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jueves, 26 de noviembre de 2015

Matar es chévere

Anda, dale: mata a alguien pa que seas famoso, pa que te respeten, pa que sepan quién eres en verdad. Ahora sí. No hables de afecto, de cariño o cualquier derivado del amor; eso es una ladilla. Mejor empuña un arma de esas que te siguen metiendo en la cabeza las cadenas cinematográficas y los canales de televisión que venden violencia para enriquecerse, no sin la ayuda de quienes las fabrican por allá afuera. No discutas, no debatas con nadie, no esculques en tu cerebro con creatividad para llegar a la solución de nada porque es tiempo perdido, además, eso es una ladilla (es difícil, pues). Pero matar es chévere, por lo que debes salir ahora mismo a la oscuridad y perder tu parte rescatable a manos de las hienas que te compran a tres lochas y te desechan sin haberte conocido. Fíjate, una idea es que te drogues, te emborraches o agarres una arrechera y le vueles los sesos a cualquiera que te mire feo, piense distinto o se meta con tu negocio (ese, que tanto te costó). Echa en la basura cualquier medio que te facilite acercarte al otro, si no es para darle unos plomazos… “porque ahora ya van a ver”. Evitar mirar a los ojos a cualquiera que venga a convencerte de pendejadas cursis, de familia querida y ese pocote de paja. Huye de inmediato; anda, que estás perdiendo tiempo. Ráspate a uno o varios y hasta saldrás en horario estelar y estarás en boca de todos, igualito a los próceres del pasado. Pero, ¡ya va! Antes de concentrarte en tu negocio, dale un carajazo a tu mujer pa que sepa quién manda y cómprale una pistola o una escopeta de plástico al carajito que tienes en casa, para que (1) te deje en paz y (2) para que aprenda a ser hombre, carajo…

martes, 17 de noviembre de 2015

Asómate, Dios...

Dios: Venimos a impugnar el libre albedrío. Ese decreto que lanzaste hace tiempo para que tuviésemos libertad de movimiento… no sirve. Yo entiendo que tú eres el creador de todo y que llevarte la contraria es harto incorrecto, pero es que, para nuestro descargo: no servimos. Nosotros no tenemos la suficiente responsabilidad como para estar llevando nuestra vida por el mejor camino, según tus guías, y menos, llevar la fiesta en paz entre todos. Sé que puedes castigarme por esto, pero creo que le pusiste tanto empeño a nuestro cerebro, que olvidaste el corazón. Asómate para que veas que hemos llegado a ser unos gurúes sin alma, unos prestidigitadores de la mentira, unos asesinos de sueños. Por eso, creo que merecemos, el grupo disidente que vino con el documento de impugnación, que consideres seriamente retirar el libre albedrío como aporte divino, dado que no supimos ni sabremos manejar las cosas de la manera en que bien lo proyectaste. Espero que la ira no te aparezca (la última vez hubo inundación, y tal), pero si dudas de lo que te digo, asómate de nuevo.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Más tiempo contigo

Te hubiera querido más tiempo conmigo. Hubiese esperado de la vida poder brindar por unos años más disfrutando de ti y tus cosas. Si hubiera sabido que el fin estaba cerca, me hubiese ocupado un poco más de tomarte de la mano, de besarte más de vez en cuando, de llamarte para decirte algo lindo. Pero nadie es adivino y al parecer todos tenemos el derecho de abandonar la querencia más profunda porque está segura, porque siempre se puede, porque no tengo tiempo, porque será para después. Pero ahora, como siempre, no hubo después; no existió el mañana contigo. Esta juntura tuya y mía quedó en el vacío de repente y cayó hasta lo invisible, hasta lo insensible, hasta lo incomprensible. En algún momento luché por estar a tu lado, y cuando lo logré, el reloj de la cuenta regresiva de la destrucción comenzó su tic tac.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Palabras del camino

Busco en el camino palabras que expliquen mis emociones, mis reflexiones, mis criterios. Uno, poco a poco, frases recogidas de alguien más y voy armando mi propio rompecabezas. Es como si debiera estructurar un discurso para que los demás sepan, con algún detalle coherente, por qué pienso lo que pienso, por qué hago las cosas que hago. Espero que no. Pero sí sigue ocurriendo que alguien dijo algo que pensé hace años y que no había convertido en símbolos potables. Sigo hilando, con esas ideas expresadas en retazos convenientes, el mapa a seguir en adelante. Lo que realmente temo es que, por muy fructífero que sea el tiempo de juntura de ideas que potencien nuevas acciones, nuevos rumbos, nuevas tranquilidades, los días que restan para ponerlas en práctica sean insuficientes.

domingo, 25 de octubre de 2015

Para ti, que tanto preguntas.

¿Qué a quién amo? Amo a quien pueda respetar, a quien admire de algún modo, a quien me adorne el derredor, a quien me haga un lugar ocasional para la intimidad, la confianza y algo de cobijo. Amo a quien, quizás con apariencia externa de prisión, brinde la fascinación permanente de la puerta abierta
¿Qué a qué lado de la política me pliego? Al lado que la que sirva sin petulancia a su razón de ser, que conlleve a una sociedad de justicia que ejerza y haga ejercer el ser ciudadano; que promueva la identidad propia de este gentío sin mucha conexión, ya sin mucho en común. Al régimen que premie al trabajo y al ingenio de propósito común.
¿Qué a qué religión pertenezco? A la que fomenta la igualdad entre los hermanos y disminuya la diferencia, la indiferencia. A la que da como muestra visible, palpable, cotidiana, la solidaridad y la compasión entre los hermanos ya regados por todos lados. A la que no tiene al bien como un elemento exótico, sino que usa el amor como causa, instrumento y fin de nuestras acciones de cada día.

Ahí está. Ahora tú, que tanto preguntas y dadas mis explicaciones, dime tú mismo, qué tendencias amorosas, políticas y religiosas te parece que tengo. Cumple con tu compulsión de encasillarme, anda.

viernes, 23 de octubre de 2015

Hipocondriacus Est

Esta mañana me desperté sintiendo un dolor de espalda algo molesto, por aquí, por el riñón derecho. Segurito me viene una insuficiencia renal en camino. Siempre lo supe, con estas molestias y los pronósticos de mi primo. Parado aquí, en el balcón de la sala, tampoco recordaba la presión en la frente que me atacó a mansalva en estos días. La verdad, no fue muy fuerte, pero todo comienza así, suavecito, y después ataca con toda la fuerza, de manera fulminante y no lo deja a uno reaccionar, despedirse de los seres queridos. Además, el dolorcito ese sospechoso que me surge ahora en mi antebrazo izquierdo: no puede ser otra cosa que el corazón echando vaina. El aceite de oliva está escaso y por eso pasan las calamidades, te lo digo. Llevo unos quince minutos tosiendo, dándome el automasaje en el pecho, salvándome de un ataque masivo que me deje tirado en mi piso de parquet recién echado. Me siento cansado ya: el fin se acerca. Las arterias que me irrigan deben estar tan cargadas de colesterol, y cuando se van cerrando la falta de sangre debe estar produciendo un yo-no-sé-qué que me tiene mortificado, que no me deja dormir escuchando cómo mi sangre tropieza con los escombros que dejé durante estos años. Mi mamá me lo dijo. Voy a sentarme un rato… ¡Ay, carajo! …esta rodilla me tiene muy pensativo. Por la parte interior de la rótula, muy seguramente —y según escuché en un programa—el menisco está sucumbiendo por uno de los lados y debe estar gastado, produciendo el roce entre el fémur y la tibia, hueso con hueso sin amortiguación alguna. Tengo la sensación de que un día de estos la pierna no me responderá y caeré como un pendejo en plena calle, de culo, despegándose para colmo uno de los riñones enfermos —ese, el de la derecha—, y con esa tremenda vergüenza, no habrá cómo evitar que se también se despegue una placa de grasa de la arteria obstruida que va parriba y me muero por un accidente cerebro-vascular. Qué destino el mío.

lunes, 19 de octubre de 2015

Quiero lo mío

Busco otro camino para ser feliz. El que tengo anotado y ejecutado desde siempre no es mío y creo que es por eso que ya no me sirve. Aun así debo agradecer que me ha provisto de tramos del recorrido con muchos colores y sonrisas, pero han sido efímeros. Efímero ya no gusta. Efímero da miedo, y con miedo no puedo avanzar adonde quiero ir. Ahora quiero algo a mi medida, que sin embargo pueda compartir a ratos. Pero quiero que se quede conmigo y distribuya los otrora ratos apasionados, brincos y escaramuzas ahora en instantes llanos de paz, de sosiego. No reniego de la carcajada, pero se va como viene. Quiero una confección que provenga esta vez desde dentro. Ya compré mucho afuera y tiene fecha de vencimiento. La solución ha de ser que recicle mis energías, mis percepciones, mis maneras de pintar el paisaje, y me convierta en ese tipo de sistemas ecológicos autosustentables que me haga el favor de producir lo que voy a consumir con gusto, sin esfuerzos retorcidos, sin turbulencias enceguecedoras: Quiero lo mío.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Por sus actos los reconocerás

Y entonces todos se volvieron mudos. Todos salieron a la calle, confundidos, sin poder comunicarse en un primer momento que hasta dolía. Luego, más luego, después de dejar el drama innecesario de la calamidad, se estableció que solo podríamos saber cómo era la gente, ya no por sus disertaciones brillantes, sus labias delirantes, sus sandeces cabalgantes, sino por lo más evidente y honesto: por sus comportamientos. Y fue así, pues, como ya no sabíamos a primera vista quiénes eran cristianos, comunistas, gerentes, mahometanos, obreros, homosexuales, agnósticos, budistas, capitalistas y demás grupitos en los que tanto nos gustó dividir a la gente. Sí ganamos, sin embargo, una nueva manera de acercarnos al otro y saber quién era. Ya pronto solo quedó claro quiénes eran amorosos, ladrones, prejuiciosos emprendedores, sabios u ociosos; quiénes eran solidarios, quiénes indiferentes, quienes temerosos. Supe que yo mismo arropaba mis debilidades y mis vicios con una manta de extraordinaria brillantez que tanto tonto tragaba emocionado. Afortunadamente, todo ese efecto fue temporal y todo volvió a la normalidad. Para nuestra suerte, todo se revolvió y cayó parado, como el gato. Para nuestra fortuna, todo se restauró y volvió al trono “mi pecado favorito”: la hipocresía.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Marionetas urbanas

Había una vez una arepera en el centro que se la pasaba vacía. Uno que otro venía en la noche, y ante el hambre que dan las rumbas y la soledad de la cuadra, entraba y comía. No había mucho qué hacer. El nuevo dueño, mirando lo que ocurría, se figuró una estrategia muy clara. Dos semanas después, había una arepera justo al lado de la antigua. De ahí en adelante, la mayoría de la gente, conociendo la fama de la vieja arepera, plenaba la nueva. Nuevas instalaciones, hornos, mostradores y hasta una cajera muy linda. En “respuesta”, el ahora dueño de ambas areperas comenzó a remodelar la vieja y, aprovechando las comillas, comenzó la “competencia” entre ambos negocios. Al pasar el tiempo, las dos areperas estaban muy parejas en eso de la venta de la comida y, claro, los ingresos por caja. Pronto hubo grupos de fanáticos de cada uno de esos negocios que discutían por qué comer en una y no en la otra. Muchos y muy apasionados llegaban a contar las historias de cada local con entusiasmo, con vehemencia, y hasta con cierto compromiso. Muchas veces se armaron tánganas en la que los clientes de una y de otra, vestidos con franelitas y banderillas de distintos colores se amenazaban entre ellos, se juraban liquidarse entre sí. Mientras pasaba el tiempo y los sucesos ya mencionados, desde la azotea de ambos recintos (que era la misma —una sola azotea—, por supuesto), el dueño de ambos negocios campaneaba su trago, como todas las noches y con la misma sonrisa en los ojos, admirando cuán genio era él y qué pendeja era la multitud que se escuchaba furiosa desde la altura de su sillón.

martes, 15 de septiembre de 2015

El hombre... una de vaqueros.

El hombre, lanzando manotazos de desesperación se quejaba de no poder respirar. Llegó un poco de aire, de oxígeno, y se fue tranquilizando. Poco rato después, el hombre se dio cuenta de que no podía moverse. La aflicción lo atacó, mientras se le despertaban las extremidades. Después de un instante, el estómago le indicaba la necesidad de alimentos. Entre la queja y el hambre, corrió detrás de su presa hasta dominarla. Como mucho placer la desguazó y comió las partes más deliciosas. Dormía el hombre su desayuno, cuando al despertar, se dio cuenta de que no podía ver bien. Estaba oscuro. A rastras logró reunir unas ramas secas y con unas piedras que le hicieron tropezar y caer, pudo hacer el fuego necesario para ver, para combatir el frío, para calentar su comida. Yacía el hombre recostado en la pared externa de su refugio, y mientras amanecía comenzó a ver la extensión de la tierra donde vivía. Los árboles movidos por el viento, los ríos incansables que le daría el agua para completar su sustento. Bajó el hombre de su colina y comenzó a reconocer el vasto territorio; el olor a tierra mojada, a vegetación viva. Después de pocos meses, ya todo le era familiar y se aburrió. Sentía que necesitaba más que eso, pero no sabía qué cosa podría ser. 190 mil años después, sigue aburrido. 190.000 todavía no sabe qué cosa sería esa que lo completaría. 190.000 se entretiene incansablemente hasta el día de su muerte.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Mejor no hables

