Es más fácil descartar que definir. Es más fácil quitar que colocar, que armar, que construir. Sabemos con mucha más facilidad qué es lo que no es, que lo que es. Como unos titanes, argumentamos en contra y nos explayamos en razones para atacar; pero a la hora de defender honestamente un punto, patinamos como loros en mosaico. Preferimos delinear que rellenar. Por naturaleza civilizada, no sabemos lo que queremos, sino lo que no queremos, por lo que nos pasamos la vida soñando y adquiriendo a lo loco y botando luego, aburriéndonos luego, en lugar de definir qué somos y qué necesitamos para luego actuar en consecuencia. En fin, y para terminar la perorata, somos seres apayasados que fingimos surfear la ola, cuando en realidad yacemos rasguñados en la orilla.
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