Un empujoncito puede acercarme a lo que
necesito, según tú. Un empujoncito puede abrir mi entendimiento y
hacerme pensar un poco más. Ese empujoncito, ya me parece, es el
principio de un avance que se perfeccionará en el futuro. Pero no te
excedas. Si empujas mucho, habrá resistencia. Si te pasas de
impulso, pelearé y me cerraré. Si lograses desplazarme, rebotaré
en lo que sería la meta final y me alejaría de nuevo, como cuerpo
celeste sin resistencia, mirándote con venganza. Así que ya sabes:
empuja sólo a nivel de caricia, de apoyo, porque no sé cómo
manejar tu ansiedad.
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