Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"

domingo, 24 de julio de 2022

Todo revienta por algún lado

Todo revienta por algún lado. Alguna costura se va. El eslabón más débil, el desatendido, gritará en algún momento y pondrá el juego en jaque. En la aritmética de la vida nada pasa por debajo de la mesa; ningún disimulo cuenta porque siempre sabemos la verdad, lo bueno y lo malo, a pesar de que le busquemos nombres convincentes a los desaguisados que cometemos. Y como tal aritmética, todo va sumando o va restando. Hay varias paradas en el tiempo en las que podemos echar un vistazo al saldo, pero he sabido de cegueras pretensiosas que dejan que lo que sea que esté ocurriendo siga ocurriendo y el futuro se tiñe de malos presagios a cuenta de la ligereza y el miedo de ahora. Pero, como dije, todo revienta por algún modo. La soledad involuntaria, las obligaciones no solicitadas y, por supuesto, la salud del cuerpo, estarán ahí para pagar la cuenta abandonada por el comensal… y la pagarán.

viernes, 22 de julio de 2022

Diálogo: Yo la amo

 - Yo la amo.

- Tú le compras flores, ¿no?

- Yo la respeto, le reconozco sus virtudes...

- La llevas al cine, ¿verdad?

- La escucho, la apoyo en sus decisiones…

- Yo ayer le compré un peluche.

jueves, 21 de julio de 2022

Cerrar los ciclos

Cerrar ciclos. Suena muy “nueva era” y todo, pero cerrar ciclos es un tema. ¿Nunca se te ha muerto alguien con quien estabas peleado? A mí tampoco, pero he visto casos en los que ese ciclo abierto, accidentado, en el que no se pudo ni se podrá conversar o hacer la paces con esa persona, declarar su amor o pedir disculpas al agraviado, estará presente en la persona para siempre o hasta que reciba el apoyo terapéutico adecuado. Los casos de separaciones, conflictos con los hijos o los padres, metidas de patas en las que todo quedó como en el aire y una de las partes simplemente se quedó callada o se alejó son otros casos de ciclos abiertos. Así que sí: cerrar ciclos. No resolver, dejar las cosas así, no encargarse como gente grande de los asuntos de tal manera que queden zanjados dentro de nosotros y de los demás y dejen de perturbar los momentos actuales y futuros, como los fantasmas realengos que son.

miércoles, 20 de julio de 2022

¿Prójimo? ¿Cuál prójimo?

"Amar al prójimo como a nosotros mismos" ya se nos fue de las manos, y no porque haya exceso de bondad, sino porque se perdió el sentido que, de algún modo truculento, asoma el Libro (digo “truculento” porque de una manera aparentemente unánime todos lo entendieron así). Quitando de la escena el odioso egoísmo de algunos para quienes el prójimo es realmente un fastidio, algo externo, ajeno, gente que floja, que no se conoce o, en el peor de los casos, no importa, por el otro lado queda un grupo de mejores gentes que malentendió el precepto y anda por ahí rajándose el cuero, según ellos, amando al prójimo. Pero ahí está el asunto: si usted no sabe lo que es "amar", le caerán encima las consecuencias de un error fundamental. Amar al prójimo no significa dejar de amarse a sí mismo. Amar al otro no implica abandonar la propia salud, la propia familia, el propio sentido de la vida. Está clarísimo que en el caso de muchas personas "amarse a sí mismos" encierra una conducta egoísta que va en contra de la doctrina, pero me resulta claro, mis muy estimados sacrificados, que abandonarse para atender a otros es un sinsentido que hasta a la propia vida amenaza y que, en términos prácticos, resulta una estupidez: si no me cuido, llegará el momento en que tampoco pueda cuidar a nadie más. La compulsión del autoabandono y la infelicidad inducidos por demostrar una supuesta santidad indica más bien falta de amor y va más allá de la demencia, de lo que se pueda entender, y claro, de lo que otros puedan aprender sanamente. Cuídate.

