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miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿Y los que no?


Yo soy el mejor. Soy el mejor y no me importa la sencillez. Yo llego tarde. Yo rompo las reglas y me doy el permiso para fallar. Como soy el mejor, soy perdonado. Como soy el mejor, me necesitan. Como soy el mejor, conservo mi puesto. Yo logré mi sueño. Yo me arriesgué y gané. Yo soy uno de los que se para en la cima con su trofeo y grita que todo es posible. Yo no trabajo en grupo. Yo prefiero trasnocharme por sacar una idea adelante y mostrar mi logro a la colectividad expectante. Yo obtengo el reconocimiento que merezco, porque soy el mejor. No me negarán que hay cierto placer en echarle en cara a los demás que soy el mejor… no puedo evitarlo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Sólo es un simulacro...


Claro que lo haces muy bien, pero a los ojos inexpertos, a los ojos que no sienten. Sólo simulas con excelsa perfección. De cien, noventa y nueve; y el uno que te falta desentona en mis sentidos. Puedes entrenarte, valerte de la tecnología para acercarte a la realidad que pretendes, pero sabes que es sólo un fastuoso simulacro. Sí, lo sé. Llegaste donde muchos no pudieron llegar, ni siquiera con la autenticidad en sus alforjas. Claro que sé eso que te empeñas en decir, pero mírame: esto sentado en este cómodo rincón mirando tu desatinado performance. Para mí todo tu andar es una tramoya, una farsa que ha tenido acogida. No creo ni quiero que siquiera consideres mis argumentos. Cada vez que pasas cerca no me miras ni te dejas ver, cambiando tu lado del corredor. Por ahora, sé que necesitas el  reconocimiento urgente de la audiencia, y hasta tienes el derecho. Por ahora, sigue disfrutando de lo que despiertas en los demás; con suerte, la nueva verdad se escribirá a partir de lo que haces ahora; y todos los demás, los que conocimos el origen de tu caricatura, quedemos como unos pobres e inútiles testigos de la moderna anacronía.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Una tormenta en un vaso de agua


Quiero ahogar la pensadera en agua salada, en tierra mojada, en pasto, en cielo azul y lluvioso; en frío abrigado. Quiero salir del agobio del razonar y elevarme para describir mi necia miopía desde lo alto para establecer, con sabios anteojos, el vaso de agua con tormenta desatada… toda esa ridiculez, de este hastío que se ha prolongado ya bastante.

martes, 20 de noviembre de 2012

La teoría descarriada


La teoría gobernará a la práctica porque de ella proviene, porque a ella organiza. La teoría deberá gobernar a la práctica al menos por pocos pasos; porque es innegable que nuevos casos serán registrados, y ésto seguirá enriqueciendo las tablas y las bibliotecas teóricas más adelante. La temible torcedura es cuando la teoría se enquista y comienza a estorbar. El enredo peligroso es cuando la teoría es rebasada por la realidad y pasa de ser guía a ser una falacia, una mentira. Y es en ese momento cuando quienes no se percatan de la realidad, hacen de la nueva mentira, una verdad que impone, que destruye, que lapida lo que en un inicio pretendía honrar.

Al fin tuve el poder

Al fin tuve un puesto de poder. Nadie lo quería en aquella difícil coyuntura y levanté la mano. Al fin me dieron el extremo principal de la mesa. Aquí traje mi maletín repleto de ideas, de productividad, de justicia: ¡Ah justicia! Limpié el tablero, tomé mis fichas y comencé a ordenarlas como siempre creí que deberían ir para mejores resultados. Escribí las reglas, las sanciones –porque Uds. saben que norma sin control es una ridiculez-, y llegó el momento de la verdad; el momento de poner en práctica lo que tanto quise que fuese realidad. Con mucho temple y orgullo eché a andar el juego. No había mucha experiencia, pero era cuestión de sentido común. Sin embargo, y llegando antes de lo previsto, se asomaron las sombras del pasado, las de las malas mañas, las mafias del contexto. Con el poder otorgado a mí, con el cetro firmemente en mis puños, fui implacable con las peticiones de los torcidos. Los apartaba y seguía mi camino, construyendo caminos nuevos para lo justo, para lo correcto. Me sentí aún más orgulloso, viendo que se podían lograr cambios éticos, aunque la efectividad no fuese la deseada. Pero no duró mucho todo aquello, todo ese ambiente revoluto de bienestar comenzó a colapsar. Comencé a sentir punzadas en los costados, zancadillas en los tobillos, porrazos en mi cabeza. Intenté seguir caminando, pero era inútil; el mareo, el dolor y el desconcierto me halaban hacia el suelo de la derrota. Cuando caí, sentí que botas insospechadas pasaban sobre mí, pisoteando la tarea que apenas nacía. Al pasar la estampida, y todavía en medio del polvo logré escuchar de la última silueta que detuvo su carrera para decirme: “Qué iluso eres. Espero que hayas aprendido a no estorbar a lo inexorable”.

