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jueves, 14 de septiembre de 2017

Verdad payasa

Seguramente la vida es más que lo que hemos experimentado hasta ahora. Segurísimo que nos hemos perdido en las distracciones baratas y no tan baratas que supuran los medios, el sistema frío y perverso que trata de separarnos de nosotros mismos, de los nuestros, de nuestras raíces. Pero abrir los ojos y comenzar a sentir lo que en realidad somos, dejar de distraernos con lo que pudiera ser y concentrarnos en lo que es, no parece nada fácil. Y menos fácil será si quienes tienen alguna supuesta pista del camino correcto se nos acercan y nos entregan un mensaje afectado, enrarecido, comeflor, de caricaturas. Es impresionante lo estúpido que puede llegar a sonar la verdad en los labios o en letra de quienes fingen haber llegado a la cima del bienestar y ahora se dedican a embutirlo en nosotros con los métodos más inadecuados y clicheteros que tuvieron a bien elegir. Yo estoy convencido de que hay algo más, de que algo que estamos obviando, de que algo silencioso que nos espera sentados y que hay caminos insospechados para llegar a eso que me hará sentir pleno más allá de este ruido ensordecedor del ego; pero estoy seguro de que chocando con estos mequetrefes que sugieren haber llegado al palacio de lo bueno cruzando el puente de paletas de helados, mira, el camino se irá alejando más y más, con cada intento. Y lo peor del asunto es que temo caer de nuevo aquí donde estoy ahorita, en la misma marisma oscura, buscando algo de distracción frívola y superficial en la que debo pasar el resto de mis días, pero ahora con menos fuerzas que antes para mirar hacia los lados. Gracias, mequetrefe insalubre, por tus presuntos favores.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Expertos en lo inútil

Somos expertos buscando y hasta encontrando soluciones a los meros síntomas, no a las causas reales. Enfocamos con entusiasmo nuestra miopía a la cresta del incendio y no al escape de combustible. Establecemos la presunta causa, lo más evidente ante nuestra ceguera y no lo que se esconde, lo que produce, refuerza y perpetúa el efecto que nos aqueja, que queremos eliminar. Confeccionamos el instrumento, las herramientas y hasta la filosofía perfectos. Establecemos la infraestructura, promocionamos por los medios, construimos edificios, abrimos plantas y damos empleo. Obtenemos entonces la opinión pública a nuestro favor, toda esa gente que está harta del problema. Nos arrojamos, incluso, a ofrecer nuestras vidas “por la causa”. Entonces, al final de un nuevo comienzo, nos alegramos y publicamos orgullosos, triunfalistas, esos informes pomposos y esperanzados que afirman que la solución universal a la fiebre es buscar hielo.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Ni tarde ni seguro

Parimos la muestra de sentimiento de una de las maneras más inadecuadas. Debió llegar la enfermedad a decirnos que nada era seguro, que el paisaje y las horas para verlo eran prestadas; que todo era jodiendo. Ahora, a amarrarse el cinturón y a buscar rapidito en los bolsillos del sentimiento y la querencia lo que siempre nos costó sacar a relucir sin complejos. Ahora a registrar con detenimiento los escondrijos oscuros en los que se escondía temerosa la mano tendida, la palabra afectiva, la expresión definitiva del amor. Aquí estamos, todos sentados alrededor de quien padece una afección en su cuerpo, pero que nos ha regalado a cada uno un trozo grandote de alma y todavía le ha quedado para su consumo personal. Aquí estamos todos: el que siempre estuvo, el que vivía lejos, el que vivía al lado y el que creía que vivía; compartiendo recuerdos de cuando nadie expresaba el miedo, incertidumbre; de cuando se daba por garantizada la felicidad eterna. Todos dejamos las máscaras afuera y entramos a la sala de la casa con nuevos ánimos, queriendo lograr esas pequeñas victorias diarias, esas que ahora son profundamente nuestras. Súbitamente, como creímos hace poco que no había mucho qué esperar, nos dedicamos a esperar exactamente lo que debíamos esperar, incluso, a hacer exactamente lo que se esperaba que hiciéramos. Se acabaron de repente, para esta etapa del grupo, las mentiras, los excesos, las pretensiones, los dobles sentidos. No puedo evitar sentir que, en medio de esta situación catalogada como terrible, ha surgido la autenticidad y la manifestación honesta, sincera, de lo mejor que llevamos por dentro y que seguramente esa persona que ahora atendemos nos dejó como regalo. No puedo esquivar la idea de que esto que ahora nos queja, es, justamente, un milagro.