No quiero elegir.
No quiero. Siento que no puedo. Prefiero que me obliguen, que alguien me quite
opciones y me deje sólo una. No quiero hacerme responsable de nada, y menos si
es más grande que yo. Prefiero la dictadura del destino, caminar por el interior
de un tubo, tener sólo una senda. De alguien más serán las culpas, los
remordimientos, los lamentos de haber escogido mal… pero no mías. Ahora mismo
se abren varias puertas y con el temor del caso, estoy saboteando lo que más
pueda para que se cierren las otras, para que quede una, o mejor, alguien
llegue antes que yo y poder hacer alarde de mis miserias, despliegue de mis
mediocridades de sobreviviente.
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