No saltaré sobre el botín abandonado.
Mi dignidad tendrá su prueba de fuego al tener licencia y no ejercer
lo que ayer me era codiciado. Ahora tengo el tiempo y la paciencia
para reflexionar, para responder luego, cuando me sienta bien para
tal menester. Se abrirá la reja y no saldré corriendo como si todo
fuese una sentencia injusta; aún si así fuese, me levantaré, me
sacudiré el pantalón e iré caminando para ver el escenario desde
cada perspectiva. Afortunadamente se acabó el brío que suicida, el
ímpetu que destroza. Por suerte, mis párpados mas cerrados y agudos
no son susceptibles de engaño... no de uno común. Mi sonrisa es
ahora lo que intimida, advirtiendo, de entrada, que no será tarea
trivial venir y tomar mis artes. Antes tendrás que demostrar,
pasando esa puerta, una humildad sobrehumana que, al menos por ahora,
es lo que me hace escuchar, bajar la guardia que produjiste hace
tanto tiempo.
Coño que emocion, ya puedo comentarle al faculto...
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