Ya cada uno tomó su decisión. De alguna manera ya lo hicimos. No importó Dios, no importó el partido, no importó la policía o la conciencia: ya está decidido. Después de un rato bien sufrido, después de crisis continuas o condiciones distintas a las que solemos experimentar, se abrió una puerta en nuestras percepciones e independientemente del concepto de sensatez que tengas los demás, establecimos lo que íbamos a sentir, lo que íbamos a hacer o a omitir. Aunque estemos condenados a desperdiciar lo que poseemos o a anhelar lo que no tengamos, me subí a esa ola sin remordimientos, sin tapujos, sin objeciones válidas y decidí vivir, o bien en la locura de la pasión o bien en la locura del silencio de la resignación… lo que sí me queda claro es que me subí oficialmente en la locura colectiva contra la cual no pude resistirme más.
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