Ya no son momentos. Ya se acabó la
temporalidad. Más nunca el a veces si y a veces no. Mis aderezos se
conviertieron en el plato principal, en lo necesario, en lo
constante, en lo saludable. Ya no discuto si la felicidad es un
momento, o varios, o espasmos locos que mortifican cuando pasan de
largo. Ya estar sano, en forma, alegre, tranquilo, no depende del
horario, de las vacaciones, de las utilidades o de la huída
ocasional. En este sillón, a medio cielo descubierto con ramas y
follaje, sin deudas, sin culpas, comprendo plenamente que los años
me saturaron de paz, al fin, después de tanto mendrugo, de tanta
limosna recibida a causa de la ceguera arrogante de la juventud y la
ignorancia. Ahora, en estos días que comienzan con claridad y
terminan bien terminados, si es que la felicidad existe, es mi modo
de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario