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sábado, 31 de julio de 2021

Me voy volando

Otro día de mierda más. Otra jornada interminable más. Llego finalmente a mi sitio, a mi refugio, donde me siento protegido, aunque todavía con el sobresalto y la miseria quemando mi piel. Aunque me siento agotado, no quiero comer. Quiero relajarme, salirme, escaparme de esta presunta realidad en la que vivo. Tomaré un poco de esto, me meteré algo de aquello, de lo que me hace volar fuera de esta oscuridad de facturas, moral y horas de oficina; de humillación, de negociación inagotable de mi dignidad. Volaré como antes, pero esta noche ocurrirá algo muy distinto. Esta noche, antes de que al sol se le ocurra salir, no sé, por un error de cálculo, por una ligereza bien costosa, no volveré. Me iré. Me quedaré, con los ojos abiertos y perdidos, por los mismos aires por los que solía sonreír.

jueves, 29 de julio de 2021

Los peos me sostienen

Parece evidente que necesitamos el estímulo negativo que brindan los problemas para seguir adelante. Lo bueno y lo muy bueno es escaso, y la tranquilidad, a falta de profundidad, se torna aburrida. No lo dudes: al primer peo que te pase por enfrente, sal corriendo y te le cuelgas sin soltarlo, por el tiempo que puedas, hasta que sientas de nuevo ese dolorcito en la boca del estómago. Aunque no puedo distraerme mucho porque cuesta plata y se acaba rápido, las dificultades, sobre todo las ficticias, me distraen tanto que hasta paso días quejándome, criticando, acusando, juzgando cualquier situación, cosa o persona y descubriendo, cada vez, que todo es culpa de los demás y que yo no puedo hacer nada al respecto, sino seguir con el taquititaqui.

sábado, 24 de julio de 2021

Trago malo

Trago malo, ese. Trago insípido. Trago ingrato. No supo a nada. Fue como un mal orgasmo digno de olvido. No evocó nada, sino puras ridiculeces, puros recuerdos cliché. Ahora no sé cómo recuperar las horas perdidas, porque no creerán que no gasté en ellas. Vana esperanza de volar a los cielos de la inspiración, del encuentro otrora inexorable con la musa, de válvula generosa de las tensiones de la semana. Pero qué va. No hubo vida. Tuve que ver mi teléfono, el computador y hasta por la ventana para lograr mi objetivo, que pretendió ser mágicamente fluido y terminó siendo un parto en el monte, una caricia en la llaga. La próxima vez, me aseguraré de que el deslave de poesía comience a rodar cerro abajo antes de armar todo este rito por demás ridículo de invocación sin aparición.

viernes, 23 de julio de 2021

Breve plenitud

Por un momento estuve a gusto. Por un instante estuve a mis anchas, cómodo, con esa gente alrededor, sin complejos, sin sentirme agobiado ni querer salir de ahí. Sentí que en aquellos minutos podía mirar a la cámara, cantar esa canción, contar un secreto. Fue como ser lanzado hacia arriba y, en el suspiro del clímax, inflarme a plenitud de lo que cuentan por ahí que se trata gozar la vida. Fue como un sueño, un bonito sueño en el que la inocencia y la falta de temor me inundaron de nuevo y me dejaron esta sensación de bienestar en mi frente, en mis labios, en mis manos. Y aunque ese sueño ya terminó, se me dio por creer que puede hacerse realidad, ser permanente. Ya vengo... Voy a soñar de nuevo.

jueves, 22 de julio de 2021

La enfermedad final

¿Cuál será la enfermedad que finalmente llegará a echarle un parao a esta vida tan accidentada? ¿Cuáles serán las células, las neuronas, los tejidos, que después de varios años de esfuerzo impune, constante y desconsiderado van a comenzar a reventarse y reproducirse de manera “rara”? ¿Cuáles serán los llegaderos de estas colecciones de ardores, de llenuras, de dolores que dejo habitarme y con una pastillita de estas, con un jarabe de aquellos, apaciguo mientras sigo en mi camino todo terreno, orgulloso —aunque jorobado—, con la frente en alto antes de derrumbarme? Mucha preguntadera y la verdad es que no voy a ponerme a responder esas necedades porque tengo muchas cosas qué hacer, mucha gente a la que mantener y nada de eso puede esperar, porque, la verdad, soy harto imprescindible. Disculpa que te deje aquí con todas esas interrogantes, pero me voy ya… Ah, por cierto: ¿tienes plata para comprar mi pastillita antiácida de hoy?

