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lunes, 28 de noviembre de 2016

Llegó la pérdida

Llegó la pérdida. Llegó el dolor. Llegaron muchas cosas juntas tras el cortejo de oscuridad. Hay confusión, hay rabia. Pero es tan pronto que ni siquiera ha llegado la tristeza, el sosiego, el momento de sacar cuentas. Es tan pronto que ni siquiera se asoma el agradecimiento por los momentos vividos, por las miradas cómplices compartidas, por la presencia “sin costo adicional”. Por ahora el sufrimiento es el jefe, pero sé que es cobarde y se irá, dejando el espacio debido para la paz y la nueva forma de presencia.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Ya me harté

Ya me harté. Ya no seguiré tratando de hacerme el bueno, el que intenta, por todos los medios, cumplir con las reglas, con las leyes, con lo convenido. Ya me cansé de ser el comprometido del grupo, el que se queda un rato más, al que le explota su propia honestidad en la cara. Me quitaré esto que ya parece un disfraz, pero que fue durante todos mis años el empeño por establecer una diferencia, por aportar para el cambio del todo desde mi humilde esquina. Pero se acabó. Correré como el agua en medio de un cauce contaminado; fluiré sin miramientos en la basura moral que tanto critiqué y que acaba de tomar el control de mi existencia. Diré que sí a recibir mi muy merecida comisión por el trámite que facilitaré sin dudar. Abriré mis arcas y vacías para que al fin se abarroten con riquezas sucias, con bienestar culpable, ya que con civismo y decencia solo permanecieron en el abandono. Seré el caimán en la boca del caño de las oportunidades. Saltaré al fin por sobre los hombros y cabezas de quienes haga falta pisar para quitar del camino. En fin, tantas cosas por venir… y si quieres argumentar en contra, fíjate cómo lo digo ahora: “NO ME IMPORTA”.

martes, 27 de septiembre de 2016

No creo en casi nada

-¿Tú no piensas que existe Dios?
-No.
-¿De verdad no crees que haya un dios?
-no.
-¿Pero nada, nada? ¿No piensas que hay un poder superior en todo esto?
-La verdad que no.
-¿No sientes alguna duda, algo que te haga pensar que el universo sea algo más que materia?
-Ya te dije que no.
-¿Crees en el amor?
-Ah, en el amor sí.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Bien que por mal no venga

El mal se abalanzó sobre el bien y ahora lo estrangula sin piedad, con toda la fuerza del miedo que lo creó. El mal parece  ser efectivo por la escasez de reglas, aunque sí las tiene. El hecho es que ustedes están atrapados. Están en la trampa en la que eliminar el mal por medio del bien llevará tiempo y muertes de inocentes. Es improbable. Pero yo estoy fuera de esa celda, de esa emboscada del discurrir. Yo soy un agente libre, un organismo aséptico que se enjabonó de lo bueno y lo malo, y al final decidió practicar lo que nadie puede ejercer: la justicia con las armas del mal. Yo no tengo remordimientos; el pasado no me mortifica. Yo puedo actuar impunemente, incluso, para perpetrar el bien. Haré justicia por mi mano, pero logrando el objetivo de los buenos por medios indecibles, despreciables, eliminando solo a los malos, a lo malo. Y para recoger toda la porquería moral que todos los observadores y beneficiarios de mi misión tengan a bien echarme en cara una vez completada mi tarea, desapareceré en el silencio, en la oscuridad, en el anonimato sin vida, para dejar así que comience una nueva y gloriosa era para el ser humano: una nueva oportunidad. Si no les gusta mi oferta, sin embargo, sigan mintiéndose entre ustedes; sigan tratando de explicar, sin éxito, que la calamidad en la que viven proviene de sus propias omisiones de bonachones; sigan construyendo túneles con cucharas...

jueves, 22 de septiembre de 2016

La vida no puede ser solo esto

La vida no puede ser solo esto. No puede ser solo una serie de momentos, uno detrás de otro… sin conexión. No puede ser solo unos latidos casi infinitos que mueven un carro sin volante. No puede ser inteligencia sin propósito ni decencia que solo entretiene. No puede ser todo tan aburrido. La vida pasa y no veo luces. La vida no puede ser un bolsillo que nunca se llene, aunque esté desbordado; ni la tensión que le sigue. La existencia no puede albergar solo presuntos amores aislados, inconexos, que al juntarlos no parecen amor nada. No sé lo que será en verdad —y vaya que quiero saberlo— pero no puede ser este desorden disfrazado de progreso, de avance, de grandeza. Parece una mala receta que termina en un postre insípido y hasta amargo; una aritmética sin gracia ni resultado, un sálvese quien pueda, un horizonte que sí llega y resulta una farsa.

jueves, 8 de septiembre de 2016

No estoy en oferta

No estoy en oferta. Difícilmente me vendo. Entrando en lo obvio, debo decirte que no doy descuentos, rebajas. El regateo no tiene sentido, dado que no hay negocio. Solo para que quede claro: tampoco me regalo. Sin embargo, nada de eso quiere decir que no puedas acompañarme por un rato, compartamos y luego nos despidamos por un tiempo. Solo así podría estar contigo… por lo que dudo que esa ansiedad en tus ojos lo acepte. Yo sé, por experiencia, que aunque se hablen las cosas, aunque se hagan contratos preclaros, todo se enredará y querrás ser mi dueña. Yo no quiero de ti más de lo que debas darme. No espero poseer medias naranjas, almas gemelas o cualquier cliché ridículo y, por demás, anacrónico. Prefiero la honestidad de los instantes que el temor por años. Nunca seré un negocio garantizado, seguro, por lo que, más bien, prefiero seguir en mis lides ermitañas, desapegadas, verdaderamente libres, a costa del dolor súbito del atavío que nos han impuesto desde siempre.

¡Sacrifícate tú!

No me gusta el sacrificio. Aborrezco el sacrificio. No quiero perder tiempo sacrificándome por mí, por otros, por nada. No quiero dejar de vivir ahora para vivir mejor después. Después no existe, pensar en ello es inseguro, por lo que no voy a dejar lo seguro por lo improbable. Por eso no me sacrificaré. No quiero pagar tan caro el precio de mi felicidad —si es lo que estoy comprando—. No quiero unirme al club de los que despotrican mientras enaltecen los años malos y las calamidades que hicieron posible su presente cicatrizado. Sin embargo, si tanto lo agradeces, anda y sacrifícate tú.

lunes, 5 de septiembre de 2016

La Felicidad Entubada

Serás feliz, pero no ahora: después. Serás feliz, pero no como te dé la gana, sino como dicta la receta que te estaremos dictando esta noche, en el horario estelar. Serás feliz, pero solo mientras estés rodeado de gente, haciendo lo que los otros hacen, defendiendo el tema que otros elijan. Serás feliz, pero no escuchando lo que tienes que decir, qué pensar, qué sentir, qué ser. Fíjate que está terminantemente prohibido estar solo, en silencio, escuchando a los fantasmas que se criaron contigo, que crecieron contigo y que, por supuesto, se reprodujeron contigo. Contraindicadísimo reflexionar, y si te atreves a meditar o cualquier otra pendejada de esas, estarías asesinando la oportunidad de ser feliz según todo lo que te hemos enseñado. Te estamos mirando, Ignacio. Te vamos a pegar por la mano cuando te escuchemos hablar de ti mismo como lo intentas hacer desde hace rato. Te nos estás escapando de a raticos y sabemos que has tropezado con lo espiritual en una esquina malandra, lejos de nuestra jurisdicción. No sabemos qué te crees, pero estamos doblando la guardia. Enviaremos emisarios a ofrecerte las más depuradas de nuestras distracciones para que no estés pensando en esas tonterías de la honestidad, de saber dónde estás parado realmente, de adónde dirigirte para encontrar el equilibrio. No te saldrás con la tuya porque eres nuestro desde siempre y no lo arruinarás así como así. Por ahora ya sabemos dónde estás y con quién; agarra por ahora este nuevo caramelito, este regalo deslumbrante, estos espejitos. Únete de nuevo y sin condiciones a esta gozadera interminable que no todos te ofrecerán… porque no todos te aprecian como nosotros.

lunes, 8 de agosto de 2016

El plomo acabó con todo

El plomo acabó con mis argumentos. El disparo cegó todo. Ahora soy un ejemplo, un símbolo, pero tal vez no quería serlo. Tal vez quería andar por la calles, saludar, permanecer en el banco del parque sin ser reconocido por muchos. Venía a toda velocidad, con todas la ganas, con más futuro que pasado y la calamidad me tendió su mano inevitable. Quería ser un célebre anónimo, un alma libre y comprometida, un obrero de alegrías y no pude. Con mis pantuflas, mi bata de baño algo desaliñada y mi bolsa de pan calientico y recién mordido, recibí mi porción de maldad, de indiferencia; recibí una entrada al porcentaje maluco ese que sale en periódicos y estadísticas semanales. Pero creo que iba a pasar de todas maneras. Creo, con lo pavoso que he sido, que si hubiese habido un solo pasajero al otro mundo por estos días, igual hubiese sido yo.

sábado, 16 de julio de 2016

Desde el barro y de vuelta

Te hablo desde el barro y de vuelta. Te hablo desde la oscuridad conociendo la luz. Te hablo desde la soledad, harto de la muchedumbre. Te hablo desde lo frugal, hastiado de la abundancia. Te hablo sin prejuicios, sin engaños, sin pretensiones. No ejecutaré trucos de ilusión porque ya no los necesito. Venir de los extremos me da una visión exacta, necesaria, de dónde debo estar. La tontería y la superficialidad ya no me atrapan porque ahora las puedo ver  completas, de lejos, sin apegos ridículos. Saqué cuentas, promedios, tendencias, y luego de examinarlas con detenimiento, me sorprendí de lo ciego que era, de la costosa ignorancia en la que pasaba mis años, en las que basaba mis decisiones. Ahora, ya cuando se pasó el deslumbramiento del resurgimiento, me resulta una clase de preescolar saber por qué no era feliz.

jueves, 26 de mayo de 2016

Necesito un superhéroe

Necesito un superhéroe. Todos lo necesitamos. Me siento tan solo, tan débil, tan aislado entre este gentío. Perdimos la capacidad de organizarnos para solucionar cualquier problema común. Cada dificultad solo se acumula y forma parte del armario de problemas que todos compartimos, los que no disminuyen, por los que nos quejamos sin parar, como si fuese algún tipo de analgésico. Por eso necesitamos un superhéroe. Uno de esos con capa, con los interiores por fuera. De esos que vuelan, congelan, queman, leen la mente, se preocupan, salen corriendo y solucionan todo ellos solitos. Nosotros no. Nosotros somos un montón de bobos gritando desde la ventana nuestras tragedias para que venga otro y la solucione, y en el proceso, se cuela otro pillo y se convierte en el nuevo villano. 

miércoles, 25 de mayo de 2016

Entérate...

Entérate de todo. Entérate de todo lo que aquel serio accidente del 2 por la tarde te dejó ver. Entérate de los días que estuviste sin estar, en que los aparatos te sustituyeron en gran parte de manera temporal. Entérate de las mentiras que poco a poco te fuiste metiendo en la cabeza para protegerte, y que fueron desmontadas definitivamente. Entérate de las verdades que creías mentira o que solo parecías saber. Entérate de lo real que resultó tu familia, juzgada y desacreditada tan ligeramente por ti. Entérate de los abandonos posibles por quienes suponías que estarían a tu lado, no importaba lo grave de la situación. Entérate de quiénes no pudieron manejar la situación por miedo o inconciencia y se alejaron inexplicablemente para ti. Entérate quiénes durmieron a tu lado con tu mano en las suyas para sentir cuándo te despertarías, para sencillamente desaparecer cuando comenzaste a balbucear. Recuerda el replanteamiento sobre la vida y la muerte que este proceso te causó. Ya nada fue lo mismo. Ya nada fue igual que antes. Dejaste lo superficial guardado en el baúl y sacaste a ventilar las paces que no sabías que tenías. Te dejaste llevar entonces por la sencillez de quien tuvo suficiente turbulencia como para desperdiciar sus minutos, sus afectos, sus paisajes, sus silencios. De vez en cuando opinas, sin querer, que hubo pérdidas, pero inevitablemente recaes en la conciencia de que todo fue —y es— ganancia.

sábado, 21 de mayo de 2016

Espérame, tercera edad

Espérame, tercera edad. No te apures tanto; no me apures que ya voy. Ya voy de bajadita, sin frenos, entre titubeos muy distintos a los de los veinte, treinta y cuarenta. Siéntate a esperar, si lo que esperas es que llegue agotado, cansado, desteñido. No estoy lejos, pero vengo alegre. Temo que te desilusionarte con tanto bienestar interno, con tanta fuerza para no pujar. No cantes victoria a pesar de ver las canas, la falta de agilidad, esta seducción de colesterol y triglicéridos. Vengo con todo, y vengo a sentarme en el zaguán, a “latir echao”, como el perro del decir. Vengo a relajarme, a pasar el rato después de lo bailao. Vengo en el descenso de las hormonas y a su consecuente racionamiento: ya no en cualquier ocasión. Mírame desde tu vieja caseta de recepción. Trata de ser paciente; deja el apuro, que no vengo a forcejear. Vengo, más bien, a hacer las paces. Ya no vengo a temer a la muerte con el mismo miedo del niño. Vengo, más bien, a esperarla sentadito, disfrutando cada minuto que se atraviese… y se atravesará. Vengo a beber cada segundo del presente, a no vivir más bajo el yugo del futuro que nunca existirá, que podría acabarse mañana mientras hago mis planes ridículos, tremendamente ilusos. Así que aprovecha y más bien siéntate a mi lado; cuéntame de tus experiencias, de tus aburridos libretos para quienes llegan, de tus inyecciones de terror para quienes entran aquí con riquezas ignoradas para arrancárselas así nomás, sin que se den cuenta. Y si no quieres sentarte, tercera edad, vete pal carajo, que sigo vivo y sin ganas de desperdiciar lo que tanto ya desperdicié.

