Nunca es una sola cosa. Nunca el remedio es uno, por lo que hay que olvidar totalmente las tan cacareadas panaceas. Hasta lo más simple tiene más de un origen. Hasta el más nimio efecto tiene varias causas. No es tan simple tapar el huequito con un solo dedo, porque se comienza a chorrear por otros lados. Puede ser que haya una causa poderosa, pero no será la única y es por eso que después de “solucionar” algo con el remedio recomendado por los sabihondos, seguirán saliendo los fantasmas inexplicables. Los patrones de comportamiento de la situación revelan varios caminos a tomar, pero los genios que somos nos hacemos los pendejos y tomamos uno solo, “¡El Definitivo!”, gritamos, anticipando ridículamente el triste final, el nuevo fraude protagonizado por nuestra percepción borracha, por nuestra ilusión imbatible.
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