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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Querer a mamá

 

La razón para querer a la madre es la misma que para querer al país: porque sí, por que es la nuestra, porque nos da la gana. Es tentador haber deseado que nuestra madre hubiese sido una maestra de preescolar con posgrado en crianza de gente consciente, pero no; nos tocó esta loquita que calla o que vocifera, que presiona o abandona, que leyó un libro rapidito para ver cómo es que es ser madre o incluso que no quiso saber nada de nosotros. Es lo que hay. Hay que honrarla porque sí, porque sale de las tripas, porque es inevitable y la mayor parte de las veces, no se quiere evitar. Así que palante es pallá con esa mujer que en medio de sus planteamientos silenciosos disfrazados de reprimenda te recuerda como su muchachito de siempre, el tímido o el loco desbaratado, el que siempre necesita; la que te considera como su continuación, como una parte de sí, como el amor verdadero aunque sea a carajazos. Por eso, por el detallito de darnos la vida y todo lo demás, feliz día de las madres.

martes, 29 de diciembre de 2020

Qué fastidio es respetar

 

Qué fastidio es respetar. Tremendo el esfuerzo por no imponer nuestro punto de vista, “lo correcto”. Me revienta que cuando dices algo que está errado, no me pueda subir en este murito y explicarte con lujo de detalles la verdad que te tengo preparada desde que me desperté. Respetar deja ese prurito, esa picazón en cada parte del cuerpo, cuando me aguanto las ganas de ponerte en tu lugar… y si fuese en público hasta masiva sería la lección. La verdad es que no te odio, ni a ti ni a los que se atraviesen en mi camino diciendo o cometiendo estupideces, tonterías equivocadas y hasta peligrosas, pero es que alguien tiene que corregirlos. “Debo salvarlos con mi verdad”, me gritan las tripas. “Tengo que decirlo, ¡tengo que decirlo!”, retumba en mi cabeza. Según he visto, tengo la razón. Pasan los años y estoy seguro de que mis puntos de vistas deben haber vencido a todos los que se equivocaron delante de mí; bueno, la verdad es que no espero que lo reconozcan, porque, entre otras cosas, ninguno me habla.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Se rompió el cántaro

Se rompió el cántaro al fin. Se rompió el bicho ese que tanta agua llevó, que tanto cuero llevó. Se rompió esa vasija que parecía eterna, invencible, pero que resultó frágil como tantas otras cosas menos mercadeadas. Después de tanta carga a cuestas, después de tanto peso extra que le metimos con disimulo, con argumentos de falso amor, de responsabilidad robada, el recipiente otrora imbatible, se rajó y dejó salir todo lo que tenía para quedar vacío, para quedar quebrado para siempre. No fueron pocas las advertencias. No fueron ligeros los avisos. En algún momento se preveía que ocurriría, y como todo es perfecto y no como se nos antoja que sea, se trancó el juego, se apagó la luz y, fingiendo sorpresa, nos llevamos las manos a la cabeza y nos lamentamos airadamente pa que nos escucharan. Al final, y si nos ponemos serios, era lo que tenía que ocurrir. Las causas no eran para menos, no eran antecedente para otra cosa. En un despliegue de perfección natural, lo que cargó hasta con lo que ya no pudo, se vio vencido y se tuvo que despedir de la forma que siempre lució, de la existencia que siempre practicó. Solo queda examinar la historia con la seriedad del caso y poner las barbas en remojo, que la vaina no es jodedera.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Cansado de la madurez

Ya me cansé de saber cosas, de conocer nuevas formas, de creer nuevas promesas. Mis verdades, empeños y discusiones se hacen cada vez más heterogéneas, más difusas, y aunque aparente mayor criterio y mis argumentos tengan ahora cierto brillo, la verdad es que al final de la noche, estoy más confuso, más solo. Mis ignorancias pasadas al menos me daban más pasión para perseguir las metas que me mantendrían entretenido, ocupado, sin ganas de profundizar en nada. Mis porfías me daban el chance inmediato de pedir disculpas entre mocos y compunciones. Mi juventud me daba más fuerzas para, enrollado entre mis creencias infantiles, salir airoso después de blandir cualquier consigna inventada o copiada de algún libro, revista o canal de televisión. Pero ya no. Ahora es más cuesta arriba, con todo este cargamento seudofilosófico, arrancar el pesado motor que incluso en ocasiones no se detiene de escupir para afuera y para adentro sin dejar dormir es fuente de hastío. Quisiera incluso, como carajito retrógrado, volver a lo simple, a lo ingenuo, a lo inocente… incluso, a lo equivocado.

domingo, 20 de diciembre de 2020

Mis extrañas vacaciones

 

Quiero unas vacaciones, pero esta vez, quiero unas vacaciones de mi mente. Estar lejos del pensamiento recurrente, de los análisis, de las proyecciones, de las conclusiones precisas que terminen convirtiéndose en creencias inútiles. Quiero alejarme de los recuerdos, sobre todo de los malos. Quiero alejarme de las ansiedades que brinda pensar en el futuro, sobre todo en lo que no parece tan bueno o no va a ocurrir. Quiero mirar lo que estoy mirando en el ahora. Quiero sentir con calma el sabor de la comida que como, de la bebida que tomo, sin apuro alguno de levantarme de la silla. Quiero ver a los ojos a quienes quiero para saber que están bien, oler la piel de mis amados mientras los abrazo o acaricio. Quiero permanecer un tiempo en silencio, haciendo, sin hacer, divirtiéndome, pero sin complicaciones, sin juicios ni prejuicios, tal como si observara algo en contra de lo cual no puedo ir. Quiero estar en equilibrio, sin halar, sin empujar, sin querer más de lo que tengo, sin ser obligado a lo que no quiero. Quiero un espacio en el que la paz dé a luz a la creatividad y al gozo. Quiero que mi cuerpo se entere de tales vacaciones (y seguro lo hará) y experimente su propio equilibrio, su propio fluir… esa eterna maravilla que es la salud.

