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miércoles, 14 de diciembre de 2011

¡No me empujes!


Un empujoncito puede acercarme a lo que necesito, según tú. Un empujoncito puede abrir mi entendimiento y hacerme pensar un poco más. Ese empujoncito, ya me parece, es el principio de un avance que se perfeccionará en el futuro. Pero no te excedas. Si empujas mucho, habrá resistencia. Si te pasas de impulso, pelearé y me cerraré. Si lograses desplazarme, rebotaré en lo que sería la meta final y me alejaría de nuevo, como cuerpo celeste sin resistencia, mirándote con venganza. Así que ya sabes: empuja sólo a nivel de caricia, de apoyo, porque no sé cómo manejar tu ansiedad.

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