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lunes, 31 de agosto de 2020

Mi YO de turno

El carro de turno, la casa de turno, el trabajo de turno, la pareja de turno… y el yo de turno. El yo de turno es una de las fascinaciones que nos trae la vida, porque siendo siempre yo, el yo de turno es un regalo del presente, una rebanada de eso que nos da por llamar vida, cada turno aportando el nivel de vivencia y conciencia que le sea posible aportar “en su turno”. No importa, entre metidas de pata, manifestaciones altisonantes de amor y golpes a la mesa de discusión, este extraño ser, Yo, va expresándose, recibiendo los carajazos correspondientes del momento; una vez en el suelo, después de cada culazo, el yo se fija, reflexiona y se levanta con mayor actitud, un paso más adelante que antes, con más capacidad que hace dos días, antes de esa crisis que le ayudó a avanzar, pero solo un poco, tampoco tanto: un día a la vez. Entrados en años, es fácil mirar atrás y comparar el yo apasionado, loco, soñador, visionario, con ese yo que sobrevivió a toda ese vendaval de experiencias y que ahora puede poner en la mesa cómo era hace 30 años, lo que es ahora y emitir una sonrisa que zigzaguea entre la nostalgia y el alivio.

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