Hablas de ideas, pero no se te notan en tu caminar. Hablas de espiritualidad, pero eres todo un juez. Hablas de genialidades, pero no resuelves ni tus dificultades ni las de los demás. Hablas de lo experto que eres, pero se te ve trastabillar. Hablas de visión, pero no te veo caminar. Hablas de lo saludable, pero te estás muriendo. Hablas de un mejor ser humano, pero no das el paso. Hablas de la debilidad de los demás, pero no de las tuyas. Mejor no hables.

sábado, 1 de agosto de 2015

Hay señales

Hay señales. Claro que sí. Hay señales en el aire, en el suelo, en el camino hecho por otros. Hay señales en la ausencia, en la presencia que aparenta alegría o monotonía. Hay señales en sus ojos gachos, en su sonrisa de años, en su fastidio disfrazado. Hay señales que no dejan de avisar, te digo. Hay señales en los días de sordo silencio que no dejan de gritarte cosas. Hay señales, aunque no lo creas, hasta donde están prohibidas las señales. Por ello, no me vengas ahora con que no viste nada, con que sentiste nada, con que no te dolió nada antes de afrontar este abandono autoinfligido.

miércoles, 17 de junio de 2015

Oscura simetría

Y me sigo agarrando, en medio del temor de niño, entre la necesidad de que haya una fuerza superior que me controle, que controle al resto, y la libertad absoluta, solitaria, triste, que brinda el libre albedrío no solicitado. Sigo encerrado entre los barrotes de la no resolución, de la indefinición indefinida. Ejecuto cálculos, llevo a cabo fórmulas, establezco aparentes tendencias que salen del saco de vivencias que me entumece el espinazo, pero todo termina, cada vez, en un sollozo ridículo que me avergüenza… cada vez. No hay respuestas. No hay, ni siquiera, pistas que permanezcan a disposición por más de pocas noches. El frío de la responsabilidad absoluta, el ardor de lo que ya no se pudo cambiar, la amenaza constante de lo que no se podrá lograr en el futuro, sólo me hacen agacharme y tomar entre mis manos temblorosas, el trapo omnipresente de la hipocresía para aliviarme, para cobijarme de los punzones de quienes no me aprueban. Y así me confundo entre ellos, entre los malos de mi película; me mimetizo y me vuelvo uno de ellos, disponiéndome, en adelante, a destrozar a cualquiera de los míos que pase por el pasaje de la emboscada, por el umbral preciso donde hay que decidir qué coño hacer con esta vida.

martes, 28 de abril de 2015

Devuelve a ese carajito

Ahora tienes la oportunidad de deshacerte de esa molestia  que representa esa criatura que, en resumen, te amarga la vida. Dile adiós a esa “Bendición de Dios” que ahora te tiene las ojeras florecidas y la paciencia agotada. Nuestro novísimo servicio te garantiza que nadie se enterará de esa determinación. Todas esas vivencias serán borradas de tu mente y la de tu familia y conocidos mediante un innovador Acelerador en Retruque que nuestros técnicos ingeniosos parieron hace poco. Te invitamos a hacer las cosas bien desde el principio, bien planificadas, dejando para el momento adecuado los pasos importantes de tu vida. Ya basta de corredera, de gritadera, de lloradera y trasnochos que no parecen valer la pena. Eso sí, por experiencias anteriores muy frecuentes, Ud. deberá firmar la cláusula única contra lloreríos, sacudidas contra el piso, cargos de conciencia y llamadera de gente que no existe a las puertas de nuestra organización.

Llame ya… firme aquí.

lunes, 23 de marzo de 2015

La Bestia que Golpea

Eres la bestia que golpea, que pellizca, que grita. Luego, te refinas un poco, y amenazas con vehemencia, logrando el terror de quienes te rodean. Eres el animal sobre valuado que tiene permiso para insultar. Te reservas el derecho de argumentar, de manifestar criterio, bueno, de usar el cerebro para algo distinto que no sea urdir castigo. Lees un par de libros y aprendes a maltratar sin hablar, sin tocar. La indiferencia hacia quienes se atrevieron a establecer compromiso es tu nuevo puñal. Eres la vergüenza de todo el que pretende vivir en paz, rodeado de respeto. Eres una bestia incurable. Si fueses pobre, estuvieses solo.

domingo, 22 de febrero de 2015

Caramba, hermano

Caramba, hermano, dame luz para llegar a tu oscuridad. Bríndame una pista para aterrizar cerca de ti. Dame tú, hermano, en principio, la oportunidad de saberte, de apreciarte como bien mereces, y saber, de primerísima mano el camino que te mantiene cautivo en el infierno. Disculpa la invasión en tus predios, pero percibo que estás en peligro de perder tus oportunidades futuras de sonreír con ganas, de sonreír sin miedo. Disculpa mi miopía al solicitarte paso a tus ternuras temblorosas, a tus tesoros maltratados. Considera, por favor, lo limitadas que son mis persistencias, mis intenciones, mis disposiciones alienadas por los años de bienestar. Ayúdame a ayudarte, mi hermano, antes de caer de nuevo en la entretenida y superficial inconciencia del egoísmo.

viernes, 13 de febrero de 2015

Entre nos... Hereje.

Si me escuchas, contesta. Si mejor te suena: “Por favor” ¿Eres tú quien me usa, o soy yo quien te usa a ti? ¿Acaso tu nombre en mis labios debería tupir las respuestas a mis hermanos y sus inquietudes? Si yo hago tu voluntad, ¿qué pasa con la mía? Flaco albedrío, sospecho, gobierna mis decires. Dime, ¿tu voluntad es tu responsabilidad? De ser así, la tentación de culparte por mis desatinos se enciende de cuando en cuando, con el temor subyacente de estar orquestando peligrosa payasada. ¿Qué pasa con quien está fuera de este compinchazgo? Les hablo de ti, pero no me atienden ¿Cómo puede ser ignorada la verdad tan adrede, incluso si se dice gritada? ¿Será culpa tuya, también, mi torpeza al aproximarme y contarles tu historia, la mía? ¿Puede ser así? Yo, como instrumento tuyo, como tu brazo ejecutor, sólo cumplo tus designios. No me mandas tus mejores palabras. No me envías tus mejores frases; aquellas que hacen comprender al instante tu presencia. Me paralizo al tratar de argumentar a tu favor, de echar para afuera toda esa pasión por ti que pretende ser constructiva. Creo que he descubierto una pared entre tú y yo, y hasta se me ocurre que es por culpa tuya.

jueves, 5 de febrero de 2015

Reiteración odiosa

Qué fastidio necesitar tiempo. Tiempo para mirar, tiempo para sentir, tiempo para aprender. Las cosas deberán pasar y pasar, repitiendo su aparición antes de que nos enteremos de la verdad. Pasó enfrente la primera vez y no vimos nada. No nos dimos por enterados. Pasó la segunda y tercera y supimos que algo había, pero todavía no nos interesaba. Pasó de nuevo la cuarta y la quinta, y fue en la sexta, muchos años después –tal vez demasiados–, me enteré de que aquello existía. No dejaba de pensar, no dormía pensando en ello, que de una manera harto necia, no lograba descifrar. Fue entonces que me levanté, con canas en mi pelo, y dirigí mi interés en saber de qué se trataba todo aquello. Finalmente doblegué mis paradigmas anacrónicos; lo comprendí todo y lo acogí como propio. Al fin pude comenzar a disfrutar de lo que me hubiese gustado disfrutar en mi juventud. Pero es una reflexión que raya en lo ridículo, y para justificarme me digo a mi mismo que no era posible esta adquisición cuando no sabía, ni siquiera, que podía existir; que no lo hubiese valorado. Debo apaciguar mi ansiedad y mi frustración tratando de entender que la luz tarda en encenderse en nuestras vidas distraídas; que el convencimiento no llega sin tiempo para resolver los dolores y sus curaciones. Por ahora, mejor me callo… y sonrío, claro.

miércoles, 28 de enero de 2015

Soy uno de ellos

Soy uno de ellos. Ya me cansé de ser de los buenos, de los cumplidos, de los honestos. Ya sucumbí ante la insistencia no tan implícita de los malos. Fue toda una media vida, esperando que llegara la retribución del cielo, de la gente, por tanto sudor, por tanto esfuerzo en nombre del bien, del respeto, de la consideración, de la solidaridad. Ha llegado el momento en el que con un chasquido de mis dedos llegará la compensación empujada por el hartazgo. Ya no miro, ya no escucho si no me conviene. Ya no me muevo ante el caído, porque estuve allí y nadie lo hizo. Divina venganza ante la vida, quien me maltrató con saña inexplicable. Contundente respuesta de quien se declara malo. Ejerceré la ligereza, la omisión retorcida, la honorabilidad disimulada. No creas que te seguiré saludando como siempre lo hacía. Se acabó el buen muchacho, el noble señor… ¡Al carajo, chico! Eso sí, lo único que debo emprender de inmediato es a la recolección de experiencia como tipo de la vileza, dado que ahora es que comienza. Debo cuidarme mucho mientras llega la pulitura, porque, mientras, seré sólo un pendejo con malas intenciones.