Manos arriba, ciudadana. Levante las
manos porque no respondo. Levante las manos lentamente y déjelas
donde las pueda ver. Levante las manos porque no hago sino esto para
levantar el dinero para el vicio y una que otra necesidad. Levante la
manos porque me crié en una familia disfuncional, en medio del
abandono, del maltrato voluntario o involuntario de mis padres.
Levante las manos porque tal vez se me escapa una bala como reflejo
condicionado de defenderme siempre. Levántelas porque el Estado no
entró en mi casa y me brindó la educación y ni las oportunidades
de mi caso. Déjelas bien arriba, porque como repetición desvirtuada
de mis progenitores, no tengo mucho aprendido ni veo la salida a ese
asunto. Permítame frotarme mis ojos rojos, ¡pero no baje las
manos!, porque esta mano derecha, que debería tener un lápiz, una
pala, un bisturí, no se controla y se vuelve loca. Levante bien esas
manos, señora, porque me caen mal las maneras educadas, las
consideraciones, las compasiones de sus miradas silenciosas,
amasijadas con el miedo que le da que un bichito como yo invada sus
espacios y los reclame como propios. Tal vez me he encontrado con eso
que llaman la verdad por el camino, pero lo que me plantea es harto
duro de lograr, por lo que prefiero seguir en esto hasta que algo me
borre del mapa. Incluso, señora, hay gente que dice que soy
inteligente y que puedo llegar a ser alguien en la vida; pero
nahhh... levante las manos y deje que me lleve, al menos, algo de su
sociedad, de la que soy obra y desecho.
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