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miércoles, 4 de octubre de 2023

Negocie antes, no después

Déjese de tonterías: negocie antes, no después. Si quiere convivir con alguien más, siéntese con esa persona y negocie cómo será esa convivencia antes de que ocurra. El amor no lo puede todo, sobre todo porque el amor romántico de jóvenes no es todavía el amor que puede llegar a ser. Por eso, negocie; no imponga ni se deje imponer por aquello de que “yo soy como soy”. Si usted negocia antes tiene la oportunidad de que si el otro “es como es”, puede serlo con otra gente, no con usted. Aproveche, porque cuando se negocia antes, el otro está todavía interesado en lograr vivir con usted. Si no negocia y comienza la convivencia, ya el otro puede “ser como es” y es harto difícil cambiar eso (por no decir imposible). Negocie antes. Pique adelante. Aproveche de hablar de las cosas antes de que ocurran; quién quita que hablando de todo eso se da cuenta de que esa convivencia iba a ser un infierno. Hable de quién va a hacer qué (lavar platos, barrer, pagar), cuántas veces al día; cuántos hijos, qué religión; visitas a mis papás, a mis amigos, que si juntos o separados o ambos, así como un largo et cétera. Negocie antes. La única magia que hay en una relación es la que se construye, no la que usted lleva en su cabeza en forma de fantasía. Ahórrese el sufrimiento. Ahórrese, incluso, la alegría y el alivio de salir del infierno. Ahórrese el guayabo, porque lo que usted siente ahorita no es amor, al menos, no el suficiente.

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