viernes, 20 de mayo de 2016

Se fue la luz

Ya medio aliviados, terminándonos de recostar en los sofás y sillones alrededor, ya nos comenzamos a sonreír por la experiencia bizarra de perder el principal motor de la vida moderna. Se fue la luz. No había cómo distraernos de estar con nosotros mismos. No había cómo huir de la presencia familiar. No hubo cómo escapar de estar a menos de dos metros de quienes eran el lubricante para la vida. Estábamos atrapados en medio de la presencia simpática y amorosa de quienes crecieron y vieron crecer todo lo que somos ahora. Los comentarios del apagón fueron inteligentemente manufacturados por mi hermano, por mi padre, por mi hijo… quién sabe. El viejo comenzó con un cuento de sus años en su pueblo, que ahora es ciudad. Contaba de los días que comenzaban y terminaban pronto, que colgaban de la luz del día. Con la mirada de los jóvenes clavada en sus ojos bonachones y sonrientes navegaba entre sus vivencias sin luz, sin esa electricidad que fue llevada luego; sin ese instrumento tan impactante que luego, con el progreso tan cacareado arrancó la juntura de quienes se amaban y los puso a mirar para otro lado. Contaba de caricias a veces disimuladas, de complicidades, de camaraderías en lo que ahora llaman solo “pobreza”, pero que sin dejar de serlo, regalaba el espacio franco para vivir una vida de amor prehistórico, de defectos y virtudes no tan elaborados, de esperanzas tímidas de que a los míos les irá mejor. De repente, como se fue, ¡vino la luz! Y quedamos mirándonos entre todos, con el ojo encandilado, y diría que casi con la nostalgia de seguir escuchando cómo era todo cuando no nos podíamos rehuir. Diez minutos después, todos los aparatos estaban encendidos y cada uno de nosotros volvimos a la hipnosis del bienestar que sí logramos, ese, que el abuelo nos deseaba... al menos eso nos dijo mientras lo rodeamos como nunca antes. Entonces deseé con toda mis fuerzas que se fuese la luz de nuevo.

lunes, 9 de mayo de 2016

Del traficante, con amor...

Tardé en darme cuenta y hasta creí que sería más difícil lograrlo, pero ya en estos tiempos desperdigados logré entrar a tu hogar y comunicarme más efectivamente con tus hijos. Eso de que no hay que ser amigo de los hijos solo puede ser cierto si te va a dar la gana de orientar a tus vástagos, darle con todo a esa tarea. Pero como no eres capaz —ni quieres hacerlo —, yo sí que soy todo oídos, los entiendo y luego ofrezco mi producto sin mucho esfuerzo. Me reúno con ellos, los llamo, los escucho sin juzgarlos, nos vamos de farra y ahí: ¡zas! Que si el diablo, que si la cigüeña, que si la semillita, que si Dios bravo, pero de ahí no pasaste, papi. El miedo, el hastío y demás basura de esa que les has inyectado los trajo derechito para acá… ¡Felicitaciones! Te has ganado una vida entera para quejarte de tu suerte, del abandono futuro de tus hijos y preguntarte qué cosa misteriosa e ingrata de la vida fue lo que te pasó. Mientras, disculpa que te deje aquí, perplejo y solo, pero es que debo atender a los hijos de tu vecino, el perfecto, el que sí les dio lo que a él siempre le faltó cuando pequeño.

jueves, 5 de mayo de 2016

¿Qué coño quieres, vale?

