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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Querer a mamá

 

La razón para querer a la madre es la misma que para querer al país: porque sí, por que es la nuestra, porque nos da la gana. Es tentador haber deseado que nuestra madre hubiese sido una maestra de preescolar con posgrado en crianza de gente consciente, pero no; nos tocó esta loquita que calla o que vocifera, que presiona o abandona, que leyó un libro rapidito para ver cómo es que es ser madre o incluso que no quiso saber nada de nosotros. Es lo que hay. Hay que honrarla porque sí, porque sale de las tripas, porque es inevitable y la mayor parte de las veces, no se quiere evitar. Así que palante es pallá con esa mujer que en medio de sus planteamientos silenciosos disfrazados de reprimenda te recuerda como su muchachito de siempre, el tímido o el loco desbaratado, el que siempre necesita; la que te considera como su continuación, como una parte de sí, como el amor verdadero aunque sea a carajazos. Por eso, por el detallito de darnos la vida y todo lo demás, feliz día de las madres.

martes, 29 de diciembre de 2020

Qué fastidio es respetar

 

Qué fastidio es respetar. Tremendo el esfuerzo por no imponer nuestro punto de vista, “lo correcto”. Me revienta que cuando dices algo que está errado, no me pueda subir en este murito y explicarte con lujo de detalles la verdad que te tengo preparada desde que me desperté. Respetar deja ese prurito, esa picazón en cada parte del cuerpo, cuando me aguanto las ganas de ponerte en tu lugar… y si fuese en público hasta masiva sería la lección. La verdad es que no te odio, ni a ti ni a los que se atraviesen en mi camino diciendo o cometiendo estupideces, tonterías equivocadas y hasta peligrosas, pero es que alguien tiene que corregirlos. “Debo salvarlos con mi verdad”, me gritan las tripas. “Tengo que decirlo, ¡tengo que decirlo!”, retumba en mi cabeza. Según he visto, tengo la razón. Pasan los años y estoy seguro de que mis puntos de vistas deben haber vencido a todos los que se equivocaron delante de mí; bueno, la verdad es que no espero que lo reconozcan, porque, entre otras cosas, ninguno me habla.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Se rompió el cántaro

Se rompió el cántaro al fin. Se rompió el bicho ese que tanta agua llevó, que tanto cuero llevó. Se rompió esa vasija que parecía eterna, invencible, pero que resultó frágil como tantas otras cosas menos mercadeadas. Después de tanta carga a cuestas, después de tanto peso extra que le metimos con disimulo, con argumentos de falso amor, de responsabilidad robada, el recipiente otrora imbatible, se rajó y dejó salir todo lo que tenía para quedar vacío, para quedar quebrado para siempre. No fueron pocas las advertencias. No fueron ligeros los avisos. En algún momento se preveía que ocurriría, y como todo es perfecto y no como se nos antoja que sea, se trancó el juego, se apagó la luz y, fingiendo sorpresa, nos llevamos las manos a la cabeza y nos lamentamos airadamente pa que nos escucharan. Al final, y si nos ponemos serios, era lo que tenía que ocurrir. Las causas no eran para menos, no eran antecedente para otra cosa. En un despliegue de perfección natural, lo que cargó hasta con lo que ya no pudo, se vio vencido y se tuvo que despedir de la forma que siempre lució, de la existencia que siempre practicó. Solo queda examinar la historia con la seriedad del caso y poner las barbas en remojo, que la vaina no es jodedera.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Cansado de la madurez

Ya me cansé de saber cosas, de conocer nuevas formas, de creer nuevas promesas. Mis verdades, empeños y discusiones se hacen cada vez más heterogéneas, más difusas, y aunque aparente mayor criterio y mis argumentos tengan ahora cierto brillo, la verdad es que al final de la noche, estoy más confuso, más solo. Mis ignorancias pasadas al menos me daban más pasión para perseguir las metas que me mantendrían entretenido, ocupado, sin ganas de profundizar en nada. Mis porfías me daban el chance inmediato de pedir disculpas entre mocos y compunciones. Mi juventud me daba más fuerzas para, enrollado entre mis creencias infantiles, salir airoso después de blandir cualquier consigna inventada o copiada de algún libro, revista o canal de televisión. Pero ya no. Ahora es más cuesta arriba, con todo este cargamento seudofilosófico, arrancar el pesado motor que incluso en ocasiones no se detiene de escupir para afuera y para adentro sin dejar dormir es fuente de hastío. Quisiera incluso, como carajito retrógrado, volver a lo simple, a lo ingenuo, a lo inocente… incluso, a lo equivocado.

