Por ahora, seré defensor
de mis principios. Por ahora iré tan lejos en mi rectitud como me sea posible, cuidando los derechos
ajenos, el bienestar colectivo. Por ahora, mis valores serán mi bandera ante
los entuertos de la vida en la calle, en la oscuridad pegajosa. Por ahora, la
compasión y la empatía serán la lente que usaré para mirar al prójimo. Pero eso
será por ahora. Luego, no. Luego, cuando esté hastiado de colocarme como escudo
de monolitos anticuados y retrógrados, dejaré pasar a los malos y miraré de
cerca el lado oscuro. Nada me importará, y menos después de tantos años de
pelea perdida, sostenida por parpadeos, por destellos que me decían que todo
iba a salir bien. Luego, me hundiré hasta la superficie y disfrutaré de lo que de
hasta ahora me escondía por tóxico. Moriré con ambas experiencias vividas y con
el promedio calculado. Por ahora, los tobillos ya están temblando en esta
corriente incesante, y no creo ser de los que se parten los huesos por tal
bandera sin estrellas, aunque digan que vale la pena, aunque sea bonito cuento
para mis hijos.
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