Si se te dice que hay un ser supremo y que confiando en él como en el pasado estás salvado, no lo crees. Está bien. Si por otro lado te dicen que la conciencia superior está a tu alcance si abandonas el ruido embrutecedor de tus pensamientos alienados por los mensajes cotidianos, tampoco lo crees. Se respeta eso. Si tu familia te acompaña en tu compunción y se ofrece para ser la solución a tus problemas, no te fías tanto en eso. Tú sabrás. Tu consorte de vida te ofrece su existencia para compartirla, para batallar, si es lo que quieres, viendo a ver si te puede ayudar en eso de ser feliz, pero ya veo tu cara suspicaz en ese respecto. Es tu decisión. De tus hijos ni hablaré. El único amigo que te aguantó desde tu niñez porque admiraba tus pocas, pero evidentes virtudes, te acaba de tender la mano para levantarte de esta, tu más reciente caída; y por lo que veo, tu testarudez se impondrá de nuevo. No me queda sino preguntarte desde esta esquina, desde la que temo decirte nada, ¿qué coño es lo que tú quieres, vale?

domingo, 24 de abril de 2016

Amores del pasado

Zumbarse con ganas y los ojos cerrados. Soltar el sustento vital y lanzarse directo al espejismo. Enjabonarse con la sonrisa perenne, con la esperanza eterna sin mañana ni malicia. Perderse entre los colores inventados por uno mismo, por el buen deseo y sin consultar. “Toda una payasada”, piensa uno después del carajazo que hace despertar. “Qué imbécil fui… ¡esto no me pasa más nunca!”, replica uno a la vida que cree que tiene. El guayabo se parece más a una resaca que duele más arriba del estómago y que no pasa mañana. Aun así, e igualito que con el alcohol, el episodio se repetirá y hasta la experticia ganará uno en el camino, donde pisa, ahí abajo, donde se podrán recoger eventualmente la autoestima y la dignidad amortajadas por los locos proyectos en los que se invirtió todo el ahorrito emocional. Medio muerto y medio enterrado se pudo seguir adelante. Pero la esencia quedó. La supervivencia prevaleció, con todo y redundancia. El gusto no lo quita nadie, como dicen de lo bailao. Quién sabe si fue necesario tanto barullo, pero me agrada el producto más silencioso, de pocos faros, de extinguidos sobresaltos. Prefiero lo que quedó del doloroso tamizado de años de incertidumbre. Me voy a dormir.

jueves, 21 de abril de 2016

No soy experto, pero quiero hablar

No soy experto, pero quiero hablar. No quiero salir harto de información para poder salir y dar mi experta opinión. No quiero venir y lanzarte en la cara los años de estudio tesonero, de diplomas, de pehachedés y demás certificados para que te quedes callado y me escuches. Quiero decir lo que siento, lo que se me ocurre, sin tener que elaborar una tesis y escribir un libro en ese respecto. Quiero, más bien, mirar alrededor con atención y sacar mi propia conclusión. Necesito rayar en mi cuaderno, tomar mis propios números y establecer yo mismo los patrones, las tendencias. Quiero escuchar, aunque sea de mi propia manufactura, la causa de lo que veo, lo que produce nuestra situación de vida. Quiero, si fuese posible, desmentir a quienes se acercan con malabares aprendidos, con retorcijones verbales, con cristales y espejitos académicos a conquistar nuestra buena voluntad.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Te vas a morir

Te vas a morir. Y es mucho más: todos moriremos. Entonces dime, ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a quedar ahí mirándome? ¿Te vas a quedar preso de tus miedos, de tus prejuicios, de tu historia? Que te mueras no es un problema; es solo el paso final de la bendición otorgada para deambular por el mundo. Si fuese un problema, tuviese solución... pero no la tiene. Puedes retrasarla, pero eso no la decarta. Deja ya de hacerte el pendejo, porque igual te vas a morir. No importas dónde te metas, porque llevas la muerte por dentro. Pero por dentro llevas también la vida. Por dentro llevas también la energía para sentir, para lograr, para sonreír. Siempre has tenido la opción para escoger, pero siendo honestos, con los ojos cerrados no es fácil. Así que levántate, acércate, acompáñame. Comienza a vivir manquesea desde ahora. No te lamentes. Agradece, más bien, la nueva oportunidad dada hoy.

Eres la fuente

Eres la fuente. Eres el origen. Eres eterno. Eres el flujo indetenible de ideas y flores que permanentemente nos beneficia con su existencia. No importa que se pretenda desechar lo que va de tu obra. No importa que traten de detenerte. Eres torrente porfiado, empecinado. Te miro con sonrisa y agradezco que estás cerca, y aunque sé que tu nube viajará, aprovecharé muy disimuladamente tenerte ahora sentado a mi lado.

domingo, 27 de marzo de 2016

Soy el genio

Soy el genio. Tú no. Yo soy el que saca conejos del sombrero. Yo invento a partir de mis ideas originales o de ideas ajenas, quién sabe; igual, la combinación es mía y es original. Puedo elevarme delante de quien sea y disertar con brillantez mientras doy vida a nuevas realidades. Aunque no me interesa el dinero como la prioridad que me gobierna, es muy sencillo saber que llegará solito, dentro de poco, a muy placenteras cantidades. Mientras, tejeré una organización. Ahora yo soy quien provee el ingreso a gente como tú. Ahora soy yo quien ve con agrado cómo se expande mi pequeño terreno a la hectárea inicial, a mi punto definitivo de partida. Aunque ahora reposo para recoger un poco la idea de todo esto, estoy cuadrando con la gente que me acompañará para armar el prototipo de lo mío y poner el mantel. Me encuentro haciendo malabares con objetos, con ideas, con conceptos, con argumentos, con criterios. Formulo hipótesis increíbles, llego a conclusiones insospechadas para la gente de la calle. No solamente conozco la manera en que actúa mi mente, sino que puedo dar fe de cómo trabaja la mente colectiva. Dado eso, no tengo duda de que puedo inducir acciones en ustedes apalancándome en los estímulos que tan fácilmente me dieron a conocer. Ya tengo logo, silla y ego bastante altos. Doy trabajo, hago favores, genero deudas morales. Atraigo miradas, simpatías y hasta admiración. Es estupendo todo desde un punto de vista… el mío. No faltan, claro, los envidiosos, a esos que no me llegan a los talones, a aquellos que solo saben recostarse de los árboles frondosos. Ya soy todo lo que podía ser. Ya tengo todo lo que podía tener. Ya sé todo lo que me ha interesado saber. Nada ha detenido mi surgimiento en el ámbito universal, y nada parece poder hacerlo. Solo tengo una pequeña objeción a todo lo construido, y es que siempre me parece que hablo solo, que mi audiencia anda en otra onda; que soy como esas maquinitas monederas elegantes, boyantes de tecnología, a las que les sacas un dulce pero que luego de obtenerlo te marchas y no la quieres ver hasta que te vuelven las ganas. A veces siento ese pequeño corrientazo que ya estoy eliminando, ese que me dice que soy solo una disfunción que floreció hasta más no poder.

viernes, 11 de marzo de 2016

Verte en bata de casa

Verte en bata de casa. Eso es lo que quiero. Quiero verte sin ganchos, sin pinturas, sin zarcillos. Si fuese posible, quisiera verte sin los atavíos acostumbrados en los sitios donde te me presentas. Necesito saber si brillas sin luces alrededor, si embriagas sin refuerzos, si despampanas de cerquita. Quiero verte sin zapatos, comiendo papitas o tirada en el piso, mirando mala TV. Muero por mirarte picar una cebolla, barrer con flojera, pasarle un trapo a tus propias regueras. Ya basta de concesiones, de créditos a plazos increíbles. Llegó el momento de ser sincera con tu admirador número uno. Te quejarás de la cola, del calor, de bañarte todos los días. Irás bajando lenta, temeraria y tortuosamente a mi nivel, a este tierrero en el suelo en el que todo se ve grande, a esta cochinada de jornada. Por último —y hasta como un favor lo aceptaría— quisiera saber de tu sudor, de tu saliva, de tu aliento de madrugada, cuando al fin me descubra a tu lado… al lado de alguien igual que yo, pero que ostente toda mi atención enfermiza.

domingo, 28 de febrero de 2016

La tortuga en el árbol, por supuesto.

Alguien dijo que había llegado un desconocido. Alguien más mencionó que sabías cosas que no sabíamos nosotros y que venías relucientemente ataviado. Como es natural, no me interesó. Pero siguieron diciéndolo hasta que la curiosidad me embargó y al final estuve cerca de ti por un rato para saber de qué se trataba toda aquel barullo a tu alrededor. Pero no. Nada de lo que pude ver, oír, sentir, me atrajo como a los otros. No pasó mucho tiempo sin sentir la presión de mis iguales por unirse a tu causa, a tus gustos, a tus necesidades. A mi pesar, luego de pocos años, comencé a ataviarme como tú, como ellos, que habían adoptado tus maneras con solo conocerte. Me acostumbré y fue inevitable, como con todas las costumbres, el dolor al tratar de separarse. Por eso seguí, para no sentir que fallaba en el intento. Pasaron más años y hasta de tu representante fungí; quien no te presentase sus respetos tenía la indiferencia asegurada. La vida siguió con esa piedra en el zapato convertida en simpatía insospechada, en piel de mi piel, en mí mismo. Pero en estas noches desperté sobresaltado, desconociendo todo lo que me rodeaba desde que llegaste; lamentando todo lo que mi flamante hipocresía me empujó a hacer. Me sentí el imbécil que parezco ser entre quienes conocieron al verdadero yo. Sentí con rabia que me embarqué en tu lógica, que traté de ser como tú por aclamación popular, y de repente, como no era tú, resultó que fallé. Ahora tengo arraigadas necesidades que no fueron mías y hasta camino como tú. Me siento como la tortuga montada en el árbol. Ahora soy incompetente según tus reglas, en el tipo que no fue capaz de tener el éxito mínimo que los demás esperaban de mí, en lugar de seguir siendo el ignorante resuelto y feliz que dicen que hubo en mí hace ya algún tiempo.