lunes, 19 de julio de 2021

Ese no era yo

No era yo cuando lo hice. No era yo cuando lo cometí. No siento que haya sido yo. Tenía mi misma cara, mi mismo nombre, mi misma voz, pero en ese momento no sabía lo que ahora sé, no sentía lo que ahora siento, no amaba lo que ahora amo. Era un estadio de mi vida en el que la pasión sin riendas gobernaba mis pensamientos, mis creencias, mis decisiones. Ahora veo hasta con espanto lo que hice y lo que dejé ocurrir. Según mis perspectivas actuales, eso ya no es posible, no es concebible. De verdad, mira, no puedo hacer nada además de armarme de valor y honestidad y pedirte perdón. No puedo solucionar ninguna de mis infracciones porque ocurrieron en el pasado. No puedo hacer esa magia de arreglar lo que ya no existe, lo que de hecho pereció. Si quieres, lo hablamos por esta última y remota vez. Podría ser, incluso, que te deshagas en reclamos e insultos y lo entenderé porque fui yo quien te infligió todo ese daño. Lo que no puedo prometerte, como dije, es resolver todo el sufrimiento que has mantenido encerrado dentro de ti y sobre el cual también tienes responsabilidad. De pana, hazte el favor de perdonarme y perdonarte, entre otras cosas, porque no tienes que permanecer estancada en la persona herida de aquellos tiempos. Deja de luchar.

jueves, 15 de julio de 2021

¡Usted no es libre!

Usted no es libre. Qué va. Si usted eligió estar cerca de su familia y amigos o tener nueva familia o compinches, olvídese de vociferar que usted es libre. Una vez que se encuentre rodeado de gente que lo quiera y a quienes usted quiera, déjeme decirle que usted ha perdido el segundo bien más importante: la libertad. Así que deje de pensar y sentir que usted puede hacer lo que le venga en ganas —así sea escondidito— porque ya desde hace rato está metido en esa maraña que, para bien o para mal, usted afecta o lo afecta a usted. Por otro lado, piénselo bien si está a punto de decidir meterse a salvador del mundo, de la patria o suyo propio, porque tendrá tanto rabo de paja que apenas se lance por ese tobogán de realización y alegría, comenzará a sentir inmediatamente que lo prensan por aquí o por allá, que puede dañar a alguien o que alguien lo puede dañar a usted; que debe salvar a alguien o que alguien debe salvarlo a usted. Estará impedido de sentir la brisa que bate su pelo en la tapa de una serie de TV sin sentir ese tremendo jalón, esa especie de chantaje; ese, que le provee impunemente su bien más importante, el primero: el amor.

lunes, 12 de julio de 2021

El besador


 

Vivir en el límite

Viviendo al límite. Navegando entre la superficie y más abajito, a veces con la cabeza muy sumergida para mis gustos, lucho  sin cesar contra la corriente. Hay momentos en los que floto en silencio, disfrutando de los aprendizajes recolectados en tiempos aciagos, pero la brevedad hace lo suyo.  A veces puedo ver la orilla a poca distancia y al minuto siguiente desaparece para dejarme aquí, donde estoy ahorita, sin opciones, sin decisión ni entretenimiento. En medio de este zigzagueo vertical, cuando toca sumergirme, me convierto en un animal desconsiderado cualquiera. Abuso de todo lo que tengo a la mano, pero nada me satisface. Destruyo poco a poco cada ayuda prestada, cada mano extendida, cada posibilidad sospechosa. De pronto, una cachetada de bondad, de buena compañía ocasional me regresa al carril, no del optimismo ya tan pasado de moda, sino a cierta paz del momento que me satisface totalmente, de nuevo. A ver qué me depara este bamboleo, esta dualidad tan brusca que me da por catalogar de “mala”.

