Yo pienso así, déjame así. Yo
aprendo a mi ritmo. De hecho, puedo escucharte y tomarlo como insumo
para mis consideraciones. Pero no me abordes abusivamente, con la
seguridad que te da que nadie te haya echado un parao. No, de ninguna
manera; yo tengo confianza en lo que sé y en lo que sabré dentro de
poco. No tengo miedo de escucharte, lo que me da es fastidio tu
pretensión pedagógica a ultranza. Claro que si, tienes tu derecho a
expresarte, pero en último caso, no me interesa lo que me vas a
decirme, ¡y menos! como vienes a decírmelo. ¿Vas a seguir? De verdad que no te
entiendo. Discúlpame, pero no entiendo tu insistencia: Me voy... ¡De
bolas que me voy!
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