martes, 15 de diciembre de 2020

La temporalidad me sacude

La temporalidad se asoma de vez en cuando y me sacude con sus avisos constantes e ignorados. “Todo pasa”, me dice con su calma inamovible. Pasa el día, pasa el acontecimiento de moda, pasa el día más importante de mi vida. Se van despidiendo uno a uno mis seres amados, mis ocasiones únicas, como en una fábrica en la que todo va por un carril imparable, que trae y se lleva cosas sin miramientos, sin considerar que me he prendado de cada una de ellas como un niño, como un niño caprichoso, insoportable, que no comprende aún cómo es que se bate el cobre por estos lares. Pasa una sonrisa, pasa la oferta en el centro comercial, pasa el personaje admirado, y como todo pasa, pasa la vida, eso único que parecemos poseer y sobre lo cual somos quienes decidimos. Pasó también la pasión, pasaron la niñez y la juventud; pasaron igualmente la irresponsabilidad y la superficialidad. Pasaron muchos años. Y después que pasó todo eso, aquí estoy, sin comprender todavía que todo pasa, esperando por la próxima cosa emocionante que me llene… hasta que pase también y me deje desolado en este banquito tan odioso. 

sábado, 12 de diciembre de 2020

Con una piedra en los dientes

Deberías darte duro por la jeta si alguna vez tuviste quien te diera afecto y lo despreciaste. Deberías darte con una piedra en los dientes si en algún momento pusiste cara de fastidio cuando se te acercaron para ayudarte, para acompañarte. Deberían encerrarte por haberte burlado, por haber embestido contra la bondad del otro. Creo que hasta ahora no te has dado cuenta del asunto porque estás ensimismado en tus arrollamientos colectivos, pero a tu pesar, como todo busca un equilibrio en la vida, en algún momento se te presentará un momento precioso de revelación… te lo garantizo. Solo espero, chico, que para entonces quede alguien que haya sobrevivido para que se siente a tu lado.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Cuando no quede nada

 

Cuando no quede nada, entenderás todo lo que sobró. Cuando el tiempo apremie, te enterarás, por fin, con la urgencia del testarudo, de todo lo que tuviste a tu alcance y no te diste cuenta. Cuando llegue la sentencia final, comenzarás a hacer el inventario de las cosas pendientes, de todo lo que te faltó por hacer y caerás de rodillas. Cuando no queden más fuerzas para mentirte a ti mismo, hará su entrada, inexorable y dolorosa, tu honestidad, tu reconocimiento de la realidad. Ante la ausencia de un mañana, súbitamente se activará el presente y cada minuto vivido será un triunfo sobre la adversidad. En esos momentos, en esos aparentemente ingratos instantes de vida finita, disfrutarás de la riqueza que siempre tuviste en tus manos, esa, de amanecer vivo, pero que con la necedad heredada, incrustada en tu pecho, dejaste que el miedo se apoderara y te hiciera cuidarte de la vida misma, de eso que ahora respiras con tanta frescura, con colores impactantes, nuevos. Tal vez todo está escrito para ser de esa manera apasionada, sobresaltada, bastante imbécil, de lanzar a la basura lo valioso, lo que llena de verdad durante toda la vida para salir corriendo detrás de la fantasía anhelada que alguien nos contó, solo para caer en cuenta, a poco tiempo de la partida, del tesoro que echamos por el barranco.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Conciencia sin libido

No puedo revestirme de sabiduría si pasas por delante de mí vestida así. No puedo practicar el Ser mientras te veo lavar los platos en esa faldita. No puedo llegar al estado de elevación deseado si cuando pasas a mi lado me acaricias la espalda o me picas el ojo. Deseo tanto conjugar esas dos cosas en mi vida, pero mi atracción hacia ti es tal que siempre abandonaré mis prácticas trascendentales para caer en finalmente en tus brazos. Mejor entonces espero unos añitos para que se me pase todo este vaporón y así poder entrar, finalmente, en ese tan necesario mundo de conciencia pura.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Ya soy yo mismo

Ya soy yo. Yo mismo, sin agregados colectivos ni condicionamientos pasados. Ya pude eliminar la basura imperceptible acumulada durante años y las creencias paralizantes, dejando el camino abierto ante mí. La claridad para sentir sin remordimiento, para decidir si hacer o no, sin mucho análisis, sin tanta teoría, sin la intelectualidad pretensiosa, se pasea por mi casa como si fuera de ella. La casi mágica capacidad para examinar lo que pasa por mi cabeza, lo que mi pasado trata de impedir o mi futuro intenta poner en duda, me otorgó un poder inesperado sobre mis días, sobre lo que puede o no calar en mis asuntos pendientes. Ya puedo ver, sin tantos lentes prestados, lo que en realidad aparece enfrente de mí, sin prejuicios, de una manera fresca y abierta, tocarlo o disfrutarlo, si fuese el caso, sin magnetismos patológicos y después colocarlo en la misma repisa de la que lo tomé sin apegos dolorosos. Perdí el temor. Perdí el temblor. Todo ha cambiado mucho y aunque el torbellino de paz me aísla del resto de mi entorno amado, creo que al menos por ahora seguiré, responsablemente, aquí, así.

martes, 1 de diciembre de 2020

Cada quien tomó su decisión

Ya cada uno tomó su decisión. De alguna manera ya lo hicimos. No importó Dios, no importó el partido, no importó la policía o la conciencia: ya está decidido. Después de un rato bien sufrido, después de crisis continuas o condiciones distintas a las que solemos experimentar, se abrió una puerta en nuestras percepciones e independientemente del concepto de sensatez que tengas los demás, establecimos lo que íbamos a sentir, lo que íbamos a hacer o a omitir. Aunque estemos condenados a desperdiciar lo que poseemos o a anhelar lo que no tengamos, me subí a esa ola sin remordimientos, sin tapujos, sin objeciones válidas y decidí vivir, o bien en la locura de la pasión o bien en la locura del silencio de la resignación… lo que sí me queda claro es que me subí oficialmente en la locura colectiva contra la cual no pude resistirme más.

sábado, 28 de noviembre de 2020

¡Paren esta vaina!