El camino inevitable

Lo inevitable de mi camino no escogido me somete tiernamente. Lo inexorable de mis opciones limitadas para volar me obliga a escarbar en el suelo, a buscar tesoros en otro sentido. Mi mirada, antes levantada al espacio desconocido, improbable, me empuja a mirar a los lados, a identificar el entorno, a conocer a mi semejante. Ahora siento que debo entrar al grupo, hacer equipo y organizarme como pueda, según veo, con quienes aparentan estar dormidos aún. Tal vez, y a pesar de lo duro que pueda ser, podamos hacer algo con esto tan duro que nos tocó vivir. Pero ese soy yo, el que piensa, el inteligente, el desenvuelto… Por otro lado están los otros, los que siempre he considerado adormecidos, quienes parecen ir siempre donde se les indica, quienes tildan de locos a los que se atreven. Ellos, los adormecidos, tejen en silencio; tejen algo que no puedo ver con mis ojos entrenados para lo complejo, para la grandeza invisible para ellos. Día a día, con el pasar de las horas, de los meses, de la vida, su prisión se nota menos estrecha. En medio del espacio asignado por sus dictadores, se forjan un pequeño castillo también invisible, que va creciendo y fortaleciéndose con el tiempo. El cansancio físico encuentra refugio en el nido ya casi terminado. He visto con ojos incrédulos cómo la vieja silla, la mecedora que cruje, dispara la mirada perdida que ya no se detiene en detalles importantes para mí, sino que se queda redondeando ideas desconocidas y terminan con una sonrisa. Atender al perro, acomodar las matas del patio, jugar con el pequeño de la casa o simplemente contemplar el atardecer se han convertido en el paseíto diario de su sabiduría silente, la que sin darme cuenta surgió delante de mis ojos y de la que ahora necesito tanto.

martes, 23 de febrero de 2016

Eso no sirve

Eso tiene algo raro. Eso, de alguna manera que no puedo etiquetar, no sirve. Lo he visto por un tiempo y entre argumentos y prestidigitaciones no vi que avanzase un centímetro, que ahorrase un segundo, que causase algún bienestar. Prefiero que no sigas explicándome porque mientras te explayas, sigo mirando la cosa y no cuadra nada. Es casi una revelación ver una contradicción en curso, un desfile de palabras por fuera de su propia pasarela. Me dices que soy tapado. Me dices que soy obtuso, que no tengo la amplitud necesaria para entender esa maravilla que me presentas. En mi defensa, debo decir que no necesito contener a la academia para saber cuándo algo no funciona. Esa vaina no funciona y así me saltes disfrazado de mago, no existe en mí la disyuntiva e creer o no creer.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Me gustaría descubrir...

Me gustaría saber que hay mucho más que esto. Me gustaría descubrir que no todo es esfuerzo que se pierde en la caja de una tienda. Me gustaría saborear algo más allá del despertador, de la ropa planchada, de la cola en la autopista o el apretón del tren. Sería lindo saber que estar diez horas en una oficina ajena o deambular pescando monedas por la calle no termina solo en cansancio, en hastío, en años evaporados sin legado. Sería decente saber que no nos consumiremos como un cigarro en la boca de un depresivo, esperando un futuro mejor que no llegará nunca. Sería espasmódico saber que hemos botado tantos días en pendejadas y lo vamos a pagar carísimo, cuando ya no se pueda recuperar sino el arrepentimiento. Sería espectacular ejercer la creatividad como medio de vida. Sería rico saber que el amor lubrica todo lo que no marcha fácil. Sería interesantísimo ejercer la equivocación sin tanto miramiento como medio de aprendizaje efectivo. Pero todo el escrito está en condicional y así se va a quedar, porque sería, según los que sí saben de éxito en pantalla, una equivocación despertar a tiempo.

