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martes, 20 de diciembre de 2011

Dulce y desatinado Niño Jesús


Dulce y desatinado Niño Jesús. Puntual como un buen funcionario. No había manera de que me trajeras lo que pedía… seguramente por falta de antelación, pero nunca quedaste mal. “El niño es un espíritu que entra por la ventana y deja los regalos”, me decía mi mamá, mientras yo me imaginaba una sombra azul, escurriéndose por entre las rendijas de la ventana, moviendo la cortina de la sala y haciendo su acto de magia en la esquina de la pared verde esmalte. Sí pude saber que no llegabas al campo, cuando me iba de vacaciones… seguramente porque no había antenas repetidoras porái y la carta se quedaba corta. Unos añitos después, se planteó la aventura de pensar que el Niño Jesús no era el espíritu en cuestión, sino algún familiar cercano (sacrilegio no muy castigado, por cierto). Luego de muchos años y dos hijos, ya se despejó la incógnita: El Niño Jesús soy yo.

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