lunes, 18 de julio de 2022

Ahora dime

Ahora dime: ¿Quién va a cocinar? ¿Quién va a lavar los platos? ¿Quién va a lavar la ropa? ¿Quién va a barrer cuando se note? ¿Cuántos niños vamos a tener? (¿Vamos a tener niños?) ¿Qué religión tendrán los niños? ¿Quién les hablará de amor, de respeto, deberes y del sexo? ¿Quién va a trabajar en la calle y quién en la casa? ¿Con cuánta plata o trabajo físico y mental va a contribuir cada uno? ¿Dónde vamos a vivir? ¿Vamos a dormir juntos o separados? (¿Roncas? ¿Sudas? ¿Ves TV hasta muy tarde o en la madrugada?) ¿Nos vamos a revisar los teléfonos para chequear fidelidad sexual? ¿Para adónde nos iremos de vacaciones? ¿Vamos a conservar los amigos? (¿Puedo ir a ver a mis amigos sin ti?) ¿Cómo vamos a hacer con las familias? (¿Puedo ir a ver a mis padres sin que te enojes? ¿Vas a ir tú, yo, juntos?) Porque si no, mira, mejor dejamos la cosa aquí, en la calentura.

Sueño engañoso

Una manera de saber que se estuvo soñando es al despertar. Todo parecía tan real, todo se sentía tan de verdad verdad. Pero no lo era y esa sí es la verdad. Esa sensación de reconocer el sueño puede, en contadas ocasiones, ocurrir durante el mismo sueño; leves momentos en los que se siente que algo no cuadra, que está desubicado o fuera de tiempo, como el gato de la matrix; como cuando se pierde el sentido, el propósito, la sensación de avance. Siempre he pensado que si tu sueño es agradable, quédate en él; pero si es una pesadilla, será mejor que salgas de ahí y examines, con criterio de supervivencia, lo que te causa tal sufrimiento.

Con el miedo en los tuétanos

Para no quedarme solo, la búsqueda desesperada me lleva al “peor es nada”. Para no escuchar mis propios pensamientos, subo el volumen a la música, me meto unas pepas o me echo una pea o, en el mejor de los casos, no paro de hacer y hacer durante el día. Por miedo a no ser nadie, seré alguien que no soy. El miedo está metido en todo, lo contamina todo. Aunque uno piense que actúa libremente, si apagas la luz verás a todos los fantasmas esbirros del miedo que han sido inoculados, sin que sean evidentes, en tu cabeza, en tu corazón. El miedo es estructurante, por eso no puedes sacarlo: porque ya llegó a los tuétanos.

La inocencia, el estado original

La inocencia, el estado original de la conciencia no contaminada. La acción sin mancha, sin precaución, sin miedos inoculados por el egoísmo. Hacer bien solo por el bien, sin más razón que el impulso amoroso que resulta del equilibrio de cada uno, propuesto a convertirse en equilibrio mancomunado. Donde aparezca un agujero, se llenará, y donde se asome un promontorio, se emparejará. Así iríamos, indefinidamente, atravesando un mecanismo bondadoso automático en el que todo fluye como el agua: se desliza, rodea y se detiene sin resistirse, porque… ¿a qué habría que resistirse, si todo es natural? Así caminaríamos, sin agujeros tortuosos, eternos e insoportables, ni promontorios que lleguen a ser piedra de tranca. Es difícil, impensable por ahora, pero es una posibilidad cierta porque cada uno de nosotros lleva dentro esta necesidad urgente, este deseo; el deseo de no temer ser quien realmente somos, sin complejos inyectados desde afuera por otros más poderosos, pero con el mismo miedo.

sábado, 16 de julio de 2022

Perder la inocencia de nuevo

Perder la inocencia de nuevo ante acontecimientos nuevos y hasta innecesarios. Tal vez se puede aprender más bien desde arribita, desde la superficie, sin restregarse tanto en la mugre, como para confeccionar una teoría, una creencia apacible que nos permita respirar con mesura. Quizás no se deba uno sumergir hasta la asfixia en la guerra, el hambre o la muerte como para saber que existen, duelen y saber, ciertamente, cómo vivir con ello, cómo ayudar si es posible, cómo mantenernos en pie sin que nuestra vida se contagie con el desastre que vemos alrededor y todo se termine de joder. Posiblemente no haya que conocer el asunto en la propia piel para obtener un criterio válido y confortable para los efectos. Mira que, por más que queramos saber todo a ciencia cierta, de primera mano, corremos el peligro de convertirnos en esa basura que observamos, hasta ahora, de lejos.