Traigo el impulso, la fuerza, la inercia… la carga. Los motores recalentados no se han enterado de que ya todo pasó, de que el propósito se cumplió y siguen mandando vueltas al eje. Ahora necesito que se vayan apagando, calmando y le cedan el lugar a la tranquilidad, al silencio, al espacio dispuesto para lo de antes, lo que queda tapado por el barullo, aunque preferiblemente para la nada. Necesito volver a ser yo en función de mí mismo, a sentir, a reubicarme y dejarme ser de nuevo, a caminar por mi propio camino… a ver qué cosa honesta sale.

martes, 24 de noviembre de 2020

No puedes salvarlos a todos

No puedes salvarlos a todos. Es totalmente imposible. A pesar de la necesidad que te rodea, del dolor de tu alma, tu vocación extraordinaria y de tu gran corazón, no puedes. De hecho, no debes creer que puedes. Mientras tu tendencia a favorecer a los demás se desenvuelve de una manera aparentemente ilimitada, tu mente y tu cuerpo comenzarán eventualmente a resquebrajarse, a flaquear, a negarse a seguir el camino que le has impuesto. “Amar al prójimo” no significa autodestruirse. Sacrificarse por el bien de los demás no implica abandonarse a sí mismo. De hecho, si te fijas bien y te pones práctico, los días de sufrimiento por agotamiento, enfermedad o lesión propios no permiten que puedas brindar el mejor servicio a quienes lo necesiten con la energía y la alegría necesarias. Así que ponte las pilas. Deja el frenesí por los demás y pon orden en casa antes de salir a rasgarte el pellejo en la calle.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Fuiste ejemplo

No hubo mucha interrupción en tu sufrimiento. Muy poco receso, al parecer. Nacer sin herramientas y con la consecuencia lógica de no adquirirlas durante una vida de agobio, signaron tu existencia, según reza el cuento de camino. Anécdotas sobran de tus salidas, de tus desmanes, de tus golpes a la mesa. Al parecer, no tuviste tiempo de tranquilizarte lo suficiente como para recostarte en tu conciencia siempre saboteada por el entorno y acomodar el nido. Hasta tus últimos días todavía parecían asomarse los viejos y violentos fantasmas, las condenas, la mala fama fortalecida. Sin embargo, yo disfruté de tus otros días, de tus ratos de descanso en la vejez, de tu sabiduría malhablada. Yo tengo los mejores recuerdos de tu sonrisa, esa que se escapaba de los berrinches en cuestión; de tu picardía, incluso en tus días finales. Fuiste el indiscutible ejemplo de autosaboteo, de ceguera vertiginosa, de propagación de tempestades y, al mismo tiempo, el ejemplo de quien pudo llevar adelante un proyecto que lucía imposible, invisible, pero que manquesea a carajazos, salió adelante entre nosotros. Bendición.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Fui solo un rol

 

Fui solo un rol. Fui solo un rol y ahora no encuentro qué hacer, cómo sentirme. Fui padre abnegado y cuando mis hijos se fueron e hicieron sus propias vidas, solo me quedó la frustración de no poderlos ayudar más. Fui trabajador incansable, el mejor dispuesto, pero al quedar finalmente sin empleo, solo me quedó la ansiedad y el ridículo cheque. Fui uno de los atletas más destacados de barrio, reconocido hasta en los medios locales: toda una figura. Pero al pasar de los años, el declive normal de las energías, los achaques y las dificultades me dejaron en casa sin poder ganar ni un trofeo más. También fui joven. Enérgico, apasionado, portador de la irresponsabilidad y el desdén asociados, de los sueños y las grandezas siempre pendientes por las que podía arriesgar cualquiera de mis bienes físicos o mentales. Pero ahora estoy en el atardecer de mis días, con más frustraciones que satisfacciones por haber corrido con los ojos cerrados y resistiéndome cada día a la idea dejar de ser el tipo capaz de levantar una familia o un bulto pesado al mismo tiempo. Hoy, mirando por la ventana y con la taza de café en la mano, me di cuenta de que el tiempo pasó y me atasqué en el rol más prometedor, sufriendo la confusión que deja ser un disfraz y no quien decidió usarlo.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Nunca es solo una cosa

Nunca es una sola cosa. Nunca el remedio es uno, por lo que hay que olvidar totalmente las tan cacareadas panaceas. Hasta lo más simple tiene más de un origen. Hasta el más nimio efecto tiene varias causas. No es tan simple tapar el huequito con un solo dedo, porque se comienza a chorrear por otros lados. Puede ser que haya una causa poderosa, pero no será la única y es por eso que después de “solucionar” algo con el remedio recomendado por los sabihondos, seguirán saliendo los fantasmas inexplicables. Los patrones de comportamiento de la situación revelan varios caminos a tomar, pero los genios que somos nos hacemos los pendejos y tomamos uno solo, “¡El Definitivo!”, gritamos, anticipando ridículamente el triste final, el nuevo fraude protagonizado por nuestra percepción borracha, por nuestra ilusión imbatible.

¿Bruto yo?

 

Siempre temí ser bruto, por lo que siempre me resistí, sistemáticamente, a someterme a las pruebas que lo confirmaran. Los exámenes sicotécnicos fueron un verdadero reto, no tanto por los resultados, los cuales nunca fueron tan malos como temía, sino por temor mismo a fallar durante la tarea. Cuando alguien me preguntaba si había hecho tal o cual ejercicio, el desafío de moda o la prueba pendiente requerida por el sistema, bien con una risita nerviosa o con un rotundo “no me interesa” abandonaba el grupo y me iba a ver si “el gallo puso”. Los mensajes del entorno solían ser directos, elocuentes y claro, desalentadores. Sin un tutor sicológico o un amor consciente a la mano, no había mucho sueño o proyecto que me ocupara la mente, por lo que, al margen, sí pude disfrutar plenamente de eso que llaman el ahora durante mi niñez. Pasaron los años y desde mi coraza miedosa comencé a abrirme paso entre las maneras, entre los métodos, entre mis posibilidades reales y mira, resulta que bruto no era. Sí quedaron las taras residuales de la creencia recién abandonada, como la inseguridad, pero el progreso en los logros fue aumentando hasta llegar a un nivel muy aceptable de mi parte. No es que luego fuese noticia o saliera en los comerciales o programas de entrevista, pero sí pude lograr mi estrellato íntimo como alguien capaz de hacer lo que quisiera, aún cuando “lo que quisiera” no estuviese todavía a la vista… y tal vez todavía no lo está porque el camino que escogí de viejo no fue el de la capacidad publicitable, pero no me cabe duda de que el encuentro con mi potencial, inicialmente negado, sigue siendo sumamente grato.

lunes, 9 de noviembre de 2020

No me gusta mi vida

No me gusta mi vida porque no es como quiero que sea. Y, ¿cómo quiero que sea? La verdad no sé, pero seguro no es como es ahorita y desde hace tiempo. Me enseñaron a soñar, a imaginar, a proyectar, pero nunca me dijeron cómo es que se disfruta el día de hoy, sin apuros, sin urgencias, plenamente o cómo es que se acepta lo que es como es. Fui equipado por los míos y por el entorno con los más pesados condicionamientos, con las más agringoladas creencias; y en este punto, siento que la colección imaginaria doblar la espalda y las rodillas. En medio de prejuicios, resistencias y demás tributarios del miedo, mi paso casi se paraliza mientras, aparentemente, tengo un extenso camino enfrente… dicen ellos. Me dicen que no me gusta la vida porque no he vivido, que el latir de mi pecho no significa disfrute, sino pura y simple sobrevivencia camuflada. Afirman con vehemencia que mientras vivo de un posible pasado glorioso o esperando un futuro mal prometido, todos mis “ahoras” siguen circulando y yéndose irreparablemente por la cañería, sin entrar en el álbum, sin firmar el libro de visitas… solo marcando tarjeta antes de entrar en el matadero que es cada día de mi vida.

martes, 3 de noviembre de 2020

A mis 50 años

A mis 50, lavé los platos cuando estuve dispuesto, boté la basura cuando la bolsa estuvo llena y me bañé cuando lo preferí. En el medio cupón, negocié solo lo pertinente, visité cuando quise y cedí el asiento cuando pude.  A los 50, me descubrí detrás de una pila de basura ya visible y fácil de remover. Al abrir la puerta otoñal, dije solo lo necesario. A estas alturas, pude ver que el amor no es un chorro selectivo, sino que soy la fuente abierta del amor que se vierte antes sobre mí y lo recibe quien se atraviese. A mis 50, puse a la pasión, a la culpa, al arrepentimiento y a lo que pudo ser en su santo lugar y me deslicé a lo que soy y a lo que puedo hacer. A los 50, creo que comienzo a aceptar, en lugar de resignarme.

viernes, 23 de octubre de 2020

Jugar al loco

Entrar en la locura ajena. Meterse a jugar la locura colectiva. Contaminar sin mucho sentido lo que cuesta tanto mantener sano. Ser halado por las fuerzas poderosas de la ira, la tristeza, el miedo. Dejarse enganchar por un comentario, por una noticia, por una especulación y caer por el hueco de la discusión con los demás o con uno mismo. El cuestionamiento, la resistencia, el pie de guerra siempre a punto, bien dispuesto para dejarse llevar y perderse cada vez. La pesadez me embarga y no sé exactamente por cuál de los episodios... Digamos que por todos, por el conjunto, por la pila de basura que todavía me cuesta esquivar cuando aparece en el horizonte de mi vida generalmente calmada.

lunes, 12 de octubre de 2020

Si no estuviésemos juntos

Si no estuviésemos juntos, si no tuviésemos nada hasta ahora y fuésemos, digamos, vecinos, me asomaría por la ventana para verte cuando salieras o llegaras de la calle. Si no tuviésemos lo que tenemos ahora, buscaría una excusa, digamos, barrer el porche, sacar el perro o lavar el carro, para saludarte de cerca. Si nuestra juntura nos hubiese sido negada hasta ahora, iría a tu casa a llevarte algo que no era tuyo o a pedirte un poquito de azúcar −manque fuese yo diabético−. Te perseguiría a la panadería, al mercado, a la farmacia, para buscarte conversa y buscar en tus ojos alguna señal de reciprocidad, de autorización para avanzar un poco más. Si no nos conociéramos como ahora, si no abrigáramos aun lo que sentimos ahora el uno por el otro, seguro yo haría lo posible porque ocurriera, y conociéndote como te conozco, sé que harías lo posible por no arriesgar tu reputación y le darías largas a mi intento, pero ya ves, mi ya viejo amor: yo ganaría.

domingo, 11 de octubre de 2020

Vida esquiva

La vida me resulta esquiva. ¿Por qué la vida no es como quiero que sea? ¿Será que no estoy en el lugar o el momento adecuado para que lo sea, que me tengo que ir o esperar un poco más? ¿O será más bien mi perspectiva, mi manera miope de ver las cosas? Si fuese mi lente el del problema, ¿por qué pienso así, por qué me empeño en esperar que la vida sea de tal o cual manera? ¿De dónde saco yo tanta expectativa, tanta plantilla ajena que termina en un choque de frente con la realidad? La verdad, es que no tengo la menor idea. Seguiré sufriendo, pues, un poco más a ver qué sale… porái dicen que de tanta roncha, uno termina por aceptar y tranquilizarse, pero yo no quiero ser así de pusilánime.

viernes, 9 de octubre de 2020

Heridas que mandan

Heridas que no sanaron. Cicatrices que no cerraron. Daños que no fueron digeridos como parte necesaria de la existencia que quedaron haciendo erupción permanente de rabias, de miedos sin causa aparente, de emociones que dictan, hasta ahora, el ritmo errático de nuestro pensar, de nuestro sentir, de nuestro actuar. Personalidad endurecida para el resto del mundo, marcando la pauta de la excelencia circunspecta, de dureza hacia la debilidad propia y hacia la ajena. Juez ciego. En lugar de un hada madrina, sobreviene el látigo invisible de siempre, manufacturado en los años originales que nos repica detrás y no endereza a cualquier señal de dolor, de hastío, de tristeza y es cuando nos paramos firmes de nuevo —¡firmes siempre!—, bamboleándonos, muy a escondidas, entre la honestidad dolorosa y la firmeza inhumana que el mundo de afuera requiere para triunfar, avanzando descalzos sobre las espinas que debieron quedar atrás y no quedan, dejándonos siempre atrapados en esta dualidad que mata todos los días.

jueves, 8 de octubre de 2020

Llegar lejos, llegar solo

Hay un tema raro, aunque repetitivo, y es que “el dinero no da la felicidad”. Por supuesto, la afirmación (o negación) es un cliché generalizado. Lo que puede ser una expresión que se acerque más a la realidad estadística es “la soledad no da la felicidad”, por lo que pareciera que no importa lo que logres en la vida, si no tienes afecto alrededor, no es completa la felicidad que este logro provee. Por otro lado, si unimos esta premisa con la falta de control que parecemos tener sobre nuestras vidas —lo que se comprueba fácilmente echando un vistazo y comparando el plan inicial con el resultado final—, no me queda claro si sea tan sano emprender un viaje a la Luna sin la compañía ocasional, sin la calidez del otro, sin el abrazo correspondido. Tal vez llegar lejos no sirve si llegas solo. Aparentemente, no importa lo que emprendas o qué tan individual o aislado pueda ser, el contacto con los demás eventualmente tocará tu puerta y vas a tener que abrirle si es que quieres seguir avanzando. 

lunes, 5 de octubre de 2020

Como bobos mirando el dedo

 

Entonces nos quedamos con la mala costumbre de seguir al maestro y no a la enseñanza. Como bobos, no dejamos de ver el dedo en lugar de acoger a lo que este señala. No aprendemos. Continuamos montándonos en el lomo a la persona que muestra, a la persona con mayor atención o elocuencia, y en lugar de entrar por la puerta del entendimiento, de apreciar el valor que debe guiar, el principio que mueve, decidimos estancarnos ahí mismo y seguir siendo los borregos de una enseñanza que se puede descomponer, desvirtuar o envilecer en manos del sabio de turno. En el peor de los casos, si nos vamos a equivocar, que sea por nuestros propios tropiezos, por el esguince en nuestras percepciones y no porque se rompió el mecate que escogimos para opinar.

jueves, 1 de octubre de 2020

¿Dormir separados? ¿Tú estás loco?

