Sigo esperando. Sigo aquí,
como un niño perdido a quien se le dice que al estar perdido, no se mueva, para
ser encontrado de nuevo. No voy a abandonar mi lugar… todavía no; aún me queda
tiempo para este riesgo calculado, para esta aventura a solas. El reloj, el
café, el balcón. Ya aprendí la rutina para esperar, para no desesperar. Sé
hacia dónde caminar, dónde detenerme y dónde entretenerme; sin mentiras, sin
ilusiones. La única certeza viene de no sé qué sitio dentro de mí. Mi
incredulidad y mi escepticismo se han visto derrotados por una fuerza mayor,
por un impulso repleto de verdades, de argumentos irrefutables. Por eso, sin
ansiedades, sin miedos, sigo esperando.
Sentado en el vagon del metro.
ResponderEliminar