domingo, 20 de diciembre de 2020

Mis extrañas vacaciones

 

Quiero unas vacaciones, pero esta vez, quiero unas vacaciones de mi mente. Estar lejos del pensamiento recurrente, de los análisis, de las proyecciones, de las conclusiones precisas que terminen convirtiéndose en creencias inútiles. Quiero alejarme de los recuerdos, sobre todo de los malos. Quiero alejarme de las ansiedades que brinda pensar en el futuro, sobre todo en lo que no parece tan bueno o no va a ocurrir. Quiero mirar lo que estoy mirando en el ahora. Quiero sentir con calma el sabor de la comida que como, de la bebida que tomo, sin apuro alguno de levantarme de la silla. Quiero ver a los ojos a quienes quiero para saber que están bien, oler la piel de mis amados mientras los abrazo o acaricio. Quiero permanecer un tiempo en silencio, haciendo, sin hacer, divirtiéndome, pero sin complicaciones, sin juicios ni prejuicios, tal como si observara algo en contra de lo cual no puedo ir. Quiero estar en equilibrio, sin halar, sin empujar, sin querer más de lo que tengo, sin ser obligado a lo que no quiero. Quiero un espacio en el que la paz dé a luz a la creatividad y al gozo. Quiero que mi cuerpo se entere de tales vacaciones (y seguro lo hará) y experimente su propio equilibrio, su propio fluir… esa eterna maravilla que es la salud.

martes, 15 de diciembre de 2020

La temporalidad me sacude

La temporalidad se asoma de vez en cuando y me sacude con sus avisos constantes e ignorados. “Todo pasa”, me dice con su calma inamovible. Pasa el día, pasa el acontecimiento de moda, pasa el día más importante de mi vida. Se van despidiendo uno a uno mis seres amados, mis ocasiones únicas, como en una fábrica en la que todo va por un carril imparable, que trae y se lleva cosas sin miramientos, sin considerar que me he prendado de cada una de ellas como un niño, como un niño caprichoso, insoportable, que no comprende aún cómo es que se bate el cobre por estos lares. Pasa una sonrisa, pasa la oferta en el centro comercial, pasa el personaje admirado, y como todo pasa, pasa la vida, eso único que parecemos poseer y sobre lo cual somos quienes decidimos. Pasó también la pasión, pasaron la niñez y la juventud; pasaron igualmente la irresponsabilidad y la superficialidad. Pasaron muchos años. Y después que pasó todo eso, aquí estoy, sin comprender todavía que todo pasa, esperando por la próxima cosa emocionante que me llene… hasta que pase también y me deje desolado en este banquito tan odioso. 

sábado, 12 de diciembre de 2020

Con una piedra en los dientes

Deberías darte duro por la jeta si alguna vez tuviste quien te diera afecto y lo despreciaste. Deberías darte con una piedra en los dientes si en algún momento pusiste cara de fastidio cuando se te acercaron para ayudarte, para acompañarte. Deberían encerrarte por haberte burlado, por haber embestido contra la bondad del otro. Creo que hasta ahora no te has dado cuenta del asunto porque estás ensimismado en tus arrollamientos colectivos, pero a tu pesar, como todo busca un equilibrio en la vida, en algún momento se te presentará un momento precioso de revelación… te lo garantizo. Solo espero, chico, que para entonces quede alguien que haya sobrevivido para que se siente a tu lado.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Cuando no quede nada

 