Dormir juntos es uno de los símbolos por excelencia de la entrega, de compartir. De ahí que las parejas tradicionalmente duerman juntas para demostrar lo cerca que se sienten el uno del otro, lo sólido de su unión. Sin embargo, existen parejas que duermen separados. ¿Dormir separados es acaso una señal de falta de amor, de una relación disfuncional que pronto va terminar? ¿Quién, en su sano juicio, querría entonces dormir separado de la persona que ama?  Bueno... si alguno de los dos ronca, si alguno de los dos chilla, si alguno de los dos necesita dormir con los brazos extendidos, en posición de Superman o lanzando patadas o manazos durante el sueño; o si a alguno de los dos le gusta dormir con la luz prendida, si alguno de los dos le gusta escuchar música mientras duerme, si alguno de los dos se levantan en la madrugada a ver televisión, escuchar la radio o a ver las redes sociales, la verdad no veo porque el otro deba aguantarse todo eso si lo que quiere es dormir. Aguantarse todo eso en nombre del amor, es decir, de un amor que obliga a la tortura, la incomodidad…  eso no se parece mucho al amor que se juraron cuando decidieron vivir juntos. De hecho, dormir separados no significa dejar de hacer el amor, dejar de acariciarse, dejar de ser cariñosos; sólo significa "dejar de dormir juntos". El resto de la vida sigue adelante. Sin dramas, sin ganas de morirse porque todo fracasó y sin predicciones de tragedia. Resultaría fascinante amarse conscientemente, acercarse a darse un cariñito con intención, con ganas cada vez, sin que la cama lo haga obvio e inevitable. Resultaría, incluso mejor que hacerlo, en el peor de los casos, por rutina, porque ya estamos en el cuarto, porque ¿qué se le va a  hacer? ¿No te parece?

martes, 29 de septiembre de 2020

¿Cuál es el límite?

¿Cuál es el límite entre una cosa y su opuesto? ¿Cuándo algo bueno comienza a ser malo? ¿En qué punto ya no me gusta esto y comienzo a odiarlo? Al parecer, según el sitio, según el momento, según las personas, esa rayita está más allá y en algunos otros casos, hasta no existe. Es decir, las definiciones morales de las cosas, personas y situaciones dependen del contexto que las juzgue. Aquí estoy yo, buscando referencias para mi propia vida, dibujando rayas a lo loco, en la medida que dictan mis miedos, mis emociones, mirando bien, mirándome bien, para saber cuándo soy adecuado y cuándo estoy meando fuera del perol. Pero la verdad es que cansa. Ya estoy extenuado de tanto medir, de tanto contenerme de lo que siento que debo hacer, de cómo debo sentir, pero también de explayarme en conductas y actividades autoimpuestas en medio de este torbellino de incertidumbres, de momentos patéticos por lo ridículo. Ya basta de hipocresía. En este punto, jadeando por forcejear y recostado en este árbol del camino, decidí dejarme de pendejadas y vivir mi propia vida, con mis propios cargamentos y mis propias satisfacciones, sin más rayas que obliguen; solo con la brújula que llevo en el pecho, que ha resultado ser la mejor guía. 

jueves, 24 de septiembre de 2020

El mundo del descarte

Es más fácil descartar que definir. Es más fácil quitar que colocar, que armar, que construir. Sabemos con mucha más facilidad qué es lo que no es, que lo que es. Como unos titanes, argumentamos en contra y nos explayamos en razones para atacar; pero a la hora de defender honestamente un punto, patinamos como loros en mosaico. Preferimos delinear que rellenar. Por naturaleza civilizada, no sabemos lo que queremos, sino lo que no queremos, por lo que nos pasamos la vida soñando y adquiriendo a lo loco y botando luego, aburriéndonos luego, en lugar de definir qué somos y qué necesitamos para luego actuar en consecuencia. En fin, y para terminar la perorata, somos seres apayasados que fingimos surfear la ola, cuando en realidad yacemos rasguñados en la orilla. 

martes, 22 de septiembre de 2020

Ahora me toca a mí

Siempre ha sido así, pero es ahora cuando voy a experimentarlo. Siempre ha sido así, pero es hoy cuando me toca a mí. Siempre he rechazado amablemente los consejos en ese respecto porque la verdad no me interesaban las maneras ajenas. Siempre me vi más capaz que mis antecesores, por lo que descartaba a la primera cualquier opinión sobre el tema. Ahora vengo yo, desafiando las estadísticas, con ganas locas de ir contra la corriente y triunfar, de restregarle en la cara a mis detractores que seré quien logre eso que históricamente les ha sido imposible conseguir. Seré catalogado como un visionario, como un precursor... Claro, eso si no caigo de culo como tantos otros en el pasado y entro a formar parte de los números que siempre rechacé, de los que tanto me burlé.

No aceptaré la nueva rutina

Me niego a aceptar la nueva rutina. Rechazo firmemente convertir todos mis logros hasta ahora en "lo que debe ser", en el nuevo invisible, en un presunto vacío, en parte del cementerio de metas logradas. Me niego a no apreciar, a no agradecer el fruto de mis gratos y no tan gratos esfuerzos para tan solo llegar a un nuevo aburrimiento. Me niego a convertir cada figura en fondo, cada color en gris, cada entusiasmo en indiferencia. Me niego a ser el ingrato que todos practican para emprender, cada vez y con eficacia, un futuro e invariable desdén.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Quisiera renacer distinto

Quisiera renacer en otro lado, de otro modo. Quisiera, ahora sí, ir descubriendo mis propias necesidades y posibilidades y no dejarme llevar por este montón de espejismos y ridiculeces que me dicen lo mucho que me falta para ser como supuestamente debo ser. Quisiera despertar, satisfacer al cuerpo como se debe y, luego de varios días, irme dando cuenta de mis propios impulsos, por mí mismo, de qué es lo que voy necesitando y alcanzarlo sin la presión externa actual, a mi ritmo, con los medios con los que cuento para alcanzar mi propia y total satisfacción. No quiero más receta ajena. No quiero más estereotipo. No quiero más camisa de fuerza con adornitos. No quiero más felicidad falsa de pantallas y lucecitas que desaparecen cuando quedo solo. Quisiera armar mi propio mapa de la vida, con trazos diarios, a mi gusto, cuyo resultado sea a mi imagen y semejanza y no el camión de espejismos inventados por otros y en los que creí cabalmente, convirtiéndome al final en su esclavo, en su payaso llorón.