sábado, 10 de julio de 2021

Metamorfosis agridulce

Métele dinero a una tarea y obtendrás un trabajo. Métele dinero a un deporte y obtendrás entretenimiento. Métele dinero a una idea y obtendrás un proyecto. Métele dinero al arte y obtendrás un negocio. Métele dinero a la amistad y obtendrás una sociedad. Métele dinero al amor y obtendrás prostitución. Si le inyectas dinero a situaciones originales obtendrás cosas distintas. Lo más posible es que no sea lo que tenías previsto y hasta abandones el camino, o que adquieras nuevas motivaciones y te aferres a ellas para justificar tu nuevo comportamiento, para no dejar ver que fallaste. El hecho es que el dinero lo cambia todo en tu mente y no sería raro que, dentro de un tiempo, ese dulce que saboreabas con entusiasmo al principio, se haya convertido en un pesado plato de comida fría difícil de tragar. Si no, mira, bien por ti

jueves, 1 de julio de 2021

El arte de ayudar a los demás

Ayudar al otro, al prójimo, no es tan sencillo; parece y emociona, pero no lo es. Parece ser un arte que hay que ir afinando hasta que la obra terminada resulte la adecuada. No es que vamos a saltar sobre quien “sabemos” que necesita y le proveeremos de comida, medicina, compañía o información, y mañana a esta hora todo se habrá encaminado: No. Hay tanta posibilidad de que termines molestando al otro y logrando que te cierre la puerta en la cara, o bien que no te entienda o al menos te escuche. No. En ambos casos te asaltará la frustración porque “no te paran ni un poquito de bolas, esos desconsiderados”, y ni hablar de la gratitud que tanto esperas. Hay una corta y delgada línea que separa ayudar a los demás de cuidarte tú mismo, y a esa línea sí que hay que prestarle atención. Si no logras obtener el interés del otro respecto de su necesidad y la solución que propones, puedes enturbiar la imagen propia y del otro a fuerza de críticas destructivas. Por otro lado, si hostigas al otro hasta su límite y te rechaza finalmente, tu motivación por ayudar a los demás puede verse lastimada y entonces sí que habrá una gran pérdida para todos. Así que, mi pana, sigue intentando. Afina el instrumento, conoce el límite después del cual presionas demasiado, todo bajo la perspectiva del amor y podría esperarse que en algún tiempo seas el servidor con amor propio más eficiente que conoceremos.

Cazador de lo ajeno

Cazador de lo ajeno. En eso me convertí. Trabajo, adquiero, tengo. Tengo y tengo, pero siempre estoy mirando donde el vecino. Acumulo cosas, destrezas, conocimientos, pero es que no es suficiente. Quiero más, siempre más. No es que no me guste ya lo que he logrado —este museo material y metafísico lleno de símbolos de estatus y posición—, pero es que el avance, el progreso, dictan una meta más, siempre una más que va acumulando un sinfín de bienestares de papel que inexplicablemente se van desvaneciendo en mi mente con las semanas. No puedo ser conformista, no señor; debo siempre mirar adelante, a los lados y ser el mejor, descollar como más eficiente logrador de todos. Esos serán los demás que se la pasan pendientes de los “pequeños detalles”, como si no hubiese vitales mecanismos por inventar, continentes por descubrir y llegar a ser ese prohombre que estoy cultivando… solo.

Llegó el silencio

Llegó el silencio, ese de la oscuridad, el de lo apartado, el que nada o nadie puede interrumpir a mi puerta. Llegó ese peligroso estado en el que el espacio vacío va a ser invadido por el mismo grupito conocido de pensamientos, inútiles y repetitivos. Cuando acaba el estudio, la labor, la distracción constante y el hacerme el pendejo, llegan las horas de la madrugada y comienza el desfile de fantasmas, de demonios de los que me escondo a la luz del día, durante el tráfico, en el mercado. Son siempre los mismos espectros que piden desgarradoramente que los exhume, que los saque a la luz para resolver los asuntos pendientes, pero es que no quiero saber de “asuntos pendientes” sino seguir surfeando la ola del sobresalto y disfrutar los placeres de la precaria vida. Alguien me recomendó por ahí que hiciera las paces con esos fantasmas, que me sentara enfrente de ellos y les preguntara qué quieren, porque, tal vez, lo que me digan resolverá todo este tormento.