Mete la pata ya

Mete la pata ya. Ahorita mismo. Como es la manera más efectiva de aprender, no dudes y lánzate. Aprovecha que ahora tienes la edad para eso: para cagarla. Luego aprenderás por la misma vía a disculparte, a pedir perdón, a reconocer, a ser humilde… pero ahorita no. Inventa, intenta, logra o falla sin el terror de equivocarte porque eventualmente lo harás. Tus ideas y reflexiones están bastante incompletas, pero cuélgate de ellas para opinar, para actuar, para seguir tejiendo lo que mucho más tarde se convertirá, sin tanto grito, sin tanto brinco, en sabiduría. No lo dejes para después. No te quedes con la espinita para siempre para luego, ya sin fuerzas ni recursos, pensar en intentarlo o arrepentirte amargamente. Tú y yo sabemos que no les haces caso a los adultos porque ellos han demostrado estar fuera de tiempo para las dificultades que tú enfrentas. Sé que piensas que tú sí lo lograrás porque lo has pensado mejor, pero no será así porque no encuentra quien se desespera en la búsqueda, quien no está abierto a las nuevas experiencias aunque reconozca, de manera flaca, que todo lo que sabe lo aprendió antes.

viernes, 15 de julio de 2022

Abedia María se fue

Abedia María se fue. Agarró sus cachachás y arrancó. Se cansó del pallá y pacá de la situación y dejó el pelero. Dejó, sí, mucha gente jipiando porque dicen que faltó tiempo de estar. La gente es así de inconforme. Lo cierto es que sí nos dejó un cuento bonito de primera y segunda madre; siempre acogedora, siempre un plato de comida y su muy extraño "perdone lo malo" al final de las visitas. Anoche había una luna grande y redonda que aparentaba ser cada uno de sus cachetes al sonreír. Te dejo un beso espacial, Abedia María, tía querida, "india de grave postura".

lunes, 11 de julio de 2022

Caigo mal

Caigo mal. No sé si son los temas o los tonos en los que los planteo. No sé si voy adelante o voy detrás, pero luzco desubicado. La evasión ajena a mi presencia o a la conversa espontánea conmigo es un hecho. Yo me negaba a creerlo, pero el patrón es indiscutible. Por ahora, no sé qué hacer. Por ahora estoy como encandilado por la nueva realidad. Ya veré. Tal vez encuentre el botón perdido para ajustarme a los demás o, tal vez, mande a todos al carajo.

sábado, 9 de julio de 2022

Promesa a mi pequeño hijo

Prometo tener a mi hijo con la intención de que viva, disfrute y aprenda de su vida con la oportunidad que yo también tuve. Prometo dejarle escoger sus caminos aportando mi opinión mientras le aclaro que es solo mi opinión amorosa. Prometo no pretender que mi hijo sea mi prolongación, mi legado o que lleve a cabo mis proyectos frustrados. Prometo dejarle en paz y no fastidiarle la vida con mis comentarios flagelantes acerca de cómo debe hacer las cosas. Prometo, finalmente y en resumen, permitir que mi hijo tenga derecho a ser distinto a mí.

miércoles, 6 de julio de 2022

El disfraz del miedo

El miedo es libre, como se puede escuchar en la calle. No se discute la presencia del miedo porque sus causas, conocidas, presumidas o desconocidas, son muy variadas y merecen el reconocimiento de quienes miramos desde afuera. Lo que puede prestarse a larga conversa son las máscaras o maquillajes que se le pretendan colocar al miedo para disimularlo, siendo más odiosas las presuntuosas. Desprestigiar lo que esté a tu alcance para que tu cuento cuaje va más allá, incluso, de lo aceptable. Tu miedo no solo te impide el goce decente de tu propia vida, sino que puede amargar, de vez en cuando, la de los demás. Así es, pues, cómo tu reacción ante una situación para muchos normal, llega a ser la razón por la que nadie te aguanta.

martes, 5 de julio de 2022

¡Inteligente nunca!

La verdad es que no quisiera ser tan inteligente para no sentirme forzado a usar esa tal inteligencia. Al saberse inteligente, el ser humano cae secuestrado y seducido por su ego y necesita con ansiedad que todos le reconozcan constantemente sus habilidades. Mejor no; déjame estar aquí, tranquilito y aparentando mayores estupidez e ignorancia de las que albergo para así estar más protegido de quienes se la pasan buscando malabaristas del intelecto para fastidiarles, entretenerse y presumir ante el resto. ¡Zape, gato!