lunes, 8 de febrero de 2016

Camino inevitable

Lo inevitable de mi camino no escogido me somete tiernamente. Lo inexorable de mis opciones limitadas para volar me obliga a escarbar en el suelo, a buscar tesoros en otro sentido. Mi mirada, antes levantada al espacio desconocido, improbable, me empuja a mirar a los lados, a identificar el entorno, a conocer a mi semejante. Ahora siento que debo entrar al grupo, hacer equipo y organizarme como pueda, según veo, con quienes aparentan estar dormidos aún. Tal vez, y a pesar de lo duro que pueda ser, podamos hacer algo con esto tan duro que nos tocó vivir. Pero ese soy yo, el que piensa, el inteligente, el desenvuelto… por otro lado están los otros, los que siempre he considerado adormecidos, quienes parecen ir donde se les indica, quienes tildan de locos a los que se atreven. Ellos, los adormecidos, tejen en silencio; tejen algo que no puedo ver con mis ojos entrenados para lo complejo, para la grandeza. Día a día, con el pasar de las horas, de los meses, de la vida, su prisión se nota menos estrecha. En medio del espacio asignado por sus dictadores, se forjan un pequeño castillo también invisible, que va creciendo y fortaleciéndose con el tiempo. El cansancio físico encuentra refugio en el nido ya casi terminado. He visto con ojos incrédulos cómo la vieja silla, la mecedora que cruje, dispara la mirada perdida que ya no se detiene en detalles importantes para mí, sino que se queda redondeando ideas desconocidas y terminan con una sonrisa. Atender al perro, acomodar las matas del patio, jugar con el pequeño de la casa o simplemente contemplar el atardecer se han convertido en el paseíto diario de su sabiduría silente, la que sin darme cuenta surgió delante de mis ojos y de la que ahora necesito tanto.

jueves, 28 de enero de 2016

Cuando yo muera

Cuando muera, ya no habrá más de esto. Se revelarán al fin tantos misterios… o no. Cuando muera se dará el coloquio esperado, se reunirán dos o más (no menos de dos, espero). En ese momento de no estar, algo seguirá estando. En ese momento de no tocar, algo seguirá tocando a quienes quieran ser tocados. Para no dejar las travesuras, apareceré de repente para enfrentar a algunos que quedé por ver. Les aclararé que no deben asustarse, que no deben arroparse hasta la cabeza mientras esperan temblorosos a que desaparezca: me quedaré sentado en la silla de enfrente, y con alguna sonrisa esperaré a que quieran compartir conmigo el último tren de la conversa, de la reflexión, de cerrar los pendientes. Y al pasar del tiempo, todo irá bajando la intensidad. Seré, como dijo una simpática amiga para defenderse: una anécdota. Pero estaré por ahí, vigilando sin ser notado. Estaré por tu casa y hasta tu trabajo de turno, moviendo alguna cosa, susurrando alguna otra para hacer que te vaya bien. No pienso irme demasiado. No pienso retirarme para siempre. Espero que me mencionen una que otra vez, manquesea para ponerme de ejemplo inverso… hay que ser útil de cualquier manera. Mientras tanto me voy; mientras tanto algo me arranque de la vida, tendrán que calarte mis necedades, mis ocurrencias, mis silencios y tratar de no joder mucho porque, ya sabes… estaré porái.

domingo, 10 de enero de 2016

Aprenderás del silencio

Ya tuviste la oportunidad de aprender de tus experiencias tan turbulentas, así de movidas, muy cambiante todo según me has  contado. Ya pudiste tomar esos cambios y sacar promedios, tendencias; emular conductas en determinadas circunstancias, esperar un poco cuando sea imprescindible. Pero eso ya bastó. Ahora será todo distinto. Ahora tendrás que aprender de la quietud. De ahora en adelante deberás succionar de los momentos de silencio, de esas prolongadas temporadas en la que solo la brisa, los grillos y un ladrido lejano se dejan sentir. Ahora, con cierto dolor, deberás abrir tu entendimiento más que tus ya expertos ojos y oídos. Deberás conversar, ya no con quien se te acerque, sino con quien habita en tus adentros. Deberás departir con quien te agradece muchas cosas desde las vísceras, pero no podrás evitar los fantasmas que con tanta paciencia, con tanto tesón, con tan fino pincel, excelentemente alimentados de miedo, de prejuicio y del egoísmo que nunca antes, nos mostraste.