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viernes, 4 de enero de 2019
Una vida de oportunidades... ¿en serio?
Casi
al final, se podría percibir que todos tuvimos nuestra oportunidad, que en
medio de algunas condiciones del entorno, escogimos las decisiones que debimos
tomar o, en el peor de los casos, las que preferimos tomar. Se podría decir que
cada uno pudo hacer de su vida lo que mejor pudo, sin achacarle a otros o a las
circunstancias la responsabilidad de cómo salió todo. Pero se podrían decir
muchas otras cosas. Se podría decir también que todas esas oportunidades otorgadas
y decisiones tomadas tuvieron lugar muy temprano, al inicio de nuestras vidas,
cuando la pasión y la inconciencia gobernaban nuestros días, cuando la falta de
profundidad, de visión, de perspectiva, hacían de las suyas como ratones sin
gatos. No tardan mucho en llegar, sin embargo, las señales de si toda la
aventura juvenil fue acertada o no, gratificando o castigando al participante. Al
pasar de los años, muy lenta y dolorosamente, por lo general, nos vamos
enterando de que la tierra no era plana y que cada acción tiene una dimensión y
un peso específico dentro de la trama de nuestra existencia. Nos fuimos dando
cuenta, cada vez con dolor, de que sobrevaluamos las superficialidades a las
que nos sometimos, mientras ninguneábamos lo que ahora emerge como cierta
verdad importante para nosotros. Se podría decir que, llegados a cierto punto,
en este eterno darnos cuenta y al fin con las herramientas adecuadas en la mano,
tratamos de sacarle el jugo a la vida, ahora sí, con la dirección y el sentido
que nos hará sentir en paz, conformes con nosotros mismos y lo que nos rodea. Quién
sabe si hasta nos volvemos útiles. Quién sabe si hasta nos convertimos,
finalmente, en parte de un tejido superior que nos otorgue un verdadero
significado.
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