Nunca es
mucho. Nunca lo será. Somos una peste que consume lo que se le coloque
enfrente, no importa su cantidad, no importa su calidad, no importa, incluso,
si lo deseamos o no. Cuando no hay, sufrimos la ausencia, el ajuste, la
costumbre. Cuando si hay, no importa nada y se olvida la piedra del tropiezo,
la crisis del no hay. Afecto, dinero, basura, cualquier vaina. Si hay, deberá
ser nuestro, ¡pero por supuesto! Somos un hoyo negro espacial, pero incrustado
entre la gente, entre objetos, intenciones y esperanzas ciegas,
malacostumbradas. Cuando no hay, no hay; pero cuando haya (espero, me estoy
preparando), ya verán lo que es clase, amor de sobra, desgaste con gusto,
devastación.
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