las discusiones, los contextos al inicio de los
discursos. Las ciencias, las artes, la tecnología de algunos sitios
se van conviertiendo en universales, dejando al resto fuera de la
foto. Habría que ver cuán universales son las cosas que crea o que
reparte un grupito. Hay que ver cuán universal es todo lo que se
impone sin respetar las particularidades logradas a pulso, a pulmón.
Habría que evaluar si lo universal, viniendo de un grupito, le sirve
a todos. Siglos después muchos de nosotros lo creímos y lo hicimos
nuestro: lo hicimos universal. Pero es la omnipresencia vía cable o
antena la que ejerce, monitorea y dicta lo universal por estos
tiempo. Ahora da vergüenza hablar de caraotas, de joropo, de una
caja de cervezas cuando se trae a colación lo universalmente
“correcto”. Los Alpes son exquisitos, mientras que Los Andes...
no sé dónde quedan. El caviar es una delicadeza, mientras los
huevos de codorniz con salsa rosada son toda una raya. Hablar otro
idioma, manquesea a trancazos, es más importante que hablar
excelentemente el propio idioma. Nos desdoblamos en una imagen tan,
pero tan ridícula que dejamos de ser nosotros mismos para ser una
fracción de lo que se nos antojó soñar. Pero así es la vida y hay
que practicar eso de anhelar lo que antes no se necesitaba. Así es
la cosa, cuando “surgir” significa dejar la búsqueda propia para
buscar lo ajeno, que con unos cobres se consigue más fácil. Sólo
espero que no te agarre el aburrimiento después de que hayas podido
comprar todo lo del catálogo de siempre y sólo te quede recordar lo
que fuiste alguna vez, humilde, inocente, sin complejos.
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