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miércoles, 28 de enero de 2015

Soy uno de ellos

Soy uno de ellos. Ya me cansé de ser de los buenos, de los cumplidos, de los honestos. Ya sucumbí ante la insistencia no tan implícita de los malos. Fue toda una media vida, esperando que llegara la retribución del cielo, de la gente, por tanto sudor, por tanto esfuerzo en nombre del bien, del respeto, de la consideración, de la solidaridad. Ha llegado el momento en el que con un chasquido de mis dedos llegará la compensación empujada por el hartazgo. Ya no miro, ya no escucho si no me conviene. Ya no me muevo ante el caído, porque estuve allí y nadie lo hizo. Divina venganza ante la vida, quien me maltrató con saña inexplicable. Contundente respuesta de quien se declara malo. Ejerceré la ligereza, la omisión retorcida, la honorabilidad disimulada. No creas que te seguiré saludando como siempre lo hacía. Se acabó el buen muchacho, el noble señor… ¡Al carajo, chico! Eso sí, lo único que debo emprender de inmediato es a la recolección de experiencia como tipo de la vileza, dado que ahora es que comienza. Debo cuidarme mucho mientras llega la pulitura, porque, mientras, seré sólo un pendejo con malas intenciones.