jueves, 17 de septiembre de 2020

Debo proteger mi alegría

Debo proteger mi alegría. Debo resguardarla de tanto pesimismo, de tanto traspié, de tanta ave agorera que se detiene a soltar sus excrementos, aún sin saberlo, sobre mi prístina emoción. Debo buscarle una repisa fresca y seca para que nadie venga a sabotearle la sonrisa, la esperanza, las ganas de vivir. No es cuento. A muchos le gustaría ver mi alegría convertida en tristeza, en queja solidaria, en una especie de decaimiento compasivo que me ayude a recostarme de quienes perdieron de vista el propósito de la vida. Creo que no les daré ese gusto. Seré, por esta vez, evasivo y hasta maleducado con quienes me tratan de halar para el hueco del desánimo. Creo que ya tengo el lugar y el tiempo para llevar mi alegría a conocer de otras alegrías, de otras fuerzas positivas que más bien muevan a la acción y no a la parálisis, alejándola del bosque embrujado de calamidad de esos que ahorita ven mi alegría como un artefacto raro, como un bicho a exterminar a como dé lugar.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Tener sexo

Tener sexo, hacer el sexo, hacer el amor. No es cualquier cosa. Es nada menos que dos cuerpos desnudos juntos, desabrochándose la mente, de sus argumentos y complejos, ejerciendo las ganas y dejándose llevar. Es tomar tu aliento, oler tu piel, saborear con atrevimiento lo que ahorita se siente tan mío. Es, después de un rato y a pesar de tanto acuerdo y aclaratoria ilusa, comenzarme a meter en tu cabeza, en tu corazón, en tu vida. No es cualquier cosa, aunque sea solo una vez, aunque se indique que no tendrá consecuencias que desbarajusten tus planes. No es cualquier cosa, y tan no lo es, que todavía pienso en ti en la oscuridad, que todavía me gustas como la primera vez, cuando nos dijimos, con autoengaño compartido, que no pasaría de aquella tarde.

Amarse de retruque

Amarse a sí mismo. Esa pacífica sensación de escucharse en el silencio y responder con compasión hacia el propio yo. Sin drama, sin usar la tan gastada bandera del merecimiento, sin reclamos a la vida, a los demás; dejando de ser parte de una red intrincada de egos rellenos de ese drama, en el que el sacrificio, el pobrecito yo y el a mí nadie me jode tienen un lugar atornillado que no deja fluir las situaciones, que se enredan casa vez más,  que no dejan de morderse la cola para generar nuevas situaciones, nuevas soluciones, nuevas paces... Amarse a sí mismo, hacer la aritmética adecuada y descubrir el verdadero impulso que se necesita para ayudar al otro, para no sufrir, para no cagarla.

martes, 15 de septiembre de 2020

Prontuario difícil

Al parecer, soy el campeón en lo que no se debe hacer. Aparentemente, he cometido tantas infracciones que a la hora de enderezar, son incontables los aspectos a corregir, las disculpas a mendigar. Según puedo interpretar de lo que voy encontrando en mi camino a la redención, violé cada norma, infringí cada regla que había en la bajada de mi juventud y que ahora, en esta subida otoñal, debo parchar con tanto esfuerzo, con tal honestidad, que a veces me recuesto a un lado del camino a jadear. Debo reconocer que, por el tamaño de mi prontuario, cuando parezco haber recorrido casi todo el camino correccional, es apenas cuando he logrado la "normalidad" colectiva. No es fácil ser bueno.

La presencia incómoda

Eres la presencia incómoda. Es ingrato, pero es así. Dondequiera que llegas, la gente murmura y luego guarda silencio, esperando que pases de largo. No importa si traes la verdad, el alivio o la reflexión, nadie soporta tal cargamento de ladrillos. Podrías culpar al resto de inconscientes, de desconsiderados, de comploteros, pero la verdad es que no tienes herramientas para legarle a nadie. Tus maneras son toscas, agresivas, ofensivas. Crees traer alguna buena noticia, pero no tienes la llave para abrir la puerta de los oídos, del interés ajeno, de esa audiencia tan práctica que desechará cualquier cosa que no parezca interesante en los primeros segundos de exposición. Así que, mi pana, si no modificas tus aproximaciones pronto, esa imagen de nube gris, de maestrico frustrado, se afianzará para siempre y nunca dejarás de ser esa ladilla que viene ahí…

miércoles, 9 de septiembre de 2020

El mapa en mi cabeza

En mi cabeza está mi mapa, el mapa por el que me guío para pensar, para sentir, para actuar. Todo lo que quiero hacer pasa por una revisión de ese mapa y luego comienzo a caminar. Pero el mapa no es fijo. No puedo confiar en él en todo momento. Resulta que mi ánimo, mis emociones, van modificando el mapa y a veces más bien se convierte en una receta para mi extravío seguro. Por eso es que frecuentemente debo cotejar mi mapa con la realidad, sobreponer la imagen de la realidad sobre esta estructura inestable y replantear, recortando todo lo que parezca un brinco, un capricho, una ligereza, hasta llegar de nuevo a la coherencia, a la clara conciencia de las cosas, a confiar de nuevo en el mapa que tengo en mi cabeza.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Estás, pero no estás

No vives el presente. Nunca estás en el ahora. No saboreas la comida ni miras el paisaje. Todos te podemos ver pero no estás aquí. Estás en otro sitio, revolviendo el pasado o tratando de controlar el futuro. Miras el reloj como si siempre tuvieses una tarea pendiente. Corres sin saber porqué. Eres experto en no vivir lo que hay que vivir, creando hoy un hueco en el tiempo, en la existencia, del que no tendrás recuerdo alguno para después porque realmente no vives, no existes.