Cuando no quede nada, entenderás todo lo que sobró. Cuando el tiempo apremie, te enterarás, por fin, con la urgencia del testarudo, de todo lo que tuviste a tu alcance y no te diste cuenta. Cuando llegue la sentencia final, comenzarás a hacer el inventario de las cosas pendientes, de todo lo que te faltó por hacer y caerás de rodillas. Cuando no queden más fuerzas para mentirte a ti mismo, hará su entrada, inexorable y dolorosa, tu honestidad, tu reconocimiento de la realidad. Ante la ausencia de un mañana, súbitamente se activará el presente y cada minuto vivido será un triunfo sobre la adversidad. En esos momentos, en esos aparentemente ingratos instantes de vida finita, disfrutarás de la riqueza que siempre tuviste en tus manos, esa, de amanecer vivo, pero que con la necedad heredada, incrustada en tu pecho, dejaste que el miedo se apoderara y te hiciera cuidarte de la vida misma, de eso que ahora respiras con tanta frescura, con colores impactantes, nuevos. Tal vez todo está escrito para ser de esa manera apasionada, sobresaltada, bastante imbécil, de lanzar a la basura lo valioso, lo que llena de verdad durante toda la vida para salir corriendo detrás de la fantasía anhelada que alguien nos contó, solo para caer en cuenta, a poco tiempo de la partida, del tesoro que echamos por el barranco.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Conciencia sin libido

No puedo revestirme de sabiduría si pasas por delante de mí vestida así. No puedo practicar el Ser mientras te veo lavar los platos en esa faldita. No puedo llegar al estado de elevación deseado si cuando pasas a mi lado me acaricias la espalda o me picas el ojo. Deseo tanto conjugar esas dos cosas en mi vida, pero mi atracción hacia ti es tal que siempre abandonaré mis prácticas trascendentales para caer en finalmente en tus brazos. Mejor entonces espero unos añitos para que se me pase todo este vaporón y así poder entrar, finalmente, en ese tan necesario mundo de conciencia pura.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Ya soy yo mismo

Ya soy yo. Yo mismo, sin agregados colectivos ni condicionamientos pasados. Ya pude eliminar la basura imperceptible acumulada durante años y las creencias paralizantes, dejando el camino abierto ante mí. La claridad para sentir sin remordimiento, para decidir si hacer o no, sin mucho análisis, sin tanta teoría, sin la intelectualidad pretensiosa, se pasea por mi casa como si fuera de ella. La casi mágica capacidad para examinar lo que pasa por mi cabeza, lo que mi pasado trata de impedir o mi futuro intenta poner en duda, me otorgó un poder inesperado sobre mis días, sobre lo que puede o no calar en mis asuntos pendientes. Ya puedo ver, sin tantos lentes prestados, lo que en realidad aparece enfrente de mí, sin prejuicios, de una manera fresca y abierta, tocarlo o disfrutarlo, si fuese el caso, sin magnetismos patológicos y después colocarlo en la misma repisa de la que lo tomé sin apegos dolorosos. Perdí el temor. Perdí el temblor. Todo ha cambiado mucho y aunque el torbellino de paz me aísla del resto de mi entorno amado, creo que al menos por ahora seguiré, responsablemente, aquí, así.

martes, 1 de diciembre de 2020

Cada quien tomó su decisión

Ya cada uno tomó su decisión. De alguna manera ya lo hicimos. No importó Dios, no importó el partido, no importó la policía o la conciencia: ya está decidido. Después de un rato bien sufrido, después de crisis continuas o condiciones distintas a las que solemos experimentar, se abrió una puerta en nuestras percepciones e independientemente del concepto de sensatez que tengas los demás, establecimos lo que íbamos a sentir, lo que íbamos a hacer o a omitir. Aunque estemos condenados a desperdiciar lo que poseemos o a anhelar lo que no tengamos, me subí a esa ola sin remordimientos, sin tapujos, sin objeciones válidas y decidí vivir, o bien en la locura de la pasión o bien en la locura del silencio de la resignación… lo que sí me queda claro es que me subí oficialmente en la locura colectiva contra la cual no pude resistirme más.