Harto sueño

Tengo sueño. Tengo mucho sueño. Tengo tanto sueño, que no hay certeza de mis momentos de vigilia. Mis párpados mienten descaradamente acerca de lo que dejan ver. Raras experiencias repentinas se ven interrumpidas por un cabeceo brutal, y me doy cuenta de que no era, no existía. Me paseo entre mis percepciones y mis sueños sin pasaporte, sin alcabala, y prefiero no hablar para evitar que la realidad se entere de mis represiones en libertad bajo palabra. No quiero quedar en evidencia; no quiero que nadie caiga en cuenta de mis picardías pendientes, de mis torceduras de moral. Por eso me quedo aquí, sentado, con un guiño salvador, con un ceño fruncido que me sostiene en lo que parece lo real, lo prohibido por ley. He conversado, he hablado, y hasta gritado y no sé en qué plano fue. Me miran y no sé si es por lo que dije o por lo que creí decir. De todas manera siguen su camino, algunos sonriendo, otros con un golpecito en el hombro… y sigo suspendido entre la luz del sol, mirando alrededor, buscando un asidero para mis ojos, y nada. Dejaré entonces de verlo como una dificultad y seguiré soñando con mis ojos abiertos. Seguiré en medio de este remolino de recuerdos reeditados. Seguiré flotando entre este estado distinto de la materia. Seguiré, definitivamente, en lo mío… sea real o no.