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viernes, 13 de enero de 2012

¡Manos arriba, carajo!


Manos arriba, ciudadana. Levante las manos porque no respondo. Levante las manos lentamente y déjelas donde las pueda ver. Levante las manos porque no hago sino esto para levantar el dinero para el vicio y una que otra necesidad. Levante la manos porque me crié en una familia disfuncional, en medio del abandono, del maltrato voluntario o involuntario de mis padres. Levante las manos porque tal vez se me escapa una bala como reflejo condicionado de defenderme siempre. Levántelas porque el Estado no entró en mi casa y me brindó la educación y ni las oportunidades de mi caso. Déjelas bien arriba, porque como repetición desvirtuada de mis progenitores, no tengo mucho aprendido ni veo la salida a ese asunto. Permítame frotarme mis ojos rojos, ¡pero no baje las manos!, porque esta mano derecha, que debería tener un lápiz, una pala, un bisturí, no se controla y se vuelve loca. Levante bien esas manos, señora, porque me caen mal las maneras educadas, las consideraciones, las compasiones de sus miradas silenciosas, amasijadas con el miedo que le da que un bichito como yo invada sus espacios y los reclame como propios. Tal vez me he encontrado con eso que llaman la verdad por el camino, pero lo que me plantea es harto duro de lograr, por lo que prefiero seguir en esto hasta que algo me borre del mapa. Incluso, señora, hay gente que dice que soy inteligente y que puedo llegar a ser alguien en la vida; pero nahhh... levante las manos y deje que me lleve, al menos, algo de su sociedad, de la que soy obra y desecho.

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