La doctora tiene sed

La doctora no tiene agua, no tiene nada que beber. Mientras nos atiende a todos, ya no puede aguantar la sed. Nosotros, los vecinos, le llevaremos agua para que calme su sed. La doctora no ha comido. No trajo comida. Ya gastó todo el último sueldo que cobró hace 3 meses. Entre varios pacientes haremos una colecta y le traeremos comida, para que coma aquí y para que lleve a su casa y tenga para el resto del mes. La doctora tiene los zapatos rotos. Se nota que le molestan al caminar. Nosotros, sus vecinos, haremos una colecta y le compraremos zapatos nuevos para que se sienta cómoda. Ante tal abandono de las instituciones a las cuales pertenece debemos encargarnos nosotros mismos, los supuestos beneficiarios de esas instituciones, y sentir como nuestro aquello que hasta no hace mucho nos parecía ajeno, lejano, aprovechable sólo con picardía y hasta con un poco de delincuencia. Ya pasó un mes y la doctora está muy agradecida, pero nosotros los ciudadanos, no sabemos quién podrá atenderla ahora, porque a pesar de su gran corazón, mira, nosotros tenemos que irnos a  trabajar.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Lo que callan los pueblos

Luis XVI en Francia, el Zar Nicolás en Rusia, Batista y la Cuarta, por decir pocos. ¿No se han dado cuenta de que a cada gobierno que llega al poder con un discurso agresivo y reclamando respeto y dignidad, y que desafortunadamente no tarda en ponerse todo muy jodido para el pueblo, fue precedido por un largo período de gobernatura cuyos protagonistas, gente con títulos, coronas o corbatas finas, egresados ellos de algún sitio respetable? Es raro que una vez que se establece el susodicho gobierno autoritario, nadie, pero nadie, recuerda el origen, la causa, lo que lo puso ahí, y es así que comienzan a anhelar el pasado, en el que sus niños lindos, sus eruditos consumados, ladrones de profesión, robaban y dejaban robar... Eso es como fumar y luego desdeñar del cáncer.

martes, 1 de septiembre de 2020

¿Tiempo libre? ¿Para qué?

Desde hace décadas los inventos tecnológicos gritan, para lograr su venta, que brindan resultados inmediatos para que tengas “tiempo libre” (no te arreches, Oster). Cocinas en menos tiempo, llegas en menos tiempo, lo logras, pues, en menos tiempo para tener tu preciado tiempo libre y resulta que nunca disfrutas de ese tiempo de ocio, bien porque nunca llega o porque siempre le metes más cosas cuando aparece. Siempre estás ocupado. Nunca hay tiempo libre para atender las tan cacareadas “cosas más importantes”, como la familia, los amigos, tú mismo y tus proyectos íntimos. Eres como un cretino que construyes una nueva habitación solo para llenarla de basura, y cuando lo llenas, construyes el siguiente. Y así vas, corriendo sobre una montaña de escombros cada vez más alta hasta descubrirte, viejo y agotado, como un consumidor de sueños ajenos más, como un arrepentido más.

lunes, 31 de agosto de 2020

Mi YO de turno

El carro de turno, la casa de turno, el trabajo de turno, la pareja de turno… y el yo de turno. El yo de turno es una de las fascinaciones que nos trae la vida, porque siendo siempre yo, el yo de turno es un regalo del presente, una rebanada de eso que nos da por llamar vida, cada turno aportando el nivel de vivencia y conciencia que le sea posible aportar “en su turno”. No importa, entre metidas de pata, manifestaciones altisonantes de amor y golpes a la mesa de discusión, este extraño ser, Yo, va expresándose, recibiendo los carajazos correspondientes del momento; una vez en el suelo, después de cada culazo, el yo se fija, reflexiona y se levanta con mayor actitud, un paso más adelante que antes, con más capacidad que hace dos días, antes de esa crisis que le ayudó a avanzar, pero solo un poco, tampoco tanto: un día a la vez. Entrados en años, es fácil mirar atrás y comparar el yo apasionado, loco, soñador, visionario, con ese yo que sobrevivió a toda ese vendaval de experiencias y que ahora puede poner en la mesa cómo era hace 30 años, lo que es ahora y emitir una sonrisa que zigzaguea entre la nostalgia y el alivio.

sábado, 29 de agosto de 2020

Ataúd embustero

No soy eso que verás en el ataúd. Soy la vida que sostiene este cuerpo ahora mismo y que ya no estará en ese cuerpo para entonces. No soy esta cubierta arrugadiza, frágil, temporal que llegará a su fin eventualmente. Soy la presencia, el brillo de mis ojos, la sonrisa de mis labios, el suspiro por ti. Te repito, no soy eso que llevarán en una caja y que luego, desobedeciendo mis deseos, enterrarán quién sabe dónde… no. Soy la inquietud, la ocurrencia; soy la chispa creativa en acción, no la decadencia de mi piel, la dolencia de mi cuerpo o el pellejo que me cubre. Por todo esto, trata de estar más o menos bien al momento en que deje mi cuerpo en algún sitio, porque no estaré más allí. Seguro que, por lo ya mencionado, estaré en algún sitio que brilla, que chispea, que crea, que trasciende. Por favor, no me sigas encasillando en la mecánica y tan poco aprovechada pasantía que desperdiciamos y que nos dio por llamar vida.

viernes, 28 de agosto de 2020

Bienvenido a la aldea

La gente en el pasado ejercía la justicia por su propia mano, se inventaba sus propios matrimonios y hasta tenía sus propios dioses. Eso no es nada nuevo. Pero es que se le une en la actualidad cada vez más gente que trabaja por su cuenta, sana su cuerpo y su mente por su cuenta, se educa e instruye sola, crea sus propias reglas para vivir y hasta se gobierna solita. Puede ser que esta tendencia de moda moleste a unos cuantos, pero lo cierto es que va dejando a muchos participantes tradicionales fuera del juego cotidiano de la vida. Así que háblame de instituciones públicas y privadas, háblame de grandes medios de comunicación, háblame de educación, pero mientras tanto, tómate un cafecito y mira, bienvenido a la nueva aldea.

martes, 25 de agosto de 2020

El amanecer trajo

Hoy el amanecer trajo algo distinto. Es una especie de promesa que normalmente no se puede detectar, pero que hoy se hace realmente evidente. Las partículas soleadas suspendidas en el aire hacen que el panorama se vea algo más brillante, más condescendiente, más agradable. Lo que comienzan a ser los ruidos de la calle no logran quitarle este brillo particular al día, aunque el movimiento allá afuera nos asegure con vehemencia que todo será tan invisible e imperceptible como siempre. Sigo mirando, escuchando, oliendo los alrededores y no se me quitan las ganas de pasarla bien, de admirar esto que yacía oculto; de simplemente contagiarme con ese yo no se qué anda por allá afuera y que de vedad no estoy dispuesto a perderme. Todo parece distinto, como si hubiese cambiado un cristal en mis ojos. Es tan agradecible que ojalá no desaparezca, y aunque no sé cómo reproducirlo o repetirlo a voluntad, percibo hoy que es infinito y con solo abrirme lograría el sosiego que cualquiera necesita en medio de sus días de tribulación. Estoy contento. Mi poder de observación se despertó de repente y me dio este regalo inusitado. Espero no pecar de avaro, pero espero que mañana se repita… eso espero.