martes, 13 de noviembre de 2012

Quiero siempre colores


Quiero que lo nuestro sea siempre colorido. Quiero vivir una aventura permanente, que vaya tejiendo nuevos momentos a medida que pasen las horas. No quiero dormir en el laurel fatídico de la rutina sin sentido. No quiero parar. Quiero que se note cierta picardía en medio de las tranquilidades, que me guiñes los ojos en medio de tu cansancio. Quiero un invento hecho con tu lápiz, con tus manos o con caramelos. Quiero una morisqueta en medio del oficio, una voz fingida cuando pases a mi lado, un gemido sarcástico cuando te hable en serio. La rueda no deberá parar porque sería como el corazón que se detiene y sólo espera su muerte. Claro que quiero grandes proyectos, pero no quiero que el camino hasta la tan soñada meta no esté lleno de inanición, de soledad, de desencuentro. Anda, chica, levántate y dame aunque sea un besito en el cachete, que esto de la plomería no es lo mío.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Qué problemita


No sabía que tenía un gran problema, hasta que alguien que sabe mucho me dijo que sí. A medida que me lo describía y analizaba, el problema iba creciendo hasta que se dejó ver como tremendo inconveniente más. Él se lo dijo a otros para formar un equipo de ataque al problema, y la complicación ganó un espacio extra. Cada uno de ellos, todos buenas gentes, me preguntaban y trataban de esquematizar mi problema –por supuesto, para solucionarlo-, pero tanto ruido y presión convirtieron la lista de tareas pendientes en varios problemas juntos y adicionales. La vergüenza era un problema. La frustración y la incertidumbre eran otros más. Total, mi hermano, que de un problema que no sabía que tenía, ahora luzco muy bien encaminado, entre escaramuzas y tumultos, estoico, pecho afuera, hacia la resolución de mis 52 problemas.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Qué vaina con lo prohibido

Qué vaina con lo prohibido. Qué problemón con la picardía desmedida. Qué cosa, eso de objetar las normas de los demás y hasta conspirar. Qué empeño en desear lo negado, lo que, con cada negativa, luce más apetecible. Qué vaina con la fallida empresa, en la que obteniendo por transgresión el objeto deseado, nos confina al anonimato, al escondite protector. Claro que sí, muchos reirán y se vanagloriarán con su botín… y hasta cabe aplaudir bajito su osadía. El problema está en el otro grupo, en ese que consiguió perpetrar su pecado y acumular cada trofeo en su sótano oscuro. El entuerto máximo está en ese grupete entrenado con soltura por la práctica diaria, que delinque y se aburre de inmediato de su beneficio, dejando a su paso los restos de su necedad perniciosa, de su peculiar manera de suicidarse.

El esclavo será otro


El pragmatismo se deslizará a los largo de los años y envolverá la delicada ingenuidad de antaño. La pasividad tranquila cobijará al ímpetu por saltar torpemente, por impulso. Un poco de cinismo será el condimento para cada respuesta requerida. La picardía comedida inutilizará a la expresión burda, a la palabra ligera. El encanto de una mirada dejará encerrada a la posibilidad de mil palabras de arruinar el momento. El placer, administrado a pinceladas, te hará esclava de mis designios. Al parecer, ahora el esclavo será otro...

Igual pierdo


Para que no me hagan daño, me encierro; entonces igual me hago daño yo mismo, sometiéndome al encierro. Para que no me despojen, me aíslo y así conservo mis cosas; entonces igual me despojo yo, quitándome la oportunidad de seguir recogiendo vida del camino. Para no errar, no hago; entonces igual yerro. Para no armar un desorden irreparable con mis días, monto una tramoya alterna que me deja extenuado; entonces igual todo termina desajustado. Estoy atrapado por el riesgo de vivir, por el paso dubitativo, por mi nuevo amo, que es la necesidad de certeza absoluta.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Basta de cháchara


Tanta palabra de más. Tanta expresión absurda que echa el momento a la basura. Pero debe ser así, debemos decir tanto y tanto hasta atiborrar al otro de todo lo que pensamos y no pensamos, que ni nos enteramos cuándo comenzamos a desperdiciar momentos, sensaciones, llegadas a algo mejor. Haz, concreta, deja pasar, tómame la mano de una vez, pero deja de hablar, de argumentar, de decir que crees saber o que ya lo sabías. No importa. No me importa ni nos importa quién de los dos es más racional. Lo que nos debería importar es que el día fluya, que el ánimo y la intención fluya; que eso que llaman magia salga de una vez y nos encandile con su brillo inigualable, a partir, preferiblemente y por favor, del silencio.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Demasiada gente para mi gusto


Crisis de multitud. Tengo crisis de multitudes, de gentío. El ruido de todos ustedes hablando a la vez se me hace insoportable. Sus caminares, sin sentido aparente, sin dirección previsible me fastidian. Esta concentración de transeúntes sin propósito, en despropósito u ocio rampante me causa tensión. Hasta su silencio colectivo me desespera. La sola idea de que se abrirá ese portón y se acabará mi tranquilidad, me tiene meneando la pierna de terror. Quiero estar solo, aprovechando que quiero. Quiero estar en la penumbra, en el silencio, donde pueda volver a escuchar mis propias voces, acalladas desde hace tanto; mis propios fantasmas, que desde hace mucho no me zumban al oído, no se me aparecen para decirme un par de vainas contundentes. Por todo lo expuesto, agarra a todos tus amigotes y sus instrumentos perturbadores y te los llevas lejos... se te agradece.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Sal de ahí


Sal de ese celular y encuéntrate con el saludo fraterno. Sal de esa computadora y recupera el apretón de manos, el abrazo cordial. Sal de el televisor e intenta tus propias decisiones, una existencia real. Sal del entretenimiento constante, pernicioso que hace que tus días se consuman, te consuman. Sal de esa oficina, que te quema tu creatividad encerrándola en cuadritos de formularios gastados. Sal de esa casa y revive el sol en tu piel, el mar en tus pies, el viento en tu guiño dormido. Vive.

martes, 6 de noviembre de 2012

En la trácala


Me di cuenta de la trácala. Al fin, a mi pesar, descubrí lo que había debajo de la mesa, en la manga, en el ir y venir de las miradas insidiosas. De una manera repentina, quedé boquiabierto ante tanta trampa, ante tanta ligereza de la ética, la moral y las buenas costumbres. Todo gira alrededor, mostrándose con cinismo, con desparpajo, sin un gramo de vergüenza por lo que se perpetra a ratos. Ya me convencí de que todo frente tiene un reverso, una mampara, una careta. He visto que el vecino se mueve con tal agilidad en una oportunidad –tal vez su única- y me pregunto qué le pasó, cuándo se echó a perder. Quedé tan estupefacto y marcado que ahora trato de ver el reverso de todo lo que se me atraviesa; trato de saber qué se traen, dónde está la caída, y hasta cuánto puedo sacar de ello. Ya estoy movido. Ya me comienzo a sentir ajustado al nuevo escenario, en la trata de intratables, en el intercambio de unicidades, con las patas en el barro espeso de mi nueva senda. No pude evitarlo. No quise… no quise  evitarlo. Ya basta de tanto sacrificio: Ahora soy normal.

Eres tan frágil...


Todo ese tema de tu fortaleza. Toda esa costosa farsa en ejecución. La verdad es que habías logrado engañarme por un buen rato; pero de pronto, muy de pronto, vi en tus ojos la huida de quien se siente frágil, perdido. Desde ese momento, no sé si me has pillado en mi hallazgo; pero ahora puedo identificar cada momento de peligro que te acecha. Eso sí, no puedo negar tu tremenda habilidad de transfigurar la derrota inevitable en un triunfo pasmoso; no podría yo -ni loco que fuese- desacreditar todo el arte con que lograste cubrir tus lagunas infranqueables, tus nubes grises, tu viejo rompecabezas de piezas perdidas. Sin duda el dolor fue tu mejor consejero. Sin nada que objetar a tu brillante supervivencia, debo dejarte tranquilo y alejarme un poco, tal vez, para aprender más de ti desde lejos, desde aquí, desde donde puedo ver cómo invocas toda clase de conjuro contra los acorralamientos que se te avecinan. De verdad que te admiro por eso, por todo esa victoria parcial contra la adversidad. Por otro lado, sólo me das lástima.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Eternos rincones creativos

Tu ridícula ingenuidad te lleva a pensar, de nuevo, que ya todo se inventó, que no hay más nada pendiente por ver la luz del día. No eres capaz de alejarte un paso y detallar el paisaje engañoso, los mensajes truculentos y avasallantes que dicen que la regla es una. Toda esa academia, todo ese catálogo que te venden es una juntura rigurosa de la existencia, pero como todo intento por contener lo incontenible, se queda corto. Cuando completan ellos su flamante última edición, de por los rincones y las rendijas han surgido nuevas inspiraciones, nuevos momentos de infinita creatividad que bajito se burlan de tu sacrosanto inventario. Despierta. Despierta cada día con nuevos ojos, con nueva piel que note los mágicos partos que se ocurren lejos del camino, lejos del ojo avizor del gendarme controlador al que le rindes tu agradecimiento.