Me preguntas
por qué y no sé responder. Buscas una razón, un motivo por el que todo ocurrió…
pero no puedo hablarte. Esto ocurrió naturalmente, sin palabras, sin quejidos
ni suspiros. No sé explicarte el porqué de estar aquí, parado frente a ti, con
esta disposición a hacer lo inimaginable, lo imprevisto, lo inaudito. Todo
parece fluir de esta manera inevitable, sin alternativa, casi sobrenatural, y
tú te limitas a preguntar “por qué”. Tal vez es así como comienzan y terminan
las cosas; tal vez es así como ocurren y se desenvuelven tantas situaciones. Al
encontrarte, fue por dejarme llevar, por cerrar los ojos y dar pasos que
resultaron siendo nuestros aliados. Durante nuestra pasantía por la aventura y
la convivencia, por el compartir y transcurrir, las palabras fueron sólo
brazadas en medio de una corriente inexorable, no aportaban, no quitaban; y es
ahora, en este momento difícil cuando me pides que las use. No puedo. No puedo
traducir lo que siento usando mi voz, un pedazo de papel. No puedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario