No puedo dejar de llorar. Estaba tranquilo, y de repente, estalló el
llanto. No lo entiendo, pero mientras, sigo llorando. Tengo recuerdos, buenos,
menos buenos, mientras mis lágrimas recorren mi cara para luego morir en el
suelo seco. Siento placer, siento dolor, y en medio de esta confusión
inconsolable, no sé si me siento feliz o desdichado; en medio de esta vorágine
tibia no sé si es arrepentimiento, conformidad o es la tormenta antes de la
tranquilidad esperada por siempre. No lo sé. Tal vez no quiera saberlo ahora,
todavía. Tal vez deba disfrutar de todo lo que me dice que siento, que no he
muerto, como pensaba. En este mismo momento dejo de forcejear y me entrego.
Cierro los ojos, abro mis brazos y caigo en ningún lugar de cuidado… soy como
un conducto vivo por donde circulan sensaciones, emociones. Siento que mientras
menos pendiente estoy de lo que está ocurriendo, se van resolviendo mis
interrogantes. Siento que mientras floto y todos los nudos de mis complejos se
van deshaciendo. Siento que mientras estoy ajeno en esta escena segura, inocua,
mis lágrimas desaparecen y dejan ver a mis ojos el nuevo paisaje que siempre
tuve enfrente de mis ojos cerrados por el miedo.
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