Nunca dejes de
acariciarme. No pares de mirarme y sonreír. Ni se te ocurra dejar de hablarme o
saber que estoy cerca. Si en sueños me has tenido lejos, te los prohibiré,
atendiéndote como más quieras, como menos me convenga. No me prives de tu
letra, de tu suspiro, de tus olores abandonados en mi refugio. No te despidas
ni temporalmente; no quisiera saber que la distancia me limita para
disfrutarte. No aceptaré parcialmente. No negociaré pequeñas y progresivas
ausencias. Me haré el tonto y rechazaré todos tus te lo dijes. Me molestaré y patalearé; gritaré y haré berrinches…
usaré todas las herramientas que la niñez no pudo quitarme. Ya lo sabes, por
ahora, debes quedarte, mimarme y hacerme dormir con tu mano en mi cabeza, en
mis ojos, en mis labios… te estaré vigilando.
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