lunes, 17 de agosto de 2020

Romanticismo criminal

Romanticismo casi criminal, ese que nos envuelve de vez en cuando y a veces para toda la vida, sintiendo, creyendo y luchando por metas que han demostrado no estar fundamentadas en la realidad, en el sentido común o en el desenvolvimiento de historia de la humanidad. Es una especie de estimación súper optimista, un cálculo que siempre da positivo, que es inmune a la crítica y se basa en una creencia heredada de alguien más, de algo que escuchamos a medias, de una revelación que percibimos algún momento y que ahora forma parte de nuestro libreto de vida o, en algunos casos molestos, solo de la boca para fuera. Pasan las épocas, se aplacan las multitudes otrora elocuentes, altisonantes, definitivas; la pasión se echa en el chinchorro y el bullicio en la mecedora. En una o dos generaciones los cínicos de siempre lograron lo suyo y nos hicieron olvidar con sus pantallas y dispositivos coloridos que una vez fuimos impactados por algo inmenso, poderoso, sagrado. Es ese romanticismo inconsistente, incoherente y perecedero que se nos mete en los huesos y que nos sirve de combustible efectivo, aunque temporal, que nos borra los verdaderos límites del deseo y el esfuerzo humanos, que nos pone a construir estructuras que mueren de mengua durante su misma construcción y cuya ruinas quedan por siglos como evidencia de cierta ridiculez solemne sobre cómo pensamos una vez que podían ser las cosas, ignorando voluntaria e irresponsablemente, las leyes fundamentales de la naturaleza… de nuestra naturaleza.

miércoles, 12 de agosto de 2020

La vida es dolor

La vida es dolor. Lloramos al nacer y después de un rato lloramos por hambre, por irritación o si sentimos que nuestra madre nos abandonó. Vamos  a estar claros: llorar nunca ha sido una señal de bienestar y comodidad. ¿Y entonces? ¿Qué vamos a hacer con ese dolor? Podemos evitar que se convierta en sufrimiento y se enquiste por años en nuestra existencia. Ya nacimos, comimos y disfrutamos de la compañía de nuestra madre, así que podemos dejar de llorar por eso. Ya comprendemos que trascendimos ese nivel de conciencia y todo eso nos parecen cosas normales de cierta época pasada e incluso irrelevantes hoy. Ciertamente, han aparecido nuevos elementos de dolor en nuestra vida, pero la gracia es que los vayamos digiriendo cada vez y los vayamos transformando en aprendizaje constructivo, estructurante; que vayamos madurando cada situación, por dramática y desgarradora que parezca, que estemos un paso delante de la lloradera, del lamento y la inconformidad, y así podamos sentir que no somos más esa criaturita que le dio por llorar cada vez que se hizo pupú.

La caminata del viejo

Pasa el viejo de nuevo delante de la casa. Pasa con ese cargamento de emociones, vivencias y conclusiones en perfecto equilibrio. Su viaje pausado, sin el afán de otras épocas, con su gorra y sus manos encadenándose a su espalda, camina barriendo con su vista los matorrales del barrio en el que ha vivido por tanto tiempo, dejando ver que los días le piden casi exactamente lo que le dan. Aprovecha para detenerse en ocasiones y arrancar una de las hojas de yerbabuena que se levantan por entre la maleza para olerlas durante unos segundos en los que se nota atento, totalmente en el sitio, como sembrado también. El sol de temprano no le niega sus rayos, y si es el caso de un día nublado igual barre las nubes grises con sus vista tranquila, como calculando el tiempo que le queda para llegar. Sigue el viejo en su caminata hasta que se me pierde de vista entre las paredes desvencijadas del vecindario, entre las estructuras de dignidad cuestionable para otros, pero que para este hombre entrado en años constituyen el camino bendito por donde se desliza cada día, quién sabe a hacer qué, ya sin las inquietudes imaginarias del mundo, sin los planteamientos fabulosos que lograron engañar a sus sentidos varias veces del pasado… ya con esa sabiduría de no preguntarse más y vivir la vida como debe: un día a la vez.

Alguien me deseó el bien

Alguien me deseó bien. No supe quién fue, pero la manera como lo hizo indicó una cercanía particular que no pude identificar. En este mundo práctico, de conocimiento, de análisis, no pude evitar extrañarme por el gesto y embarcarme en esas empresas mentales de tratar de adivinar quién era esa persona, de dónde provenía, de qué rama familiar o de allegados. Examiné la foto que dejaba ver, pero no di con ese rostro o con algún otro parecido que diera con la solución a mi problema. Leía el mensaje. Buscaba entre las líneas una pista, un alias, un gesto que dejara al descubierto a mi benefactor, pero nada: seguía el misterio. No fue sino hasta un rato después que me di cuenta de mi tremendo problema: necesitaba saber quién me deseaba el bien para poder aceptarlo. Ya lo sé, es una conducta bastante estúpida la que asumí, y en lugar de agradecer, en primer lugar esa bondad honesta y desprendida, ejercí mi consabida actitud imbécil del que debe saberlo todo antes de sentirlo, de vivirlo. Con mucha vergüenza y aún sin saber quién era mi interlocutor, le agradecí en los mismos términos cariñosos el apoyo que me daba en estos momentos de dificultad. Eso debió ser todo.

Compartiré contigo

Ya no compartiré contigo mis proyectos personales recién comenzados con pasión y entusiasmo. Tampoco compartiré contigo mis emprendimientos avanzados, probados, casi indiscutibles en los que solía apostarlo todo. Compartiré contigo ahora sí, mis obras terminadas; esas que ya pasaron por todas las fases de reconsiderar, de replantear o incluso de cierre total por anacronismo. La verdad es que quiero brindarte todo lo mejor que pueda ofrecerte sin lugar a dudas. No quiero ofrecerte más castillos en el aire o terrenos en la luna. He sido deshonesto hasta ahora y creo que no mereces semejante oferta engañosa de mi parte o de parte de cualquier otro. Esta vez quiero llegar ofreciendo y no pidiendo de manera disfrazada. Esta vez quiero merecerte.